Jack está gordo. Eso no significa que yo sea la persona menos superficial del planeta y que haya tenido que centrarme en que es una bellísima persona para amarle.

Jack está gordo y también es uno de los hombres más atractivos que he visto en mi vida.

Para no escandalizarse con la veracidad de esta frase hay que entender un complejísimo concepto: gordo no es un insulto, es un adjetivo calificativo para describir a alguien, exactamente igual que flaco, alto, rubio o imberbe. Ya, esto es ultra revolucionario porque desde que somos unos críos babeando figuras de Lego en la guardería oímos cómo nuestros padres y profesores usan peyorativamente ese término para clasificar a la gente. Después, nosotros, tiernas esponjas, nos encargamos de poner sobre los hombros de niños y niñas gordas suaves y delicadas palabras como ‘seboso’ o ‘vacaburra’.

Jack lleva haciendo oídos sordos a bocas mezquinas toda su vida. Incluso en una ocasión yo, para animarle, le dije con tono fraternal y condescendiente: «Pero qué cosas dices, si tú no estás gordo». Lo siento tanto, tanto. Siento haberle dicho semejante estupidez. Sí está gordo. De la misma forma que yo ardo en deseos húmedos y censurables cada vez que pienso en cualquiera de los cuadrantes de su piel.

05BRAWN-WEB1-master768

Vamos a ignorar que mis partes favoritas del cuerpo de un hombre coincidan poco con las del resto. Si hacemos esto es por cuestiones prácticas: si me pusiera a pormenorizar las manos, las pestañas y las cicatrices de Jack, tendría que dejar de escribir y empezar a masturbarme.

Jack, como buen gordo, tiene el culo gordo. Y qué culo. Incluso antes de ver la forma redondeada, simétrica y mordisqueable que tenía su culo tan solo cubierto por el fino algodón de unos bóxers negros, ya quería escribirle coplas, sonetos y, si me apuráis, hasta una declaración de independencia. Aunque acabe padeciendo el estadio más grave de Alzheimer, no seré capaz de olvidar mis caricias traviesas, leves e imperceptibles al culo de Jack en mitad de un bar.

La hostia, qué empalagosa estoy. Pero, bueno, ya que estamos, pues seguimos con su ausencia de abdominales, con su vientre, con su barriga: es redondísima, como el giro de una peonza o la onda que produce una piedra preciosa y precisa en mitad de la laguna en calma. Tengo la suerte de saber lo que es posar mi mano y recorrerla de este a oeste antes de anclarme y, al fin, descansar sobre el pecho de Jack.

zach%20miko%207_MGTHUMB-INTERNA

También me parecen exquisitos sus muslos, sus codos, los meñiques de sus pies y sus brazos grandes, aunque no musculosos, cortando leña para encenderme la chimenea de la casita de campo de sus padres.

En definitiva, resumen y conclusión: Jack está gordo, pero antes de enamorarme de él y querer hacerte tantísimo el amor, la primera vez que le vi con su traje negro, su camisa granate, su guitarra al hombro y su pelo desordenado, también me lo hubiese follado.

Paula Aguirrezabala

 

En las fotos: Zach Miko