Después de seis años estudiando en la universidad, en mi querida Andalucía, viviendo fuera de casa, trabajando para pagar alquiler y caprichos….llega el día de la graduación, toda la familia encantada y yo horrorizada porque eso significaba que la vuelta a casa era inminente.

Como podréis entender seis años fuera a 600 km de mi ciudad, las visitas a casa se reducían a dos al año (navidad y verano), las pocas amistades que me quedaban del instituto habían volado hacia campos más fértiles.

Y ahí estaba yo, a mis 24 añazos, en casa de mis padres y recién terminada una relación de tres años que no había acabado nada bien (resulta que mi compañera de piso le daba más amor a mi novia que yo).

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El mes de junio pasó rápido con la mudanza y la vuelta a la realidad pero julio y agosto se hicieron interminables. Total que decido armarme de valor (ya que a mi las tecnologías no me gustan, soy más de face to face) e instalarme un par de apps para chicas, con el único fin de conocer gente y hacer amigas nuevas.

A las pocas semanas de cacharrear en las apps me habla la chica más mona y adorable que he conocido nunca. Empezamos hablar con la típica conversación de “no sé que decirte, pero quiero que me sigas hablando” y sin comerlo ni beberlo habían pasado 2 meses y esa chica me tenía hipnotizada. Vivía en el sur (cabe decir que tenía morriña y lo echaba mucho de menos) y por lo tanto no habíamos podido vernos.

Las cosas inexplicables que trae la vida, una de mis mejores amigas se muda a la ciudad de esta chica y me invita a pasar unos días. Ni corta ni perezosa preparo la maleta y allá que te voy a matar dos pájaros de un tiro.

A los dos días de estar allí quedo con… llamémosla Blondy, para pasar  un día entero con ella. Me puse mis mejores galas, el perfume que te regala tu abuela por navidad, cogí el bolso y  me dirigí ilusionada perdida a nuestro punto de encuentro. Cuando llegué ella ya estaba esperándome, cuando la vi dije “joder, si que parece más pequeña que yo si” (ella me había dicho que tenía 23 pero aparentaba menos). Todo fue genial y pasamos una tarde memorable. Al llegar la noche me invitó a cenar a su casa y yo acepté encantada, no me podía creer que todo fuera tan bien (con la cantidad de historias que se escuchan de quedadas con gente por internet).

Entramos a su casa y llegó la primera sorpresa, vivía con sus padres y su hermana pequeña e íbamos a cenar todos en la misma mesa. Le dije que me sentía incomoda que si no le importaba preferiría cenar en otro sitio. Cruzamos el descansillo y aparecemos en una especie de piso anexo donde llegó la segunda sorpresa, allí vivía su abuela de 90 años e íbamos a cenar con ella. Yo solo pensaba “ Tierra trágame por favor y no me hagas sufrir más”. Después de la cena y de haber acostado a su abuela nos ponemos una peli y la cosa empieza a calentarse, que si roce por aquí, besito por allá ( en mi cabeza su abuela durmiendo en la habitación de al lado pero amigas, una no es de piedra), el resto de la noche os la podéis imaginar.

A la mañana siguiente volvemos a su casa para desayunar ya que sus padres estaban trabajando en el supermercado que había debajo de la casa. Su hermana pequeña estaba en la cocina con su bol de cereales y viendo los dibujos. Me dirigía hacia la cocina cuando se abre la puerta de la casa y entra si madre como escopeta que carga el diablo y viene hacia mi gritándome cosas como:

“ sal de mi casa Satanás con falta”

“ no tienes vergüenza alguna de utilizar a una niña de esa manera”

“acabo de llamar a la policía para que te detengan por pederasta y ninfómana”

No se si os hacéis una idea de mi cara y la situación que yo viví cuando Blondy me encerró en el salón y se puso a discutir con su madre. Su hermana pequeña vino en mi rescate y me sacó del piso por las ventanas que daban al almacén de la tienda.

Corrí como si no hubiera mañana, como si el fin del universo me persiguiera….. Después de 10 minutos corriendo por una ciudad que no conocía, Blondy me llama y me dice que nos vemos en un parque, que me lo va a explicar todo. No tenía ninguna intención de volver a verla ni hablar con ella en mi vida… pero chica jajaja la curiosidad pudo conmigo.

Cuando llegó al parque traía el labio partido y un moratón en la mejilla. Las rodillas aún me temblaban de la carrera. La susodicha con toda la tranquilidad y el morro del mundo me dijo que no me asustara, que no era la primera vez que pasaba. Que sentía haberme ocultado que tenía 16 años…..16 AÑOS!!!!!!. Que sus padres no aceptaban su condición y que buscaba a chicas mayores para enamorarlas y poder irse a vivir con ellas.

La conversación que debió durar unos 15 minutos la tengo bastante borrosa. Lo que sí recuerdo bien fui darme la vuelta y marcharme en busca de mi amiga para contarle todo lo que había pasado. Cuando llegué a su casa lo primero que hice fue echarme a llorar como un bebé pasa soltar toda la adrenalina que tenía dentro.

A día de hoy, cada vez que las “simpáticas de mis amigas” me obligan a contar la historia las risas están aseguradas. Y cuando alguna chica se interesa por mi lo primero que hacen es pedirle que saque su DNI jajajajaja.

Mi moraleja: nunca más he vuelto a usar apps para conocer gente, sigo pensando que un bar y una buena cerveza son la combinación perfecta.