Más de un artículo se ha dedicado por aquí a las mujeres que fingen orgasmos. Alguno incluso a los pocos hombres que también lo hacen. En el foro hay chicas que comentan que les cuesta llegar a tener uno o que solo pueden tenerlo cuando están solas. Está claro que el mundo del orgasmo es precisamente eso, todo un universo.

Vengo a contaros algo que me inquieta. Digamos que tengo una vida sexual bastante activa y que a lo largo de mis casi 30 años he tenido unas cuantas parejas sexuales. Soy una persona abierta y me gusta descubrir cosas nuevas, tanto en la cama como fuera de ella. Aunque tengo sobrepeso, eso nunca me ha limitado a la hora de disfrutar de mi cuerpo y dejar que otros lo hagan también. Creo que he aprendido a sacarle partido y jamás me ha acomplejado el tema de desnudarme delante de un chico o ser la bruta que creo que soy en horizontal (entendamos bruta por persona que se entrega sin miramientos). Si tengo que gemir, gimo, si tengo que hacer el pino puente, lo hago.

El caso es que todas mis relaciones habían sido ‘normales’ ( mejores, peores, fantásticas o pésimas, pero dentro de lo que se supone es habitual) hasta que llegó ÉL. Ya los inicios fueron extraños, tardamos bastante (semanas, meses) en intimar, pero cuando lo hicimos se convirtió en el mejor sexo de mi vida. Había algo en él que me excitaba con solo mirarle y si a eso sumamos su fantástica forma de moverse y lo bien que me conocía, el resultado eran fuegos artificiales. Mis favoritas eran esas noches del principio en las que no tenía claro si iba a suceder algo o no. A veces salíamos como amigos y otras acabábamos sudando en mi sofá como dos energúmenos. La intriga me hacía sentir viva, y supongo que también avivaba mi excitación. Me gustaba tanto, me ponía tantísimo, que hubo una época en la que tenía que controlar la situación para no correrme en cuanto pusiera su mano en mi entrepierna.

Él era de los que duraba (por norma general) bastante y le gustaban los polvos interminables. Supongo que es por eso que me daba una vergüenza terrible que él supiera que algunas veces yo me corría a los dos minutos y eso fue lo que me llevó a fingir. Pero no a fingir un orgasmo, ¡sino a disimularlo! Controlando un poco la respiración, hacía como que allí no había pasado nada y seguía al tema. Con suerte a los 5 minutos ya estaba en orden. Algo así como eyaculación precoz pero en versión femenina, con la suerte que tenemos nosotras de que podemos hacernos un poco las locas y seguir con más o menos pasión dale que te pego.

He de decir que no me ha vuelto a pasar nunca más con ninguna otra persona que no sea él, al que atribuyo magia en plan Harry Potter por conseguir mis orgasmos más preciados en tiempo récord. Contadme… ¿estoy sola en esto? ;)

Autor: E.