Estoy cansada de esta ruleta emocional. De que un día juegues a quererme y al otro no. De ponerme a mi misma excusas para justificarte a ti, por tu falta de interés y para justificarme a mi, por ser tan idiota de darte la pulsera de todo incluido a pesar de que solo me pides cubatas con sabor a decepción. Estoy harta de ser yo la única que se esfuerza, que hace todo lo posible por verte aunque tenga que comerme diez horas de autobús para estar contigo sólo una noche. Y lo volvería a hacer sin dudar. Estoy quemada de esta maldita distancia que me hace echarte de menos, que me demuestra que tú sólo quieres quererme cuando te viene bien. Déjame decirte que es fácil quererme cuando estamos juntos, cuando ves la manera en la que me esfuerzo porque seas feliz. Pero eso no es amor, eso no es querer. Eso se demuestra cuando las cosas van mal, cuando todo indica que debes abandonar el barco y aún así tú decides quedarte, porque la simple idea de perderme te paraliza por dentro. No quiero sentirme así, de la manera que tú consigues que me vea. No quiero tener que preguntarme nunca más -con la voz rota- porque a ella sí y a mi no. Porqué ella es mejor que yo, por qué con ella no hubieron dudas ni te quieros a los que nunca supiste contestar. Porque la respuesta me duele demasiado. Se me clava en las costillas y me grita al oído que corra, que solo soy para ti un medio, una distracción.

 

Pero yo sí te quiero, yo sí quiero despertarme todos los días enredada en tus piernas, yo sí quiero compartir mi futuro contigo. Y me enfado con la vida, porque es injusta, porque duele. Porque siento que no soy suficiente. Y tengo que elegir entre mis ganas de tenerte y lo que siento que merezco. Porque yo no quiero un amor incompleto, no quiero sentimientos a medias ni relaciones de saldo. Yo quiero alguien que cuando lo mire a los ojos no me aparte incómodo la mirada. Alguien que sepa responder a mis ¿te quiero, lo sabes? con otro yo a ti también. Porque he sufrido por amor, mucho. Pero me he levantado y me he reconstruido desde cero. He pegado sola cada una de mis piezas. He llorado y me he curado. Y por eso merezco algo entero, algo que me de certezas y no dudas, que me ofrezca confianza y no inseguridad. En definitiva, merezco mucho más de lo que eres capaz de darme tú.