A veces cuando os ponéis en modo teta algunas tías solemos pensar ♫ esto no se toca, quita. Con esto no se juega, dale ♫ Aunque esto sí se toque y con esto sí se juegue. Pero es que… señoras, señores, miembros del jurado, queridísimo público, excelentísimo alcalde, señora jueza, avemaríapurísima señor cura… no sabéis tocar las tetas.

Ya, ya sé que os flipa tocar teta por su delicada textura, esa suavidad, por esa respuesta inmediata tan agradecida, porque huelen bien, porque son vistosas y agradables de ver, por su tremenda adaptación a la mano ajena, por su facilidad de inmersión en otras bocas, por estar tan a mano, por dejarse querer tan bien. Es normal, lo entendemos. Somos conscientes de este don curvilíneo que la naturaleza nos ha dado. A nosotras también nos gusta mirar y tocar nuestros turgentes pechos, pero nos gusta bien.

Por eso, porque quizás no lo sepáis y para que os facilite la existencia, os vamos a explicar QUÉ NO SON las tetas:

  1. Las tetas no son la radio de tu coche. No funcionamos de izquierda a derecha. No llames tanto al timbre del amor o te llevarás un portazo en la cara. Ya sabemos que molaría muchísimo que al sintonizarnos sonase un temazo en estéreo, pero no. 200
  1. No son pelotas anti estrés de espuma de goma. Olvídate. Vale que tienen forma parecida y puede desestresar al sujeto y al sujetado, pero no. Ya sabemos que es un vicio incontrolable pero no te obsesiones apretando o te llevarás un guantazo.

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  1. Tampoco son una ubre. Todos sabemos las similitudes ubre-teta pero normalmente, no suele ser el caso. Si quieres leche, sácate todos los dientes, redúcete unas cuantas décadas o ve a la nevera, lo que prefieras. Ya sabemos que en estos casos vuestro instinto animal se fusiona con el niño que lleváis dentro, pero no. Succionar con hambre nunca fue una buena idea.
  1. Las tetas no son medias naranjas en un exprimidor. You have the power pero cuidao. Crees que nos gusta que muerdas la naranja, pero no. Y si vas a morder, que sea en plan risa. Relaja amigo.

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  1. No son un helado derritiéndose. Ya, ya sé que como concepto es muy atractivo, pero tranquilo que no nos vamos (de momento). Hay tiempo. No hace falta que juegues al perrito de Ricky Martin con nuestras tetas. Deje ya de relamer, copón. Rechupetear está bien un rato, pero oye, sal de tu zona de confort y lánzate a descubrir nuevas parcelas corporales.

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Querido visitante amante de los terrenos montañosos, las tetas tienen sentimientos. Acérquese despacio, trátelas bien, cuídelas, hábleles bajito, póngales música, tóquelas con mimo, riéguelas… no, espera, eso no. Bueno, ¡sííiiiii! Haz lo mismo que a ti te gustaría que le hiciesen a tus gemeliers del sur.

Las tetas son seres extraordinarios, únicos. Los besos no se sienten igual que en la boca, los mordiscos poco tienen que ver con los del muslo, los lametones nada se parecen a los del cuello o las palmaditas a las del culo. Ponte en modo teta y olvídate de todos tus trucos de mágica.

El  protocolo de actuación es muy sencillo: Bésame despacio que tengo prisa.

Autor: Paula  @kuluska