Me fui de viaje al extranjero con una beca y me entregué al fornicio y a pasarlo genial. Fue una noche que salí solo que la conocí, era una chica bastante maja y la conversación fluyó de inmediato. A los 5 minutos estaba restregándome el chochet en el muslo y decidimos que era un buen momento para ir a casa a seguir con la fiesta. El idioma no fue demasiado problema para ponernos cachondos, ella no hablaba inglés ni español y yo solo hablaba inglés y español, así que optamos por el idioma universal tinderiano que es magrearse como si no hubiera mañana.

Una vez en su casa no duramos ni dos segundos vestidos, nos dedicamos a follar en cada rincón de su casa y acabamos en la cama hablando y contándonos las cosas de la vida. Caímos rendidos y me desperté con su mano en mi polla conduciéndola a su culo. «He triunfado, esto sí que es despertarse a tope». Estábamos en pose «cucharita» y empecé a darle movimiento a aquello, pero de repente ella giró su cara para besarme y lo vi. Encima de su ceja había una mancha oscura.

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No podía ver bien lo que era porque estábamos a oscuras y me quité las gafas, pero empecé a darle duro a la cabeza a intentar recordar si la muchacha tenía una peca o algo del estilo encima de su ceja. No recordaba nada así y, aunque intenté seguir dándole duro, mi instinto de supervivencia dijo «hasta aquí hemos llegado» y mi pinga se convirtió en una broma. Ella, preocupada, se giró del todo y me dijo que si no me gustaba dar por el culo, y ahí lo vi claro: tenía un trozo de mierda en la cara y yo no podía dejar de mirárselo y pensar en cómo cojones había llegado eso ahí.

«Tendrías que ir al baño, tienes algo en la cara».

Al ver mi cara ni me preguntó y se fue corriendo, los gritos de después confirmaron mis sospechas y se encerró en el baño. Encendí las luces y empecé a mirarme la polla al segundo, pensando que la tendría llena de mierda y que aquello parecería la cama del yonki de Trainspotting, pero no. No había ni rastro de mierda y estaba todo limpio.

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Evidentemente la cita se fue a la mierda (y nunca mejor dicho) y nos despedimos, pero aún hoy sigo con la duda de cómo llegó ese trozo de mierda a su cara. La teoría que tiene más sentido es la de que ella se metió un dedo para dilatarse y así poder meterse mi polla por el culo, y que se apartó el pelo de la cara o se tocó la cara después y se le quedó un trozo de mierda mochilera que llevaba. Lo que de verdad sucedió no lo sabré nunca, solo Iker Jiménez podría ayudarme y me temo que ni a él se le ocurriría una explicación para mi cita de mierda.

Ya no voto a Zapatero.