Lo más típico, un chico y una chica, o sea ser: YO, que se conocieron en una fiesta de pueblo, rodeados de coches con el maletero lleno de altavoces capaces de ahuecarte el tímpano. El chico no tenía nada de malo, ni yo tampoco, estaba entusiasmada porque hacía vida desde que había follado por última vez (con mi ex en ese entonces).

Qué puta fantasía de noche, yo llevaba una falda de leopardo (Dios cómo me quedaba esa falda, y me seguiría quedando si no la hubiera tirado. Qué razón tiene mi madre: “No tires la ropa, que luego se vuelve a llevar”) y una blusa negra con tachuelas, que por cierto era súper incómoda pero me la ponía en cada fiesta que iba por lo sexy que quedaba.

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El tío era un simple chaval de pueblo, eso sí, alto y guapo para mis ojos, aunque no sé si creer en mi criterio teniendo en cuenta el nivel de alcohol en sangre que llevaba. Pero lo recuerdo todo tan nítido que me da igual JAJAJA… (Cómo no recordarlo).

En un principio todo iba normal, ya sabéis, hablar, coquetear, nos “echamos otro cubata” y para ir al grano le solté textualmente: “¿Noh vamoh pa lo oscuro?” (Sí, así, porque soy andaluza). Qué se me pasaría por la cabeza para decirle eso, vaya ocurrencias… ¡SÍ JODER, VOY A FOLLAR! Lo que derivó a ser un problema fue que ni él ni yo teníamos preservativos y no nos íbamos a quedar con las ganas, por lo que le medio convencí para que se bajara al pilón y oye, lo hizo, el chaval cumplió y de buena gana. Me fui a encargar de su tema (ya me entendéis) pero no me dejó, me dijo que no se sentía bien dejándome hacer eso solo porque él me lo hubiera hecho a mí.

A continuación, abrió la guantera del coche, sacó una bolsa de plástico, y no hizo otra cosa que colocársela en la polla con toda la decisión y el cuidado del mundo. Obvio que le paré los pies y le dejé claro que esa bolsa no iba a entrar en mi “pepe”. Lo mejor fue lo que respondió: <<qué va mujeh, por el pepe no, por el culo>>. Saltaron las alarmas y yo con ellas, que salí del coche sin medias y con la falda de leopardo hasta el sobaco, dispuesta a guardar ese recuerdo bajo llave hasta que me incitaran a contarlo para ganar un concurso (vamos… un follodrama en toda regla).

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Soy sincera cuando digo que ni por asomo volvería a hacer ni decir aquello, no tenía filtro, soltaba lo primero que se me venía a la cabeza. En parte se echa de menos, pero con la edad aprendes que es mejor para una misma guardar las palabras y poner más en práctica miradas psicópatas y la bendita ignorancia. Besis.

Anónimo.

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