Espero que si llegas a leer esto, y te reconoces, NOS reconoces en esta historia, me perdones por contarla, porque aún sabiendo lo escrupuloso que eres a la hora de dar a conocer tu intimidad, necesito purgarme, y puede que haya alguien más  en mi lugar, esperando poner palabras a sus sentimientos.

Te conocí en el peor momento de mi vida, recién salida de una relación tóxica en la que el maltrato verbal y psicológico era mi día a día, y donde el físico empezaba a relucir. Y a pesar de que prometí no volverme a implicar tanto en una relación, no esperaba encontrarme con alguien como tú.

Recuerdo que cuando ya llevábamos un par de años juntos, empecé a pensar que eras el hombre más perfecto que había conocido nunca, jamás te mostraste enfadado delante de mí porque sabias el pánico por el que mi cuerpo pasaba ante la posibilidad de violencia, nunca me sentí juzgada por nada, y por primera vez en mi vida, me sentí querida y valorada.

Todo ello, ayudó a que recuperase mi autoestima, porque si alguien como tú, tan maravilloso, comprensivo, guapo y con un corazón tan enorme, podía amar a alguien como yo, quizá no era tan mala como me había hecho creer mi relación anterior, quizá yo también era bella por dentro y por fuera, quizá con tiempo podría superar todas mis sombras y tormentos, contigo.

Hablábamos de un futuro juntos, con un caserío en pleno bosque, con niños alocados y llenos de rasponazos y marcas de barro en sus botas, de perros y gatos en el jardín, de una chimenea, y mucho amor. Empecé a confiar en ti, en que verdaderamente me querrías para siempre, y derrumbé la coraza que había fortificado alrededor de mi corazón.

Por primera vez me sentí segura, no espero que lo entiendas, tú nunca has sentido que no tienes un futuro al que aferrarte, yo he visto la muerte en los ojos de la persona que quería una noche de tormenta, el frío de un bote de pastillas, la soledad del silencio. Perdí toda esperanza de encontrar la felicidad, hasta que te conocí. Decidí que merecías lo mejor de mí, y empecé a buscar y rebuscar en mi interior con la ayuda de psicólogos y profesores que prometían que había cura para mis heridas.

Y de repente todo cambió, aún recuerdo el día en que entre lágrimas te decía que te veía alejarte de mí, aún recuerdo el día en que te supliqué que me dijeras cómo llegar hasta ti, aún recuerdo la noche en que te confesé cada uno de mis mayores secretos y el miedo de sentirme desnuda y vulnerable ante ti, aún recuerdo cuando te pedía que te abrieras a mí, que esperaría impaciente, pero sin ninguna prisa, el día en que tú destruyeses tu muro y me dejases entrar.

Jugué varias estrategias, imploré por tu atención y te agobié, te dejé a tu aire y te alejaste aún más, te lo devolví con tu propia moneda, y todo empeoró.

Nunca olvidaré el día en que supe que el fin había llegado, nunca olvidaré tus palabras “prefiero perderte como novia a perderte como amiga”. Sabías perfectamente que yo aceptaría sin quejas, sin rabia, con todo el amor que hay en mí, tenerte en mi vida aunque fuese como amigo. Sabías que mi amor por ti era tan grande que no lucharía más por recuperar al amor de mi vida, sabías que siempre te he querido libre, y feliz.

Te conocí en el peor momento de mi vida, me encontraste medio rota en un oscuro túnel, me diste la mano, y caminamos juntos durante varios años. Tengo que decirte que a día de hoy, que ya ha pasado más de un año desde que te fuiste por la puerta de casa, dejándome un puñado de cajas con las que recoger mi alma y los recuerdos de los años más felices de mi vida, debo decirte, que el dolor con el que me conociste, no es comparable a lo que siento hoy. Que me conociste medio rota, pegando mis trozos con saliva y sudor, pero a día de hoy, he perdido gran parte de las piezas que formaban mi sonrisa y mi corazón, y estoy sentada en mitad del túnel del que aún no he podido salir, abrazando lo que queda de mí por miedo a perder lo poco que queda de mí entre las sombras.

No quiero culparte, cariño, sabes que no. En el fondo, siempre he sabido que todo era demasiado bonito para durar eternamente.

Solo quiero que sepas, que algún día saldré de aquí, sola, como siempre lo he hecho, que sé que nunca seremos amigos, porque esa nunca fue tu intención, pero que siempre, escúchame atentamente, siempre, tendrás un lugar al que acudir cuando la tormenta te golpee, siempre tendrás un bosque espeso en el que perderte cuando el cantábrico te congele los huesos, porque siempre serás parte de mí.

Fuego Skuld