Maricón, 22 años y mucho tiempo sin ver a mi pareja, son los ingredientes perfectos para una catástrofe, o en este caso, un follodrama.

Os pongo en contexto, mi novio vive en la ciudad en la que estudio, durante el periodo lectivo todo son risas, alegría y sexo, el problema empieza cuando llegan las vacaciones y yo me tengo que ir de vuelta a casa, es ahí, justo ahí, donde empieza la mierda.

Pues bien, más o menos a mediados de julio, después de un mes y medio sin verle decide venir de visita, a pasar el día juntos, lo que viene siendo una visita express. Llega, nos damos una calurosa bienvenida, mimos, besos, abrazos y demás repertorio romántico-festivo, nos vamos a comer fuera, una cita perfecta, fantástica y estupenda. Hasta ahí todo bien y como es obvio, después de un tiempo sin vernos y de una suculenta comida, nos apetece fornicar como conejos en celo; es aquí donde empiezan los problemas.

“Primero que todo” yo no vivo solo, sino con mis padres, osea que cualquier oportunidad de retozar en una cama está descartada, (Y de un hotel nos olvidamos, tenemos presupuesto de estudiante y eso no llega ni para el más cutre camastro de la ciudad) así que tiramos de un clásico, la parte de atrás de un Opel Corsa. Como es lógico le llevo a la parte con menos tránsito (por lo menos que yo conozco) de la ciudad. Vamos a la parte de atrás y empezamos con la diversión, preliminares por aquí, chupaícas por allá, todo bien todo correcto hasta que vemos un coche, que se para cerca de nosotros. No le damos importancia, no nos puede ver, pero se empieza a acercar, conduce lento hasta ponerse en paralelo a nosotros, a mí en ese momento y con un gran tema entre manos, me da igual que miren, llevaba tanto tiempo a pan y agua que un coche no me lo iba a estropear, hasta que abrió la puerta.

No, no aparecieron mis padres, ni algún conocido, nada de eso, sino que bajó un hombre totalmente desnudo (Con gafas de sol por supuesto) azucarándose él solo el churro y caminado hacia nuestro coche. A mí que me miren follar casi que no me importa, que se la estén cascando mientras miran pues lo puedo aceptar, pero que te acerques al coche de mi novio, en plena calle, totalmente desnudo, con intenciones pecaminosas ya no, eso es demasiado “no way bro”. Nos largamos, corriendo, como alma que lleva el diablo, sin mirar atrás.

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Aparcamos un par de calles más lejos, para recomponernos y analizar el percal que acababa de suceder, respiramos, un cigarro post-trauma (que debía ser post-coito) y llegamos a la conclusión de que a parte que hay mucho salidillo por el mundo, ponernos a follar en un coche de día era mala idea, así que simplemente esperamos a la noche, un rato antes de que él se volviera a su hogar para rematar la faena.

Y así fue, calló la noche, se encendieron las farolas y fuimos a un lugar cerca del primero, un barrio en construcción en el que no había luz, todo oscuridad, todo perfecto para follar, esta vez sin intrusos, solo nosotros. Empezamos igual que antes y en un momento dado me la empezó chupar, os podéis imaginar, por fin, un momento de máximo placer, después de tanto tiempo, era todo como de película porno (pero de las buenas, de las que tienen presupuesto). De esto que noto un poco de dolor, como un pinchazín en el glande, nada que me preocupe, le dejo seguir con su labor, hasta que ya no, de repente el pinchazín fue dolor, pero de verdad, le dije que parara, que me dolía, preocupado me pregunto qué pasaba, yo lo dije que me había dolido mucho, dimos la luz para poder ver que pasaba. Mierda, eso fue lo que pensé cuando vi sangre, en mi polla, en mi glande, como si Tarantino estuviera dirigiendo la escena (Vale, ahí me he pasado, quizá no tanta, pero si había bastante), y otra vez jodido el polvo, dos veces en un día. Aleluya. Y corriendo a urgencias. Por suerte no era nada grave, un pequeño desgarro, enseguida se me pasó el dolor, un poco de betadine y a la cama.

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Como es lógico él se volvió a su casa, y yo me quedé en la mía, al borde del llanto por la impotencia de no haber podido rematar lo que parecía un polvo perfecto. Cigarro en mano repasé todo lo sucedido, la verdad es que no me lo podía creer, como lo que parecía una visita especial acabo con un desgarro y una visita al hospital, ya más cosas ese día no me podían pasar, apagué el pitillo y me fui a dormir.

Juan.

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