¿Alguna vez alguien ha pensado en los hombres que miden mas 1’90, pesan más de 110 kilos y que la ropa de las conocidas tiendas de moda les queda si fuesen envasados al vacío?

Soy un tío grande y siempre lo he sido. Casi 30 años siendo el bichaco del grupo, ese que con 14 años tenía que hacerse pasar por uno de 20 para poder conocer lo que es eso que llaman cariño, que luego realmente es una trampa mortal y te hace sentir desubicado.

Parece que siempre las mujeres han sido las grandes perjudicadas de esta maravillosa condición, y a veces dentro de esta injusta discriminación, se abre otra discriminación hacia nosotros.

Desde que estoy soltero, y ya va para casi dos años, he conocido muchísimas mujeres, y sí, no me avergüenza decirlo, me gustan las mujeres y pasar tiempo con ellas. Todas ellas las he conocido a través de redes sociales, que por suerte o por desgracia es mucho más cómodo y efectivo. No me planteo otro método, ya que la edad en la que estoy no juego con el factor escuela/universidad y tu círculo de contactos se van cerrando y más si solo lo limitas a tu entorno laboral (dios me libre). Este proceso de conocer a tantas personas ha sido muy largo. Comienzas con trabajarte un perfil interesante sacando lo mejor de ti, ese galán con sonrisa arrebatadora pero a la vez con un fondo de intelectual con miles de experiencias a sus espaldas. Pasan los días y eres ignorado por completo, ni una triste coincidencia, ni una miserable visita, nada! Y ahí tu puntuación baja a -1000 en autoestima. Te replanteas el enfoque, analizas el «mercado», lees, investigas, te obsesionas y no encuentras nada que te sirva. Has pasado a convertirte en parte de ese conglomerado genérico que ronda por miles y miles de páginas de contactos esperando ese match o ese hechizo que hace que se abra la esperanza.

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Y yo me pregunto, ¿tan desagradables somos las personas grandes que no levantamos ni un mínimo de interés en el perfil medio de las redes sociales? Te pones a leer cientos de perfiles y todos coinciden en lo mismo: peli, manta, sofá, «de tranquis» y buena conversación. ¿Qué pasa? ¿Que no quepo en tu sofá o te voy a quitar tu manta? Entiendo que medir 1’90 y ver todo desde una perspectiva más alta pueda ser un follón para encontrar una cama que me aguante, pero ni tu sofá, ni tu manta, ni tu peli influye para que no me des match…y mucho menos influye para que tengas una conversación interesante!

Esta bendita condición me ha supuesto más de un quebradero de cabeza y más cuando por X motivos acabas entablando conversación con alguien y te dicen «claro, es que al ser tan grande me dabas miedo…con esa barba y la cabeza rapada…pero luego te das cuenta de que eres un amor«.

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¿Qué os pasa? Os curráis un perfil extremadamente interesante, y esperanzador, con una frase como «si quieres saber más, ya sabes», y luego no movéis el culo, ¿cómo voy a saber mas de ti si no me dejas hacerlo, chica misteriosa?

Leo cientos de artículos quejándose de que los tíos pasamos de todo y luego hay cientos de tíos normales deseando entablar cualquier tipo de comunicación más satisfactoria que la que te produce el típico mandril que te dice «kieres foyar guapa» al segundo mensaje.

En serio, hay que usar un poco la cabeza y si usas las redes sociales para conocer gente, para buscar el amor de tu vida o para pasar el rato y echar un par de polvos, no cuesta nada pararse a leer el perfil y quizás te lleves hasta una sorpresa (un beso muy grande a todas mis fans). Gracias a este anonimato de Internet, si algo no te apetece o no te gusta, puedes directamente cortar la comunicación con el otro, o directamente decir NO. A veces es mucho más elegante decir «no eres lo que busco» que andar con rodeos, ¿para qué vas a hacer perder tu tiempo y el de los demás?

Insisto chicas, hay que tener más sangre en las venas y hacer que este mercado de la carne siga girando para que nos traiga alguna alegría de vez en cuando.

Autor: Arturo Tomás