Cuando veo alguna de las series o películas que son tendencia hoy en día, comienzo a comerme el coco, es irremediable. Me surgen algunas preguntas que no sé si los directores o guionistas también se harán. Quizás soy rara y la única persona que lo ve soy yo. Vamos allá. ¿Por qué en ninguna serie fomentan el uso del preservativo? ¿Por qué en ninguna se habla del sexo con total normalidad? ¿Por qué no se mencionan los pedos vaginales, los “me meo, me voy corriendo al lavabo”, los sudores y ¡ay! esas caras sudorosas y esos cuerpos pegajosos después de un buen jolgorio? ¡Ah no! Todo eso no existe. Vale, lo compro, el mundo de la televisión y el espectáculo se vende al mejor postor y, por tanto, se tiene que mostrar lo que “a priori” más vende: Cuerpos perfectos, sexo perfecto y orgasmos perfectos. Pero ahora, voy un paso más allá. Hay un tema tabú del cual poco se habla y ese es el sexo en la tercera edad.

Estamos muy acostumbradas a series como Física o Química, en las que adolescentes cachondos perdidos se magrean en cualquier lavabo del instituto, pero ¿qué pasa con los señores y señoras de más de 60 años? Entiendo que el papel de la Iglesia y la represión franquista, que muchos de ellos y ellas sufrieron, les sigan atosigando y envenenando.  Por ello, se necesita más visibilidad y menos vergüenza. ¿A caso a nuestros mayores no les gusta sentirse deseados? ¿Por qué no decimos más alto que los yayos también follan?

Hace algún tiempo vi una película preciosa: “La vida empieza hoy”, de Laura Mañá. Un grupo de ancianos acude a un curso de sexo. Explican sus miedos, sus carencias, sus vergüenzas… Rosa María Sardá, impecable en el papel, es la dicharachera profesora que les anima a que continúen disfrutando del sexo. A que se masturben y sigan pasándoselo bien con sus propios cuerpos. La película me encantó porque por primera (y creo que única) vi a una abuela masturbándose con un consolador (una escena impecable protagonizada por Pilar Bardem). Por no mencionar la grandiosa escena en la que Herminia (Sonsoles Benedicto) planta cara a su hija (María Barranco) y le explica que no padece demencia senil ni mucho menos, que no ingresará en el asilo donde quiere encerrarla y que, a sus 70 años, continuará disfrutando del sexo que tiene con su compañero de curso.

Porque recordemos que, como dice Herminia, sus cuerpos todavía siguen vivos.

 

Isabel Perera

@perera_isa