Málaga, finales de junio, exámenes finales de la facultad, el ambiente era un cúmulo de calor, agobio y agotamiento, cansada tras una larga tarde de estudio decido salir a correr un rato para liberar tensiones.

Después de una hora y 8 km recorridos, llego de nuevo a casa con la intención de darme una ducha de agua helada. Mi compañero de piso sigue igual que lo dejé, sentado en su escritorio, en frente de la ventana que da al patio, abstraído con ese problema al que lleva dándole vueltas dos días, paso por la puerta de los otros dos cuartos, están vacíos, seguramente los demás hayan salido a tomar un poco el aire.

Me encamino hacia el cuarto de baño, soy consciente de que la ventana está abierta, y que mi compañero está justo en frente, pero no me importa, es más, la dejo abierta a conciencia, no va a ver nada que no haya visto antes.

Empiezo a desnudarme lentamente y miro a través del espejo para saber si él se ha dado cuenta ya de que estoy en el baño. Parece que no, sigue frustrado con su tarea, dejo caer a propósito un bote de espuma de afeitar para llamar su atención, cuando da un salto por el tremendo susto consigo lo que quería, ya tengo su mirada clavada en mi cuerpo. Me deshago lentamente de las mallas de correr, dejando a la vista mi tanga deportivo y quedándome con un conjunto interior que sé que le encanta. De nuevo desvío la vista a través del espejo y veo que tiene la mirada fija en mi. Como si nada, termino de desvestirme y me meto en la ducha, regodeándome en el agua fría que sale a través de la alcachofa y a través de la cortina de plástico transparente con burbujas azules recorre mi cuerpo, agarrotado por el ejercicio y el cansancio mental. Mientras me enjabono el pelo, veo como traga saliva bruscamente, me siento poderosa, noto como sus ojos recorren mi figura de arriba a abajo.

Salgo de la ducha y me enrollo en la toalla, de pronto me doy cuenta que no sigue en la ventana, supongo que habrá ido a la cocina a por agua. Voy hacia la habitación. Siguiendo con mi juego, dejo la puerta abierta mientras me aplico crema hidratante en todo el cuerpo. Cuando estoy poniéndome crema en las piernas, noto como unas manos fuertes me agarran de la cadera y siento que se acerca a mi cuerpo lentamente, lo noto duro tras su fino pantalón deportivo, su gran erección me roza el culo y me aprieto más contra él para sentirla mejor, me pongo recta, apoyando mi espalda sobre su pecho, empieza a besarme el cuello y a acariciarme los pechos con sus toscas manos.

Giro la cabeza para encontrarme con su boca, recibiendo su apasionado beso, baja las manos recorriendo lentamente mi abdomen y llegando a mi ya húmedo sexo, introduce un dedo en mí, gimo en su boca de placer, estoy tan excitada que introduce en mi cuerpo un segundo dedo, haciéndome sentir en el cielo, llego al orgasmo en muy poco tiempo, derritiéndome en sus fuertes brazos.

Me doy la vuelta, se baja el pantalón al mismo tiempo que el boxer y lo empujo para que quede sentado en el filo de la cama, él realiza un rápido movimiento con el brazo y cierra la puerta de mi habitación, abro el cajón de la mesita de noche y sacó un condón, se lo pone rápidamente y aún más de prisa me siento a horcajadas sobre él, le quito la camiseta y me agarro a los fuertes músculos de su espalda, moviéndome arriba y abajo de forma brusca. Le necesito, me necesita. Me da apasionados besos en la boca, como si la necesitará para sobrevivir, y pasa a recorrer todo mi cuello con la punta de su lengua, a la par que me agarra un pecho con una mano y una nalga con la otra.

Sabiendo que me vuelve loca, me muerde el lóbulo de la oreja, y consigue que un gemido gutural salga de lo más profundo de mi garganta justo a la altura de su oído, haciendo que se excite aún más. Estamos ya muy tensos los dos, caemos los dos exhaustos sobre mi cama, quedando pecho con pecho. Tras recuperarnos durante unos minutos, me levanto, cojo mi pijama y me dirijo hacia el baño, él se levanta y se va a su habitación, tras salir del baño ya vestida y preparada me dirijo a cocinar mi cena, tras pasar 1 hora sola en la cocina, regreso a mi dormitorio y encuentro en el escritorio una nota adhesiva en la que estaba escrito:

“Muchísimas gracias, porque media hora contigo me ha ayudado más con el problema que los dos días que llevo dándole vueltas. Ya por fin, y con tu ayuda, encontré la solución”

FDO: tu compañero de piso

 

MPigor