Nos decidimos a quedar después de muchas idas y venidas. Cuando no se moría una mascota se moría un cactus y así fuimos tirando durante meses conformándonos con ser «novios» de whatsapp. Ya nos habíamos acostumbrado a darnos los buenos días, las buenas noches y a, casi, contarnos el color de nuestras heces. Por eso, decidir quedar, fue bastante duro.

Es inevitable pensar que la persona con la que llevas hablando y fantaseando dos meses no va a ser como esperas porque la tienes muy idealizada, así que tiendes a tardar más de lo normal en quedar cuando te das cuenta que de esa cita todo va a ir regular. Pero como soy una valiente quedé con el chico en cuestión y esto es lo que pasó.

OtVO

Nos encontramos en un bar del centro, era verano, yo llevaba un vestido ideal y él iba vestido bastante mono y con una gorra que le cubría del calorazo. Los primeros 30 minutos fueron un poco insufribles pero en cuanto se me cayó al suelo la cerveza todo fluyó. Estuvimos un par de horas más riendo y bebiendo hasta que pasamos a la acción. Decidimos irnos a mi piso y seguir con las copas, a la que me quise dar cuenta estaba en bragas y sujetador tirada en la alfombra y con mi amigo comiéndome la boca.

Todo iba bien hasta que decidió bajar a comerme el pastel. Me explico. Mi acompañante mide 1,90 y yo mido 1,60, así que hasta que no estuvimos en horizontal y con esa perspectiva no pude verle bien del todo. Él estaba dándolo todo con su lengua cuando empecé a verme los muslos manchados de algo marrón. Empecé a desconcentrarme porque no entendía con qué carajo me había manchado tanto. Me lo quise quitar y se iba sin problema, pero a la que me despistaba ahí volvía a aparecer. Decidí cerrar los ojos y entregarme al goce y lo hice del todo.

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Cuando me tumbó en la cama y me puso a cuatro patas lo gocé lo más grande, estaba muy bien dotado y me noté la sacudida hasta el cerebro. Acabamos los dos y nos quedamos medio dormidos. A mitad de la noche él me dijo que se tenía que ir y que me llamaría. Estaba tan en coma que ni me levanté para despedirle, y lo primero que vi al volver a abrir los ojos fue el reloj marcando las 11 de la mañana. Estuve un rato vagueando y al levantarme lo vi todo. Mis sábanas blancas e inmaculadas estaban manchadísimas, el mismo tono que mis muslos la noche anterior.

Lo primero que pensé que era fue mierda, pero luego me cercioré de que no lo era (ni preguntéis). Olía bien, así que pensé que quizás era el nuevo bodymilk que me había comprado y puse todo a lavar. Hasta que me encontré con la gorra de mi compi en el salón, y al cogerla para hacerle una foto y mandársela lo comprendí todo. Mi amigo follador debía ser de los habituales a la Teletienda y se había comprado el spray que te cubre el cartón de la cabeza, vamos, las calvas. El problema de la mierda aquella es que desteñía todo y con el calor iba todo a peor. Ni me había enterado de que era medio calvo porque mi metro sesenta no me dejó ver su cabeza de uno noventa. Al llamarle le comenté con gracia lo que había pasado y me confesó que era la primera vez que lo usaba y que lo sentía, pero que tenía tanto complejo que había recurrido a la única opción rápida que se le ocurrió antes de quedar conmigo.

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Dos meses después empezamos a salir, y dos meses después se rapó la cabeza.

 

A.