Erase una vez una chica que diferente a  las demás.

Algo tímida, pero divertida, misteriosa y reservada (tiene un mundo interior muy rico, contradictorio y complejo), pero siempre con una sonrisa en su bonita cara sin apenas maquillar (ella era una chica natural y estaba aún más guapa a cara lavada).

Incluso cuando se sentía triste era adorable y preciosa de una forma poética.

Aunque le gustaba expresarse mediante su forma de vestir (algo peculiar, como ella, sin entrar en el excentricismo porque le desagrada llamar la atención y nunca fue nunca una presumida), no estaba obsesionada con la moda, las dietas, el maquillaje y los tacones como todas las demás. A ella lo que de verdad le gustaba era la poesía, el cine francés de la nouvelle vague (de hecho, ahora que lo dices se da un aire a Ana Karinna, con ese flequillo y esos ojos grandes), las novelas clásicas y la música de los ochenta y los noventa.

En el fondo ella siempre había sentido que nació en la generación equivocada, que no acababa de encajar, porque ella era una chica especial.

Podría ser la descripción genérica de cualquier protagonista de un romance Indie interpretada por Zooey Deschanel, Zoe Kazan o Julie Delpy en sus tiempos, la chica de al lado en las pelis noventeras, la chica que es guapa sin saberlo. Un estereotipo, vaya. Un cliché de campeonato que tiene sus diferencias en función de la tribu urbana a la que pertenezca el chico que se va a enamorar de ella (en vez del cine francés puede ser el hard rock, hacer escalada o reparar coches, el caso es que ella jamás será como el resto de personajes femeninos a su alrededor).

(ya está le gusta the smiths, es el amor de tu vida, FIJO)

En la ficción se atascan en la garganta de lo manidos que están, pero la parte irritante llega cuando traspasa la pantalla y, como el prícinpe azul, se convierte en una idea abstracta pululando sobre cada primera cita, encuentro o presentación.

Vamos a aclarar esto desde el principio: igual que tu NO eres Mr.Darcy ni vas a venir a salvarme en un corcel blanco (ni ganas, oiga) porque mi bienestar no es tu responsabilidad, yo NO soy “la chica especial” que se va a bajar contigo del tren para ir a mirar vinilos (¿¡Por qué esa manía con los dichosos vinilos!?).

NO LO SOY.

Soy como cualquier otra, tan parecida y tan diferente. Lo demás son películas (nunca mejor dicho), para ser más concreta la película que te estás montando porque 1) No me conoces, así que afloja, que las apariencias engañan 2) La chica especial NO EXISTE, es ficción, FICCIÓN (normalmente ideada, escrita y dirigida por hombres) y créeme, que insinuando que soy diferente, distinta, no voy a estar más cerca de serlo, porque, además 3) No me estás haciendo ningún halago por decirme que «no soy como las demás» (ser una chica «normal» ¿es malo?, ¿o es malo ser chica.? Que alguien me lo aclare). De hecho si te soy sincera suele quedar bastante condescendiente, como si me hubiese tocado un premio o algo por estar a tu altura (táctica de seducción infalible. Sí).

Porque tienes un mundo interior muy rico, contradictorio y complejo, ya te lo he dicho. ESCUCHA UN POCO, JULIE.

Así que deja de montarte películas mentales y conóceme, conóceme porque aunque no seamos personajes con un guión digno de una nominación al Oscar, a lo mejor tenemos muchas cosas interesantes que contarnos.

Conóceme porque tengo gustos más variados de lo que imaginas (Espera, ¿eso quiere decir que es posible que me guste Star Trek, el cine de autor y las pelis de Sandra Bullock a la vez? Ah, pues sí. Qué descubrimiento), porque algunos días me levanto de buen humor y soy divertida y encantadora, pero otros soy la tía más borde, rancia y desagradable que te vas a encontrar en tu vida. Conóceme porque me encanta hablar por los codos, pero también escuchar y disfrutar de los silencios cómodos. Soy rarita como yo misma y de lo más normal dentro del concepto de «tan normal que aburre». Soy igual de compleja y contradictoria que cualquier otra persona en este mundo y a la vez soy única (aunque suene como un anuncio de perfume barato).

Conóceme si quieres, y si no, no pasa nada. Sigue esperando a esa “chica especial” mientras yo busco a mi anti-príncipe azul.