Hay gente que aunque salga de tu vida de tu cerebro les cuesta más. Si son gente que te hizo bien no pasa nada, son majos, te recuerdan cuando fuiste bueno y feliz, les echas de menitos y sigues adelante. Pero si no… si son gente que te hizo daño, se pueden convertir en los temidos fantasmas.

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Se convierten en pequeñas maldiciones personales, porque tienen asuntos pendientes, o mejor dicho, tú tienes asuntos pendientes con ellos. Hay de muchos tipos, desde antiguas amistades a las que diste o te dieron puerta, compañeros de trabajo tocapelotas que te hicieron la vida imposible, familiares que te amargaron la adolescencia o el día a día, y mis favoritos, antiguos amores. Esos, esos son los mejores, fantasmas de las Navidades Pasadas o, como yo los llamo, ese “tio-ese-que-te-gustaba-tantísimo-y-parecia-que-todo-iba-bien-pero-joder-que-paso-por-qué-acabo-así-no-lo-entiendo”, así, dicho rápido y si es delante de un margarita bien cargado de tequila mejor.

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A estos les gusta aparece alguna noche para exterminar tu sueño y dejarte de regalo insomnio, pero insomnio del bueno, no del de no puedo dormir porque no tengo los chacras alineados, no, del de no puedo dormir voy a rayarme con esa cosa que paso hace mil años, justo después de inventar el fuego. O peor, cuando necesitas todo tu valor y carácter, dejan una grieta de duda que puede acabar en un momento con toda tu fuerza y tu modo diosa. Un drama.

Mi fantasma particular es uno de esos, un chico del que estuve realmente colada, y que además tenía el plus de compañero de trabajo, lo sé, la mejor decisión de mi vida. Todos tenemos historias de alguno así, seguro, deben tener reuniones secretas de cómo volvernos locas y mejoran estrategias cada año. Una secta que adora al Dios Fantasma, porque no solo se quedan para atormentarte sino que desaparecen igual que Casper. Por norma general, toda la gente dada a la bomba de humo ninja, especialmente en relaciones, lo hace así, sin más, un día están y al otro podrían estar muertos en la tripa de un dinosaurio que lo mismo te enterarías.

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Pero claro, ahora viene nuestro problema, ellos se han ido, estarán en su secta, en la tripa del dinosaurio o mirando al sol directamente, vete tú a saber. Y nos quedamos aquí, recordándolos, pensando lo que pudo haber sido y con las noches de insomnio pensando que hicimos mal.

Vale, tranquilos, tengo la solución. Es un lema ancestral, más intenso y más profundo que el Hakuna Matata, más poderoso que un Patronus, lo conocí hace algunos años y desde entonces me ha ayudado mucho. Que Les Den.

JLFY

Sí, es así de sencillo, Que Les Den. No tenían ni derecho ni justificación para desaparecer así, faltando al respeto y haciendo un daño innecesario, por eso, solo se merecen el lema de la paz mundial, Que Les Den. Además, como remedio para el insomnio es increíble, en vez de contar ovejitas cuentas “Que Les Den” y ya verás que bien y que zen duermes. Además es customizable, puedes acabarlo a tu gusto, personalizarlo para cada fantasma e incluso llenarlo de ira o incluso de amor, puede ser “Que les Den un osito amoroso lleno de gominolas” o “Que les Den y cojan la Peste Negra”, eso ya a gusto particular, como el topping de los helados.

Así que ya sabes, cuando los fantasmas llamen a tu puerta, Que les Den a todos.

Helen Beta.