He estado dudando si mandar esto durante mucho tiempo, porque desde luego yo pienso en «follodrama» y me viene este automáticamente a la cabeza (no es que no tenga otros, pero es que este… este se lleva la palma). Al final he decidido que bueno, el chico no va a ver esto jamás así que al menos la gente puede echarse unas risas a mi costa.
Navidad en mi ciudad, una ciudad pequeña de cuyo nombre fingiré que no me acuerdo para mantener el secretismo. Yo estaba de Erasmus en Roma en ese momento, así que vuelta a casa por Navidad. Fin de año. El fin de año más loco de nuestra vida, básicamente en nuestro grupo de amigos acabamos liándonos todos con todos. No sabemos si es que nos echaron algo en las copas o que se nos fue la olla brutalmente, pero dimos todo el espectáculo en un pequeño bar de la ciudad. Una burrada, en resumen.
Y al día siguiente me entero de que al parecer, de la borrachera que llevaba, no se me había ocurrido otra cosa que pedirle a un amigo (sobrio) que me trajera a algún chico, que quería tema. Como si ya no hubiera tenido suficiente con morrearme con todos mis amigos (y varias amigas). Así que mi amigo fue a un chico del local, llamémosle Lucas, a recomendarle que se acercara a mí porque estaba receptiva. El chico al parecer vino todo emocionado y yo le metí la cobra de mi vida.
Bueno, cuando me entero de esto (no recuerdo absolutamente nada), me siento fatal así que le pido a mi amiga (que le conoce) el número del chaval para pedirle perdón. Que lo siento mucho, que no me acuerdo, que le hice un feo. Y así hablando hablando, me pasa una foto (no me acordaba de su cara), me parece mono y decidimos quedar a tomar un café. ¿Por qué no?
Dos citas después se atrevió a darme un beso. Y la temperatura fue subiendo. Total que nos subimos a su coche y nos vamos lejos, lejos, a aparcar supuestamente a un faro. Al faro no llegamos ni de coña, pero acabamos en una especie de párking de una playita apartada justo enfrente (éxito de orientación). Sobeteo por aquí, sobeteo por allá, y el chico estaba súper nervioso.
Al parecer estaba extremadamente sobrepasado por la situación, porque yo le parecía un pivonaco y él no tenía mucha experiencia. Y como se ponía nervioso porque no quería decepcionar, se le bajaba. Y ya ni hablamos poniéndose el condón.
Quiero hacer un inciso aquí diciendo que yo he hecho algunas tonterías con el condón (no muchas, pero más de cero ya son demasiadas) y que me arrepiento mucho de esa época de mi vida. A día de hoy no concibo el arriesgarme a hacerlo con alguien desconocido sin condón, ni diez segundos. Pero en ese momento, en pleno calentón, mi pensamiento fue el siguiente «Lo hacemos sin condón durante diez segundos contados, así se le mantiene dura, y le pongo el condón».
Y así se lo propuse (gilipollez extrema, POR FAVOR NO HAGÁIS ESTO EN CASA. Ni en casa, ni en el coche, ni en ningún sitio.) Seis segundos después. SEIS. PORQUE LOS ESTABA CONTANDO. (Que aunque parezca ridículo lo de los 10 segundos no era una forma de hablar), me aparto y se corre. Pum. Plas. Así.

Seis segundos. 6. VI. Six.

Y ahí me veis a mí, vestida únicamente con unos calcetines largos (era enero, pofavó, y VIVA EL FOLLAR CON CALCETINES), con las manos en la cabeza y dos grandes dudas en la mente: ¿Se habrá corrido dentro? ¿Puedo ser más estúpida?
Y es justo en ese momento en el que veo las luces. Miro a mi derecha (estábamos en la parte de atrás) y veo una furgoneta de la guardia civil aparcada a apenas medio metro de nosotros. Se me cae el mundo. Obviamente se podría ver que estaba desnuda (a pesar del vaho de los cristales típico de cuando tienes sexo en el coche) porque el guardia civil DIO TODA LA VUELTA AL COCHE para llamar a la ventana de Lucas (en vez de a la mía, que era la que le quedaba cerca), y pedirle que saliera.
No me he vestido en mi vida más rápido y en una situación más extrema. Lucas se viste, sale, y vuelve a los cinco minutos diciendo que al parecer, alguien había llamado a la guardia civil porque había niños. Lo cual es una gran mentira porque estábamos apartados y no había casas alrededor. Nuestra teoría es que alguien debió intuir lo que estaba pasando (éramos el único coche en mucha distancia) y llamó a la Guardia Civil para fastidiar, o porque le haría gracia. Por suerte, el guardia lo único que nos dijo fue que hiciéramos el favor de alejarnos un poco. Yo ya me veía en problemas muchísimo más graves.
Y al final, como el chico no podía asegurar que no se hubiera corrido dentro, nos fuimos a por la pastilla del día después. Ah, era el día de Reyes, ahora que recuerdo. Así que sí, ese fue mi auto regalo de Reyes.
La verdad es que al final, a pesar del follodrama y de la rabia (¿soy la única que piensa así?) que es «contar» a alguien (¿a cuántos te has follado?) por seis (seis, seis) segundos de polvo, con el chico muy bien y estuvimos «liados» (pero sin vernos en persona) una temporada a distancia. Hasta que al final se empezó a volver súper dependiente y la cosa se puso tensa… pero eso ya es otra historia.

Anónimo