Hace unos meses que conocí a Dani en una app de ligar. A mi me gustó desde el primer momento pero pensé que la cosa no era recíproca, así que aunque quedábamos de vez en cuando para hacer planes (conciertos, teatro, birras con colegas), durante meses nunca pasó nada.

Yo ya había perdido la esperanza y le trataba como un amigo más, cuando una noche el tonteo empezó de la nada. Salimos un viernes como de costumbre, nos fuimos de birras y acabamos en un bar de mala muerte bailando al son de Melendi (#matamecamion). Todo era como siempre, excepto su mirada y la cercanía cada vez mayor a la hora de hablarme al oído.

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Jiji, jaja. Te pincho un brazo para que te enfades. Te  hago cosquillas. Te vacilo a tope. Y cuando ya estaba yo diciendo ‘PERO ESTAMOS TONTEANDO O QUÉ COJONES’, disipó mis dudas metiéndome la lengua hasta la campanilla. Yo, que le tenía unas ganas tremendas, dudé más bien poco a la hora de invitarle a mi casa a pasar el resto de la noche y dar por fin rienda suelta a todas las cochinadas que llevaba meses imaginando.

Después de un par de polvos caí rendida, y cuando abrí los ojos por la mañana Dani ya no estaba allí. Reconozco que al principio me cabreé un poco porque joder, le creía ya un colega como para tener la decencia de despedirse, pero preferí no darle importancia. Durante los días siguientes estuvo un poco distante y yo por miedo a agobiarle no hice nada más.

Hasta que volvimos a quedar, y volvimos a follar. Y volvió a desaparecer por la mañana.

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Ok, esto va a convertirse en un follamiguismo al uso. Todo correcto. Todos contentos. Pues no amigos, va a ser que no.

Dani volvió a estar rancio varios días después del polvo, y cuando por fin me atreví a preguntarle que qué sucedía, me espetó algo como: ‘pues que me atacas cuando voy pedo y claro, así caigo joder’.

Os juro que me he sentido pocas veces más avergonzada que en aquel momento. Básicamente venía a decirme que solo se liaba conmigo cuando iba medio inconsciente o algo así, porque en circunstancias normales jamás lo habría hecho. Y yo me ofendí, claro, porque soy idiota pero no tanto. Y porque aunque él me gusta yo sé perfectamente lo que hago por las noches, y sé que en todo momento fue él el que inició los tonteos y el que me entró tanto la primera como la segunda vez.

Me prometí no volver a quedar con él, pero cuando insistió en que no quería perderme como amiga, le di una oportunidad. Y volvimos a salir de fiesta, y volvimos a follar. ¿Volvió a desaparecer? Por supuesto. ¿Estoy esperando que vuelva a decirme que la ha vuelto a cagar por beber? Pues también.

¿Cómo cojones salgo de este bucle infinito? Me encanta, pero soy mayorcita y sé que lo hace solo me hunde en la mierda y se carga la autoestima que yo buenamente me he labrado en los últimos años. Sé también que lo de las borracheras es una excusa infantil para no asumir lo que hace, y me da todavía más miedo pensar que lo que le avergüenza es estar follándose a una chica de 100kg.

¿Qué coño hago con mi vida?

Blum