Me pides un tipo de relación que no puedo darte porque, ¿cómo voy a conformarme con las migajas de lo que quieras darme? Con las sobras, con algún whatsapp de vez en cuando, con los «cuando a mí me venga bien», con los polvos esporádicos y el cine de los jueves, si yo necesito a alguien que me alimente con primero, segundo y postre…

Si cuando la pantalla de mi iPhone se ilumina con un mensaje tuyo, se ilumina mi día entero, ¿cómo voy a esperar una semana, dos, o lo que sea, para encender las luces y ponerme la sonrisa? Si yo siempre he sido de todo o nada, por favor. De risas a diario, de compartirlo casi todo, de pasión desgarradora y corazón a pleno rendimiento… ¿Cómo pretendes que yo soporte esta indiferencia tuya que tanto daño me hace?

La vida es demasiado corta, cariño, y yo ya he perdido mucho el tiempo. No quiero vivir a medias, no quiero querer ni que me quieran a medias, porque yo soy una mujer entera. Y llena de mil cosas que ofrecer. Ojalá quisieras que yo te las diera pero, mientras tanto, mejor me aparto y las guardo para quien quiera todo conmigo. 

Y aún así, aquí estoy. Deseando que te arrepientas y te des cuenta de que quieres estar conmigo. Mirando tu hora de conexión y muriendo porque sea a mí a la que le escribes. Echando de menos tus ojos caídos y tus labios demasiado suaves. Pensando si fue mala idea tener tanta dignidad… ¿mejor tener poco contigo que absolutamente nada?

Qué paradoja: a la chica que, en las tiendas, todo le queda siempre pequeño, y a ti que te quedo tan grande.