Hola hermosas, como gran seguidora de este blog que soy he decidido compartir el follodrama que me tocó sufrir ayer noche, porque ya que no me dio una alegría p’al cuerpo, al menos que sirva para unos jajas a las amigas que me leen.

Pongámonos en situación, tengo 21 años, estoy de Erasmus y ayer la ovulatoria me tenía las hormonas caza hombres más high que el Empire State. Toda esta conjunción astral se juntó con que además fuera la fiesta pre-Halloween de unos amigos, así que yo iba con el body ready, stady and go para lo que pudiera surgir. Antes de ir a la fiesta quedamos unos cuantos del grupo para disfrazarnos juntos, y una amiga invitó a otro chico que yo no conocía para que se nos uniera e ir para allí todos juntos. El susodicho resultó ser un adalú mu simpático, con su acento, su metro ochenta, pelo rubio y ojos azules como el Guadalquivir. El radar de empotradores me hizo bip bip bip y el chaval, que era bien majete, pues no tardó en entrarme al trapo. Nos acabamos de maquillar, componer etc y tiramos para la fiesta.

Allí entre cerveza y cerveza, broma y broma el andalú y yo empezamos a tirarnos unas fichas más grandes que la Giralda. Teníamos una química increíble y empezamos a subir el tono de la conversación cada vez más y más. Yo me lo estaba pasando pipa, el chico era bien mono y además muy rápido de mente, cada cable que yo le tiraba lo recogía y  aumentaba la apuesta. Al acabar la fiesta unos cuantos nos fuimos a continuar con la jarana a un pub. Para aquel entonces mi match y yo estábamos ya inmersos en una conversación metafórica sobre nuestros gustos en la cama y yo estaba looking forward a que me demostrara aquello de “para hacer bien el amor hay que venir al Sur”. Llegada cierta hora el muchacho se empezó a quejar de que vivía lejos y de que el último bus salía pronto así que tendría que ir pensando en irse. Yo, conocida mundialmente por mi caridad cristiana, le ofrecí que si le daba palo podía venirse a dormir a mi sofá. Él aceptó raudo y veloz, sabiendo que del sofá no iba a catar ni la tapicería.

Seguimos un poco más que si jiji, que si jaja, que si unas manitas por aquí, que si unas caricias por allá. Yo estaba a gusto y la verdad que me daba morbo esperar, además que tampoco me apetecía darme el filetazo delante del resto de amigos con este ser que acababa de conocer. La conversación estaba yendo taaaaaaaan bien, que me parecía que en lo sucesivo tendríamos la misma química. ERROR. FAIL. MU MAL. Nota mental para el futuro: catar un poco el producto antes de llevártelo a pernoctar a tu sofá (ejem cama) por mu bien que se le dé el parloteo. Si lo hubiera hecho probablemente no me hubiera llevado la sorpresa que me llevé luego.

Total, que en algún momento decidimos ya retirarnos y continuar la noche en mi casa. Fuimos andando de la mano, bien lindos, pensando en todas las guarradas que nos íbamos a hacer (al menos era en lo que mi mente iba ocupada). Llegamos a mi casa y le digo que igual el sofá es muy incómodo, que se suba a mi cuarto. Él, que parecía que sabía a lo que venía, acepta. Subimos, nos sentamos en la cama y después de las bromas de rigor nos empezamos a liar. Ahí ya dije “meh”, tampoco es que bese como un Dios, pero bueno decente, podemos trabajar con ello. Después de darnos el lote un rato y ver que el muchacho no movía ficha, decidí pasar yo a la acción y decirle que si no le sobraba un poco de ropa. Nos empezamos a desnudar, me pongo encima suya y empiezo a besarlo a lo “hoy arde Troya” y bajo la mano esperando una buena erección. Y va a ser que no.

Yo, optimista por naturaleza, me digo “no pasa nada, esto es por el frío del paseíto y los nervios, seguro que la cosa va mejorando”. ¿Pues sabéis qué? Que no. Que por mucha performance que me esmeré en hacer aquello no mejoraba hermanas. Y obviamente que el tamaño no importa, pero es que no era solo eso, era que el señoro en cuestión tenía menos skills sexuales que Patricio y Bob Esponja, que no se movía, no hacía NA-DA y lo peor es que se seguía creyendo un Dios del sexo. Total, que después de unos tocamientos a mi persona más bien poco afortunados y un intento de penetración en el que me sentí como Samantha de Sexo en Nueva York cuando tiene ese novio con el que no nota NA-DA. Pues se le metió en la cabeza que se tenía que correr y allí se puso él solito a concentrarse y a darse amor.

Yo me sentía como que sobraba y allí estaba a su lado, muerta de sueño, esperando a que él se quedara a gusto. Que tiempo más mal invertido. Cuando por fin acaba pues nada, le digo que buenas noches y a dormir (que a ver por muy mal que lo hiciera el hombre vivía lejos y no eran horas para echarlo). Y lo peor es que yo, tonta de mí, cuando por la mañana se despertó con el mástil y la bandera en alto, quise darle otra oportunidad. ¿POR QUÉ? Porque una es una soñadora empedernida que se cree que el sujeto en cuestión podía haber mejorado sus artes amatorias después de un sueño reparador. ¿Y sabéis qué? Pues que no, obviamente.

¿Lo positivo? Que el chico al fin y al acabo me cayó bien, y yo creo que me llevo un coleguita.
¿Moraleja? No dejes que te over-calienten las bragas con la labia que luego vienen los disgustos. Oír, ver y follar.

Kapricornio kansá