Pasé tanto tiempo preocupada por cómo cagar en la primera cita que, una vez superado tremendo trauma, me presenté en la segunda cita con tanta tranquilidad que, sin querer, se me escapó un te quiero. En medio de un polvo. Como si fuera mi vida una puta sitcom o algo así.

La primera cita fue tan bien y nos quedamos con tantas ganas de más (bueno, al menos yo sí) que enseguida quisimos buscar una fecha para la segunda, y volver a encontrarnos en otra habitación de hotel en otra ciudad distinta como si nuestro amor estuviera de gira. Huy, ¿he vuelto a decir amor? Perdonadme. Ya no sé cómo se para esto.

La cosa es que a mí ni se me había pasado por la cabeza que podía querer a esa persona. Querer en el sentido más cinematográfico, porque querer de «pues mira, no te estoy odiando», por supuesto, porque si no, de qué vas a quedar otra vez con una persona que odias. Bueno, pues lo que os decía. Que conozco a este chico desde hace poco más de un mes, prácticamente, y en ningún momento de ese (larguíiiisimo) mes que tardamos en volver a vernos me senté junto a la ventana, apoyé mi barbilla en mi mano y miré al infinito pensando «madre mía, este chico, qué bien estamos. Esto es amor de verdad, de hombre a mujer». Para nada. Yo, básicamente, tenía ganas de follar. Más todavía. Punto.

shakira caliente

Y lo mejor de una segunda cita es que ya no hay nervios, ya no hay tortura psicológica de preguntarte veinte veces al día «¿qué voy a hacer si no le gusto?», ya no hay que tardar media hora en escoger qué bragas metes en la maleta, y ya no tienes que pasarte la noche en duermevela por miedo a dormir profundamente y roncar con más profundidad si cabe.

Yo me presenté a esa segunda cita dispuesta a disfrutar, dispuesta a pasar unos días maravillosos con una persona con la que me lo pasaba genial y, sobre todo, lo de follar, que no se nos olvide. Bueno, y a lo mejor comerme un cruasán todos los días en el desayuno también entraba en mis planes. Que si te vas a un hotel no vas a desayunar un yogur y un poquito de piña, hay que tener un poquito de consideración con la bollería.

Mis expectativas quedaron cubiertas el primer día. Hasta tal punto, que claro, para el segundo, ya me había comido hasta el cruasán, así que a ver qué hacía yo el resto de los días que iba a pasar junto a él. Cualquier cosa menos caer en la rutina tan pronto. Quizás fuese por eso que, al segundo día, durante el polvete de la siesta, de mi boca salió un «te quiero» que me dejó a mí tan en shock como a él.

WTF gif

De esto que estás ahí viviendo tu sexualidad salvajemente y disfrutando muchísimo y de repente bajas un poquito el ritmo y se escucha claramente un «te quiero», pero claramente de verdad, no como en las psicofonías de Cuarto Milenio. Aquí se oyó un «te quiero» más claro que el pelo de Andy Warhol. Y claro, yo en cuanto lo oí, me quedé muerta. Primero pensé: ¿pero de dónde ha salido ese ruido?, creyendo, a lo mejor, que había alguien más en la habitación o, vete tú a saber, que había sido él. Pero entonces me di cuenta de que había sido yo, sobre todo cuando le miré y él estaba en plan «como abra más los párpados se me van a caer los ojos de mis cuencas». Madre mía. Había sido yo la que había dicho eso. Por un segundo pedí a Dios que ese sonido que había salido de mí fuera un pedo vaginal, pero no, ninguno de los dos podíamos negarlo. Eso había sido una declaración de amor con todas las de la ley.

Os juro por lo que más quiero (que no es el chico este, de verdad) que lo del te quiero que se escapa de tu boca sin avisar es mucho peor que lo de cagar en la primera cita. Porque después de cagar ahí a saco todavía puedes soltar un chistecillo para aliviar la tensión, pero después de esto… ¿cómo reaccionas? ¿Cómo te sobrepones a un te quiero que no tenía que haber estado allí?

Al menos, mi inesperada declaración de amor no fue correspondida con un «gracias», pero vamos, que nos cortó todo el rollo, eso es así. Tened cuidado, amigas: esas cosas que estás del todo segura de que jamás te van a pasar a ti, A VECES PASAN. Qué horror.

fail gif

Pero bueno, la historia tuvo final feliz, y parece que vamos a por la tercera cita. ¿Qué puede ocurrirnos ya? ¿Qué puede ser peor que esto? ¿Que le tire un pedo en la cara cuando me esté comiendo el toto? Yo ya voy preparada para una buena catástrofe.