Mudarte con tu pareja es posiblemente el paso que más marcará la evolución de vuestra relación. Esa mezcla de nervios, ganas y dudas. ¿Y si no congeniamos? ¿Y si no estamos hechos para vivir juntos? ¿Y si ronca y me molesta? ¿Y si ronco y le molesto? Keep calm. Es cierto que la convivencia puede ser complicada, ya sea con tu pareja, con tus amigos o con tus padres, y por supuesto aparecerán pequeños conflictos. A fin de cuentas, estás compartiendo tu día a día con una persona que, si bien encaja contigo a la perfección, tiene sus manías, costumbres y defectos.

Irte a vivir con tu churri y no morir en el intento es posible, así que coge papel y boli y apunta.

  1. Tenéis que estar en el mismo punto

Supongo que si estás leyendo este artículo es porque o bien la idea de mudaros juntos está en el aire y quieres prepararte para la acción, o bien ya habéis superado el grandísimo coñazo de encontrar piso y estáis comenzando vuestra aventura. Sea como sea te adelanto algo: no va a funcionar si uno de los dos no quiere vivir en pareja.

Si tu churri no está preparado para vivir contigo, mal empezamos. Alguna vez sale bien, pero casi siempre acaba en desastre. Tomaos vuestro tiempo y esperad a estar en el mismo punto.

  1. No idealicéis la convivencia

Es muy bonito dejarse llevar por las expectativas, pero la vida real no es Friends y vosotros no sois Monica y Chandler. Las primeras semanas todo es nuevo, y cogeréis la convivencia con una ilusión desbordante. La cena con velitas para dos, como diría Sabina, los desayunos en la cama y el sexo para estrenar cada rincón de la casa, son lo más, pero con el tiempo dan paso a otras cosas. Al final acabaréis pidiendo una pizza el sábado porque os da pereza cocinar durante cuatro horas, desayunaréis en la cocina para no llenar la sábana bajera de mierda, y os daréis cuenta de que follar en la ducha es lo peor porque a uno de los dos se le acaba congelando el culo.

  1. Reinventad la monotonía

La rutina no es algo malo, simplemente significa que vuestra relación ha llegado a otro nivel de confianza. Poco a poco te darás cuenta de que ver algo en Netflix tapados con una manta es maravilloso, aunque de vez en cuando te apetezca sacar la lencería de Nochevieja, poner una buena lista de Spotify y colonizar nuevos lugares de empotramiento más allá de la cama.

La monotonía no es aburrimiento. Si así lo sientes, tal vez algo está fallando en la relación.
  1. La convivencia no significa renunciar a vuestra independencia

Vivir juntos no significa renunciar a tu espacio, aunque en los micro-pisos cuquis de Ikea sea difícil encontrar intimidad. Al margen de los metros cuadrados, nadie puede quitarte tus aficiones, tus amistades y tu independencia, y si te apetece tumbarte en el sofá con el portátil y los cascos, hazlo. No hace falta que habléis las 24 horas del día, ni tampoco tenéis que daros la mano mientras cagáis.

  1. Preparaos para un nuevo nivel de confianza

Aunque cerréis la puerta del baño y echéis ambientador a tope, la mierda huele. Sorry not sorry. Luego llegará la primera gastroenteritis del año, el sonido de tu churri potando como la niña del exorcista, las manchas de regla en el pijama, los pañuelos llenos de mocos en la mesilla de noche, y no pasa na’. Créeme, los pedos no rompen la magia -al menos si tienes más de 15 años-.

  1. Aprended a discutir, os hará falta

Es posible discutir sin acabar como los protagonistas de una telenovela, aunque parezca una utopía. Inevitablemente van a surgir conflictos en vuestra convivencia, y resolverlos de forma positiva será fundamental tanto para tu crecimiento personal como para la evolución de la relación. Para ello debemos aprender a tolerar opiniones diferentes a las nuestras -he dicho opiniones, no faltas de respeto-, reconocer nuestras limitaciones, y criticar de forma constructiva.

  1. Equilibrad las responsabilidades

A veces odiarás sus manías, y otras veces serán las tuyas las que le saquen de quicio. Habladlo, ni tu eres adivina, ni él sabe lo que pasa por tu cabeza.

Distribuid las tareas de la casa cómo más cómodo os resulte. Si tú odias cocinar, pero no te importa fregar los platos, deja que tu pareja haga la comida y tú te encargas de limpiar o viceversa. Sea como sea, LIMPIAD. No hace falta llegar al nivel de Monica Geller, pero algunos detallitos no están de más para mantener un mínimo de higiene y habitabilidad.

Respecto a la economía, es mejor evitar eso de “venga, hoy pago yo la compra y mañana tú”, y destinar X dinero a un fondo común. Si a final de mes sobra, lo repartís entre los dos, lo gastáis en un viajecito o lo guardáis para el mes que viene. A la larga os ahorraréis conflictos.

  1. No os comparéis con los demás

Cuando os vayáis a vivir juntos, todas las parejas que conocéis se volverán perfectas; no os fieis de las fotos de Instagram, las carga el diablo. Cada relación tiene sus reglas no escritas y no hay mandamientos inamovibles para el amor, así que disfrutad de esa nueva etapa y dejad las comparaciones para los hoteles, los vuelos y los seguros.

Un hogar no es un lugar, sino el ruido que hace mientras duerme, los “ay, quédate aquí mientras me ducho que me aburro”, y la sudadera vieja que le robas cuando tienes frío. Hogar son los abrazos al despedirse, las miradas al despertarse y los besos al acostarse.

@ManriMandarina