Dicen que existe el amor a primera vista, yo no lo creo. Pienso que el amor surge con el tiempo, cuando le das la oportunidad a otra persona de conocerte, de entrar en ti, y de poner tu mundo patas arriba.

Te habías prometido no volver a enamorarte por un tiempo, de darte espacio a ti misma, de aprender a ser feliz sola y no bajar la guardia, estar siempre alerta. Pero nosotros no somos los que decidimos cuando enamorarnos, el amor nos escoge a nosotros, llega sin avisar, disfrazado, inocente. Llega para arrancarte la coraza despacio, desde dentro. “Sólo somos amigos” te repites, “ni siquiera es mi tipo”. Esas son tus balas de fogueo contra el amor, esas que disparas aun a sabiendas de que no van a servir de nada, pero que te hacen sentirte fuerte, dueña de ti misma, dueña de tus sentimientos, a los que crees que vas a controlar. Y no puedes estar más equivocada.

Tú, que te vas a dormir antes de las doce cada noche, te encuentras despierta a las cuatro de la madrugada de un martes hablando con él, riendo a carcajadas insonoras debajo de las sábanas. Y sin pizca de sueño.

Sólo somos amigos.

Escuchas un par de canciones que te ha mandado, aunque a ti ese estilo de música no te gusta, te la pones mientras te duchas, y comprendes que habla sobre una chica que le gusta.

Sólo somos amigos.

Miras una foto que os han hecho juntos. La miras y la vuelves a mirar. Y la memorizas. Y ves lo guapo que está. Y ni siquiera te ves a ti, solo lo ves a él.

Sólo somos amigos.

Sus ojos. Nunca te han gustado los ojos azules, son tan cliché que no los soportas, y para colmo él tiene los ojos más azules que un mar tropical. El no presume de ellos, el no los utiliza como técnica para gustarte. El se limita a mirarte como nadie te haya mirado nunca con cualquier color de ojos. Y sabes en el fondo que no es el color de sus ojos lo que te vuelve loca.

Sólo somos amigos… ¿no?

Y te intentas convencer de que no hay nada, de que no sientes nada por él. Cariño tal vez. Pero te ves contando las horas para volver a verle, porque con él te sientes en casa, como si siempre hubieras estado perdida, buscando un lugar al que pertenecer. Porque con él no necesitas ser nada más que tú misma, dejarte llevar. Porque él no te pide nada, y a cambio te da todo. Porque no hay intenciones ocultas, todo es simple. Porque él no te pide nada serio, y sin embargo eres tú la que se imagina con él todos los días de su vida. Y sí, ese es el principio. El amor ha entrado en ti sin hacer ruido.

Puede que nunca estemos preparados para volver a enamorarnos, y que ese miedo a que salga mal nunca desaparezca. No, no creo en el amor a primera vista, pero sí creo en que hay una persona para cada uno. Y soy consciente de que existe la posibilidad de que algún día esto se acabe, pero es precisamente esa posibilidad la que me hace arriesgarme y apostar todo por él, porque sé que en este momento no hay nadie más con quien quiera pasar el resto de mi vida.

Anónimo