Supongo que, en algún momento u otro todos habéis escuchado el típico «eres demasiado joven para enamorarte» por parte de alguien mayor que vosotras. O el gran «y qué sabrás tú del amor», también por parte de alguien mayor que vosotras. Y, seguramente, lo habréis escuchado cuando teníais ¿14 o 15 años?

Pues bien, yo tengo 14 años y no aguanto este tipo de comentarios. La verdad, me parece irónico que la gente diga esto. ¿Han olvidado acaso lo que es ser adolescente? Los primeros amores y desamores, la presión social, las inseguridades… Ser adolescente es el 60% de la vida. Es donde experimentas las sensaciones más fuertes, las más profundas y que más marcas te dejan. Es la parte de la vida en la que aprendes lecciones a base de bien y a base de mal. Es la parte de la vida en la que tomas las decisiones que marcarán tu futuro. Es donde inicias la aventura que es el amor.

Es una estupidez pensar que alguien no puede enamorarse a los 14 años. Es más ¡yo estoy enamorada! Y no tengo ninguna duda de ello. Sé lo que es el amor. Sé lo que es sentir unas ganas terribles de abrazarle y besarle cuando lo ves, de hablar con él todo el rato —es decir, de acosarle vía cualquier-chat-en-el-que-esté-él.

Sé lo que es estar pensando continuamente en él, que cualquier cosa te recuerde a él, que intentes siempre que en tus conversaciones esté él. Y sé también lo que es preocuparme de lo que siente él por mí. Preguntarme qué significa esa expresión, qué significa su guiño, su mirada, su sonrisa, sus besos, sus abrazos. También conozco esa sensación tan bonita cuando te toca. Cuando roza tu mano con la tuya, cuando incluso te coge la mano, cuando te pellizca el rostro, cuando te besa tan inesperadamente. Esa corriente eléctrica tan estimulante y relajante a la vez que te crece desde lo más profundo de tu corazón y se extiende hasta cada centímetro de tu cuerpo. Por supuesto, también conozco el miedo en el amor. Miedo a que no me quiera, a que no le guste, a que me esté utilizando, a que sea una broma. Miedo a que se enamore de otra —que suelo tenerlo siempre que le veo hablar con cualquier chica.

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Sé lo que es imaginar siempre su rostro. Sus ojos marrones, su cabello rubio, sus labios rojos y carnosos. Sé lo que es imaginar su voz. Su acento andaluz, tan dulce… Sé lo que es imaginar cómo sería acariciar su musculado torso desnudo. Sé lo que es imaginar cómo sería dormir junto a él, abrazados, toda la noche.

Conozco esa preocupación por su felicidad. Por su bienestar. Esa preocupación por saber más de él, por conocer su vida, sus sentimientos, pensamientos, deseos, sueños…

Estoy familiarizada también con la incertidumbre de si se sentirá acosado ante mis tres mensajes seguidos a un simple «valee» suyo en WhatsApp y al «¿me ignora porque se ha enfadado conmigo?» cuando veo el maldito check azul minuto tras minuto en uno de mis mensajes.

Y adoro cuando me llama por Skype tan inesperadamente. Adoro cuando me llama fea, y yo le llamo chulo, y entramos en un bucle más largo que el «no, cuelga tú primero». Adoro sus emoticonos de corazones, aun siendo falsos. Adoro que ría mis gracias, aun cuando no tienen gracia. Adoro cada cosa que hace, es y representa.

Así que sí, sé lo que es estar enamorada. Sé lo que es y lo deseo. Porque sentirse enamorada, a cualquier edad, es lo más bonito y excitante del mundo.

Autor: Judith García