Hace dos años mi novio y yo lo dejamos. Teníamos una relación a distancia y aunque nos queríamos mucho, parecíamos más amigos que otra cosa. Llevaba 6 años con él y aunque era un buenazo, debo decir que en la cama era más bien normalete. Es decir, yo era un pollito recién salido del cascarón que no tenía ni puta idea de lo que era un orgasmo, para que os hagáis una idea.

Por suerte mis amigas estaban ahí para ponerme al día, así que me dieron una masterclass sobre el tema, me instalaron Tinder en el móvil y me dieron un empujón para salir de mi zona de confort. Estuve más o menos medio año mareando a los chicos de Tinder, sé que está mal y estoy segura de que el karma me castigó con este follodrama por ser una cansina al principio. Supongo que me daba demasiado pánico quedar con alguien a quien no conocía, así que hablaba con ellos durante días pero luego me entraba la neura y desaparecía.

Por suerte acabé quitándome la vergüenza y empecé a darle caña a la maraca. Una de las primeras personas con las que quedé fue A., un chico aparentemente muy tierno que trabajaba en un hospital y que me entró por los ojos nada más verle.

Un buen día yo estaba con mis amigas haciendo cata de vinos en casa (es decir, mamándonos como perras fingiendo ser enólogas), así que me entró la calentada y decidí hablar a A. para proponerle quedar. Llevábamos tonteando varias semanas y el vino de Toro es muy traicionero. Él me dijo que sí, así que quedamos en un bar que nos quedaba de camino a los dos y pa’ allá que fui.

Bebimos, bailamos y nos enrollamos, y cuando noté que el muchacho la tenía como el fémur de un brontosaurio, le propuse marcharnos a un lugar más íntimo. Como yo vivía con dos amigas (que probablemente estarían de vino hasta el culo) y él vivía solo, fuimos a su casa.

Cuando llegamos, él me propuso hacerlo en la ducha. A mi me pareció una idea TOP porque estaba bastante verde en el terreno sexual y me apetecía probar cosas nuevas. ERROR. Resulta que follar en la ducha es una puta mierda y quien diga lo contrario o miente o tiene una ducha más grande que mi casa. A uno de los dos se le enfría el culo sí o sí, es una ley científica.

Pese al riesgo de congelación, lo hicimos. Hasta aquí todo bien (no perfecto, pero bien). Lo malo llegó después.

El muchacho se quitó el condón, lo tiró al suelo por encima de la mampara y echó jabón en la esponja. Me pidió que me diese la vuelta y me empezó a enjabonar por detrás. Todo ok. El problema es que de repente noté que paraba de enjabonarme y sentí un líquido caliente por mi espalda.

Vale, pues estará aclarando el jabón con la alcachofa de la ducha”, pensé yo.

Un momento…”, volví a pensar mientras miraba al techo.

La alcachofa era fija, no se podía mover, así que lo que me estaba mojando la espalda no era agua. Me giré y ME ESTABA MEANDO ENCIMA. Lo peor de todo es que no paró cuando le pillé con las manos en la masa.

El sabio que dijo que “es más fácil pedir perdón que pedir permiso” mentía, porque la bronca que le eché al chaval por no avisar fue digna de una telenovela. Qué mínimo que decirme algo rollo “oye mira, que me molaría mearte encima, ¿puedo?”

A. y yo no volvimos a vernos y yo no he vuelto a meterme en la ducha con ningún tío.

Autora: una hater de las duchas

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