A veces me imagino nuestro corazón como una máquina. Una máquina compuesta por engranajes, pequeñas tuercas, piezas oxidadas y nuevos tornillos brillantes y recién estrenados.

Me imagino cómo las poleas empiezan a moverse más rápido cuando me acerco a ti. Noto cómo giran mis engranajes cuando me besas.

Pero la máquina de cada uno funciona a un ritmo diferente. Algunas comienzan poco a poco, tomándose tiempo para ver que las piezas encajan, para comprobar cada fallo antes de rodar más fuerte. Otras máquinas comienzan a máxima velocidad sin conocer el funcionamiento y, más adelante, se ven los fragmentos que fallan. Unas veces se podrán cambiar y otras, sencillamente, tendrán que dejar de funcionar.

La mecánica del amor es extraña y diferente. Nadie es capaz de conocer cómo funciona cada persona. Nadie puede aventurarse a saber cómo siente o cómo es el ritmo que lleva el otro.

Por eso, hay veces que se unen dos personas que quieren a ritmos diferentes y no se puede hacer nada. Porque no puedes pedir que nadie te quiera cuando no lo siente. Ni puedes pedir perdón por querer “antes de tiempo”.

Porque no existe el tiempo concreto en el que empezar a querer. El amor, esa extraña mecánica, no viene con manual de instrucciones.

¿Cómo es posible que esa persona no te quiera? Todo es perfecto para que comience a sentir, para que su máquina comience a funcionar. Pero cada corazón es un mundo. Un mundo de engranajes, de piezas, de extraños mecanismos. O de impulsos, emociones, corazas o miedos. Cómo sea. Aunque todo sea perfecto, aunque alguien parezca hecho para otro, no podemos forzar a que su máquina se acelere por ti. Nadie puede activarla a destiempo.

Así que, amores de mi vida, no pude ni puedo enfadarme porque me dejarais de querer, ni tampoco puedo odiarme porque las tuercas de mi corazón comenzaran a ajustarse por quien no debía.

No me voy a hacer experta en conocer las poleas y engranajes de corazones. Pero me he propuesto aprender poco a poco cómo va funcionando mi máquina y la tuya. Conocer los diferentes ritmos. Saber cuándo tus piezas se ajustan, averiguar cuándo tus engranajes necesitan más mimo para funcionar bien o si las poleas funcionan mejor con risas y confidencias. Hagámonos mecánicos del corazón. A ritmos diferentes pero cercanos. Pongamos piezas nuevas y rescatemos las olvidadas.

Venimos sin manual de instrucciones, la mecánica del amor es imposible de aprender. Pero déjame ver cómo las poleas empiezan a moverse más rápido cuando me acerco a ti. Nota cómo giran mis engranajes cuando me besas.

Imágenes: (500) days of Summer – 2009 Fox Searchlight Pictures