Este abril mis amigas y yo decidimos hacer un viajecito para celebrar que ya acabábamos la carrera. El resto de la clase se fue a Cancún, pero nosotras somos pobres así que buscamos un destino bueno, bonito, barato y con playa. Tras darle muchas vueltas, decidimos ir a Alicante, ya que nosotras vivimos en León y tenemos las playas norteñas muy vistas.

Hicimos las maletas, compramos un billete de tren y nos fuimos a las tierras del sureste peninsular en busca de un buen moreno, borracheras dignas de pasar a la historia y, con algo de suerte, ligar. Por hache o por be, todas estábamos solteras. Como veis, los astros se habían alineado para pasar un finde maravilloso en buena compañía.

Tras unas seis horitas aproximadamente, llegamos a nuestro caluroso destino dejando atrás las frías tierras de León, que parece el otro lado del muro (incluso si me apuras tenemos algún que otro caminante blanco por allí). Los dos primeros días el plan fue dormir mucho, ir a la playa, comer como cerdas y salir de fiesta, y en una discoteca de la zona conocimos a un grupito de chicos que nos hicieron tilín.

Eran majos y no iban a saco, así que había muy buen rollo entre los dos grupos. Por eso no era raro de esperar que alguna de nosotras se enrollase con alguno de ellos. En la discoteca abrió la veda mi mejor amiga, que se dio el lote con el rubiazo del grupo. Fue entonces cuando uno de ellos me empezó a hablar de manera más íntima y personal, interesándome por mi vida, mi carrera y el número de lunares que tengo en el cuello.

Vaya, que estábamos cachondérrimos como cerdos pero a mí el rollo de enrollarme delante de todo el mundo no me va. Si voy a catar polla, la cato en la intimidad, así que le dije de irnos a un sitio más privado… La playa. Dimos una vuelta por el paseo marítimo buscando alguna zona de la playa que no fuese muy turística, aunque eran las 4 de la mañana y no había ni Clifford por la calle. Total, que entramos en la zona de la arena y nos empezamos a dar el filetazo a tope.

Cuando él tenía las manos en todo mi pastel, se me ocurrió la genial idea de bañarnos en pelotas y follar en el mar. Siempre había sido una fantasía muy bestia para mí, pero cuando lo había intentado en el norte a los tíos se les ponía cacahuete cacahuete con las frías aguas del atlántico. A este chaval el moló mi plan y nos metimos en el mar.

Tras diez minutos dándole caña al tema, de repente pasó…. Noté un pinchazo como si me acabasen de clavar diez agujas en el muslo. Pegué un grito terrible y salí corriendo en bolas del agua. Cuando me miré la pierna, la tenía más roja que el coño. Me acababa de picar una medusa y no podía ni caminar.

Os juro que el dolor era insufrible, así que nos vestimos corriendo y fuimos al hospital. Allí me contaron que me acababa de picar una medusa venenosa, y mientras yo escribía mi testamento, el chaval desapareció dejándome dolorida, envenenada y borracha. Por suerte llamé mis amigas, que vinieron corriendo

Autora: una que preferiría estar en Cancún.