A mis tiernos 16 años conocí al que fue mi primer novio, él era mayor que yo (un par de años) y estuvimos “que sí, que no” durante 3 años muy raros… Él siempre estaba con paranoias y ralladas en la cabeza, y se tomaba “tiempos” cada dos por tres. Nunca pasamos más allá del petting ese y masturbación bajo la ropa, virgen yo, pues ya sentía la curiosidad de lo que era tener un pene entre las piernas, pero él siempre me salía con algo y no hacíamos nada más allá del sobeteo, lo gracioso es que él no era virgen, pero sí tenía trauma y claro, se me negaba probar las mieles sexuales…

En una de estos tiempos que me pidió, pues conocí a un tío de Tenerife por una de esas páginas del año de la polca tipo “Gente ya” “hi Five” (no recuerdo cual, han pasado un porrón de años, la verdad y mi memoria tiene una capacidad finita). Nos dimos el Messenger (benditos tiempos aquellos) y empezamos a chatear a diario y hasta las tantas (gracias a eso mejoré muchísimo mi mecanografía!).

Todo empezó como una amistad simple; yo le contaba mis paranoias y movidas amorosas y familiares, y él trataba de aconsejarme muchas veces. Era un hombre ya algo experimentado (me sacaba como 9 años el mozo), y sin saber muy bien cómo, la amistad empezó a resultar un flirteo. Él con sus típicas frases del tipo “ese chico no te merece”, “mereces algo mucho mejor”, “eres estupenda” y zalamerías varias… El caso es que, me acabé colando por él.

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Pasamos del coqueteo tonto, y algunas conversaciones empezaron a ponerse calientes y guarrindongas, y yo, aunque fuese virgen, no me chupaba el dedo, sabía seguirle muy bien el rollo y acabábamos muy incendiados. Mientras yo andaba ahí “a medias” con mi novio, y seguíamos sin pasar a mayores.

En una ocasión, mis abuelos se fueron de vacaciones con los del imserso a Tenerife, y le dije a este tío que si quería venir esos días a mi casa y así conocernos “y lo que surja”, y vino. Aquellos días fueron una revelación sexual para mí desde luego… Me trató bien, con cariño y no forzó las cosas, y yo pude tener mi primera penetración (qué gustazo oye…). También realicé mi primera mamada, yendo mamada yo, porque no me veía capaz de hacerlo sobria. Fui cogiendo algo de experiencia, y me iba colando aún más por él, dada su zalamería y buen trato sexual.

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Llegué incluso a montar una gran bola a mis abuelos para poder ir a Tenerife y estar con él recién cumplidos mis 18 años, y allá que me fui, a pasar una semana con el que consideraba el amor de mi vida, y según sus palabras, yo también era alguien especial para él. Fue una semana maravillosa de sexo a todas horas y paseos por la isla, todo genial… hasta que; él conoció a otra mujer de por allí y empezó a pasar de mi coño. Dejó de hablarme y de contestarme a los sms, y cuando lo hacía era frío y desagradable. De hecho llegó a decirme que lo nuestro había sido muy bonito, pero que adiós, que ya se había acabado la cosa, que hasta luego Mari Carmen. Yo incluso había dejado a mi novio porque me dijo que “no se sentía cómodo conmigo como para tener relaciones sexuales”, y al ver que me iba a tener a pan y agua después de tres putos años saliendo juntos, le dije que hasta aquí habíamos llegado, que había probado lo que era el sexo, que sino íbamos a tener de eso, que se acababa. Y se acabó.

Me sentí muy mal conmigo misma; me había colado por un gilipollas que sólo quería “mi flor”, me tragué cada uno de sus “te quiero” (y algo más que eso… ejem) como una imbécil. Me sentía utilizada, y desilusionada… Eso me llevó a muchas quedadas con otros tíos de internet que siempre acababan pidiendo lo que ellos querían; yo, insegura de mí y acomplejada por culpa del machirulo madurito que se llevó mi virginidad como un trofeo, siempre aceptaba las propuestas de esos tíos (muchas veces sin llevarme yo “lo mío” a cambio) y dejaban de hablarme una vez conseguido su objetivo.

Harta de sentirme con el clínex/preservativo de esos machirulos, dejé de quedar con gente y me negué a conocer tíos hasta aprender a quererme a mí misma, porque sino siempre iba a acabar sintiéndome usada y sinceramente es una sensación que no mola nada. Lo logré con los años, y aunque actualmente tengo una relación a distancia (a la que yo denomino “Relación Shrödinger”), me siento feliz de poder disfrutar de mi soledad, de no depender de nadie, y no ser el puto clínex/preservativo de nadie. Gané algo de seguridad en mi misma, y poquitos a poquitos seguiré ganando más.

Solamente decir; no os dejéis utilizar. Parece un consejo de manual y una conclusión de cajón, pero a veces no eres consciente de que lo estás haciendo… Gracias por leer.

Sonia PeGe