Todo parece desaparecer. Mi cuerpo se convierte en el centro.

Mi respiración se acelera, mi piel se eriza y el calor casi se come mis mejillas.

De entre mis piernas empieza a latir lo que me parece el centro del universo. Nadie más conoce esto que me ocurre en mi más absoluta intimidad. Ni yo misma. Y es aquí, en este momento, cuando descubro algo más de mí, el centro de mi ser.

Sólo quien me acompaña forma parte de este mundo hecho de sábanas, saliva y sudor. Con una caricia en el cuello, mi espalda se curva. Los latidos que siento se multiplican. Así, sin ropa, sólo mi piel me envuelve en esta extraña sensación. Con cada caricia, me estremezco. Con cada beso, quiero más.

Mis muslos piden que los exploren. Mi cuerpo está acelerado, cada pequeña parte de mí está en ebullición y creo que voy a reventar de placer pero no. Todavía no. Se me escapan gemidos que me nacen de lo más hondo de mí. Salen despavoridos, arrancados de entre piel y roce.

Cierro los ojos y todo es oscuridad. Hasta que un punto de luz empieza a abrirse camino. Todavía lejos, voy acercándome a él o él a mí.

Como esa luz que dicen que aparece antes de morir. Y eso me pasa, me siento morir, como si me escapase, como si explotara. Una explosión que me recorre el cuerpo, que lo divide y que me hace sentirlo todo y sentir nada. Segundos eternos. Desaparece el mundo, desaparece el tiempo. Yo desaparezco.

Durante unos segundos no hay nada, sólo una luz blanca. Y mi consciencia se va. Unos segundos de muerte y goce. De una agonía de puro placer.

Después, mi cuerpo empieza a recuperarse, como si despertara. Y con él, con mi cuerpo, vuelve mi consciencia. Regreso de esa luz. De esos segundos de placer infinito. De la más bella agonía. Deseando que vuelva de nuevo esa sensación, ese placer que revienta por dentro, esa pequeña muerte.

Algunas mujeres hablan de ‘La petite mort’ (La pequeña muerte) Se refieren al momento después del orgasmo. Ha sido interpretado generalmente para describir el estado de pérdida de conciencia después del orgasmo que sufren algunas mujeres. 

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