Acababa de salir de la ducha y aún había gotas recorriendo mi cuerpo desnudo mientras me observaba en el espejo a la vez que pensaba que probablemente fuera la última vez que lo veía. Me puse esa ropa interior tan sexy que estúpidamente había comprado para tratar de seducirle. Realmente me sentía una idiota solo con pensarlo, al fin y al cabo solo era el fisioterapeuta que me había ayudado a rehabilitar la espalda estas últimas semanas  tras un golpe tonto con el coche.

No sabía si era mi imaginación, pero desde que entré a su consulta hubo chispa al mirarnos y durante estas semanas habíamos ido cogiendo confianza, por lo que el tonteo entre ambos era cada vez más intenso. Así que me dispuse a entrar en su consulta.

  • Hola Marcos
  • Hola preciosa- me dijo sin que yo pudiera evitar dejar escapar una sonrisa de quinceañera- Parece que esta va a ser nuestra última cita…
  • Bueno eso es porque tu quieres- me atreví a decir.
  • Si…bueno, ya veremos, pongámonos a trabajar.
  • Vale – dije con una sonrisa aunque decepcionada por la manera en que me había evitado.

Me desnude quedándome solo con las sexys braguitas que me había puesto y me olvidé de conquistar a ese hombre que me volvía loca.

Noté sus suaves manos recorriendo mi espalda, la verdad que tenía manos mágicas…como sería usándolas en otra parte…Me masajeaba con contundencia pero suavemente. Noté como ligeramente me bajaba las braguitas para realizar su trabajo, pero no pude evitar notar un cosquilleo íntimo. Comenzó a masajearme el culo de una forma que no había hecho antes y subió sus manos suavemente por los laterales de mi cintura subiendo hasta mi pecho para rozarlo de una manera muy sexy. Empecé a excitarme sin poder evitarlo, deseando con todas mis fuerzas que siguiera, así que inconscientemente levante ligeramente mi espalda para darle acceso y él me respondió acariciándome suavemente desde la base del pecho hasta llegar a mis pezones duros. Mientras los acariciaba mi respiración se agitaba y me sentía húmeda y caliente, lo quería tocar, lo quería dentro de mí. Cuando iba a corresponderle de repente dijo:

  • Abróchate el sujetador, levántate y cruza los brazos sobre el pecho- no podía creerlo ¿en serio no iba a seguir?, así acababa siempre la consulta.
  • Vale –respondí confundida.

Hice lo que me ordenaba enfadada y excitada a la vez, noté como me cogía con sus fuertes y masculinos brazos para hacerme algún ajuste en la espalda y cuando estuve tan cerca de él note su enorme erección contra mí y se me escapó una sonrisa de deseo a la vez que el me correspondió con una mirada ardiente, por lo que me decidí a besarle. Nuestras lenguas se acariciaban y yo sentía que el centro de mi deseo iba a explotar.

Me agarró fuertemente del culo y me tumbó en la camilla mientras me arrancaba las bragas salvajemente, abrí las piernas al mismo tiempo que el introducía la cabeza entre ellas y me devoraba haciendo que viera el cielo. Levantó la cabeza y recorrió todo mi cuerpo con su lengua entreteniéndose en mis pechos, mordiendo suavemente mis pezones. Finalmente llegó a mi boca y me besó excitado mientras notaba como introducía su miembro en mí. Comenzó a mover su cadera con maestría una y otra vez, cada vez más rápido. Estaba claro que ambos nos teníamos ganas ya que nos movemos en nuestro frenético baile sin detenernos en ningún detalle hasta que finalmente ambos alcanzamos el clímax… y apoya su cara entre mis pechos agotado.

Ambos nos miramos sonriendo hasta que yo le dije:

– Sin duda esta ha sido la mejor de las rehabilitaciones.

Y.C