¿Recuerdas el instituto? Cuando todo el mundo se reía de ti por llevar una camiseta de Star Wars, cuando probaban si una piedra funcionaba contra tus gafas, cuando te insultaban por escuchar Metallica o decir que Akira era tu película favorita, cuando te llamaban “empollón de mierda”. Si te acuerdas de eso seguramente seas todo lo que llevo buscando años en un hombre.
Sois una especie rara de encontrar. Y es que hay mucho fake en esto de “freak y empollón”. Ahora está de moda todo lo que hace años te condenaba a ser el raro de clase, y a las chicas como yo nos ha supuesto un problemón, porque nos la dan con queso en más de una ocasión. El engaño dura poco, solo tienes que hacer unas cuantas preguntas base para saber que en realidad es un seguidor de Big Bang Theory con complejo de Sheldon Cooper.
Me gusta cuando habláis de logaritmos, de historia, de componentes electrónicos, de física, de códigos html, del último videojuego que os habéis comprado, del Warcraft y de la camiseta con el logo que solo vosotros entendéis. Me gusta que coleccionéis figuritas que se llenan de polvo en la estantería, me gusta que tengáis vuestro día de series, vuestras conversaciones por el TS y que vuestro objetivo de cada año sea reunir dinero para poder ir a la Comic-Con. Me impone vuestra inteligencia, vuestras rarezas, vuestra manera de mirar a la pantalla embobados por ese nuevo videojuego.
Nunca tengo suerte con vosotros, os veo y me cohibo, me parecéis lo más interesante del mundo y eso me convierte en una persona tímida e insegura, incapaz de que mi cerebro reaccione como hace habitualmente y paso a convertirme en un cacahuete.
Somos muchas las que os amamos, muchas a las que nos miran mal cuando decimos abiertamente que somos sapiosexuales y que nos gustan los freaks. Pero prefiero seguir en mi búsqueda y captura de uno de vosotros que conformarme con lo que socialmente se considera ‘normal’. Siempre he creído que la belleza está en lo poco habitual, y de eso vosotros tenéis mucho.
