Testimonio de Melina Bronfman:

A los 16 años tenía una relación por demás apasionada con un compañero de colegio, pero la familia de él nos veía de una forma idealizada, como mínimo. Éramos los “noviecitos”, dulces e inexpertos en sus primeras experiencias amorosas, y así nos mostrábamos ante ellos. Un día en el que hicimos el amor en su casa, yo estaba con mis reglas, por lo que tuve que ir al baño a desechar un tampón bastante cargado.
Llegaron sus padres y nos reunimos con ellos en el salón.
Pocos minutos después el perro de la familia encontró mi tampón en el bote de la basura y se lo llevó a la sala a devorárselo delante de toda la familia. Mi novio tuvo que perseguir al perro, y sacarle el tampón de la boca por la fuerza con todos los detalles visuales que ello implica.
De repente, “noviecito” se transformó en ese momento en un salvaje hombre de las cavernas para sacar de las fauces de una bestia salvaje una cosa masticada chorreando sangre, con el raro detalle de que tenía un cordón azul.
Sin remate.

Quien más, quien menos, todos hemos pasado por una experiencia sexual que nos ha traumatizado de por vida (os sorprendieron sus padres, su tatuaje te impidió concentrarte, el lugar no fue especialmente idílico, tenía filias raras e inesperadas…).
¡Folladrama!
¡Exorciza tu polvo más desastroso! ¡Ríete (por no llorar) de aquel «Follodrama»! :

Escríbenos a info@weloversize utilizando como asunto: «Follodrama» contándonos de manera anónima (o no), la experiencia sexual que peor te haya tocado la patata. ¡Cuantos más detalles, mejor!
Cuéntanos tu follodrama con independencia de tu género, orientación sexual, signo zodiacal y el tipo de relación que mantuviste (individual o acompañado/a de un número indeterminado de personas). Follodramatizarlo es cuanto menos, una manera elegante de contar a los cuatros vientos que aquello fue un desastre.

Cada semana elegiremos un testimonio de todos los que nos enviéis, y Ana Belén Rivero lo garabateará.
¡Queremos conocer tu Follodrama!