Creo que todas las personas a lo largo de nuestra vida sentimental hemos tenido a nuestro “propio Bisbal”. Es esa persona que según explicó Chenoa “ que te había llevado al lugar más alto en el que había estado jamás, un limbo mucho mejor que el cielo. Y desde allí te había empujado al abismo.” No he salido en chándal para contarle mi ruptura a los medios, ni tampoco me enteré de que “mi Bisbal” me dejó gracias a la caja tonta; pero he vivido en el mismo abismo.
img_jsilvestre_20161024-165225_imagenes_lv_terceros_chenoa-kdVD--656x497@LaVanguardia-Web
He estado en lo más profundo. He pasado noches sin dormir, mañanas enteras llorando, semanas sin salir. Me he culpado, he pensado que él era demasiado para mí. Daba por hecho que no iba a volver porque estaba en otra liga, en otro nivel, que toda la culpa era mía por ser tan insignificante. El pensamiento más cruel que se me pasaba por la cabeza es que nunca lo olvidaría: creía que sería como una especie de fantasma del pasado que me perseguiría a lo largo de toda mi vida.
Sin embargo, llegó un día que todo ese amor y tristeza que sentía se convirtió en odio. Llegué a odiar todo de él. Estaba segura de que cada uno de los “te quiero” que me dijo eran falsos, que todo lo que un día lo llamaba como lo “nuestro” fue una vil pesadilla.
Un día cualquiera, casi sin querer, oí una canción. Al principio me costó identificarla; pero al poco tiempo me di cuenta de que era “nuestra canción”. Esa canción que emanaba tantos sentimientos, esa misma canción que me hizo compañía durante muchas noches. Esa misma canción, de repente, se había convertido en algo indiferente para mí. No sentía nada, tampoco había rabia ni rencor. Simplemente era una canción sonando. En ese momento fue cuando lo entendí:
A ti, mi “propio Bisbal”. Fuiste el responsable de que en una temporada viviese en un cielo que parecía permanente. Te agradezco los momentos vividos; pero más te agradezco que me sacases de ahí y me lanzaras al abismo. Todo esto ha hecho que renazca, que evolucione, que a mi nueva yo no le interese mirar al pasado. He conseguido escalar con mis propias manos ese precipicio y superar todos los obstáculos para llegar a ser lo que soy ahora. Espero que hayas podido crecer tanto como me ha hecho a mí crecer “lo nuestro”. Ojalá llegues a lo más alto y te sientas como en su día me sentí contigo, en un cielo infinito. Ahora mismo, ya no necesito que nadie me construya ningún paraíso para vivir: he aprendido a construirlo con mis propias manos.

Reme Cano Gallego