Tú, sonriendo copa en mano cuando suena “nuestra canción”.

Tú, que miras fijamente como un león a su presa.

Tú desde hace años que sigues de manera incondicional todos mis movimientos.

Tú, más de llamar que de WhatsApp.

Tú, y tus como quieras, que me recuerdan a Westley cuando le decía a Buttercup como desees.

Tú y esas mañanas de después, esas que saben a alcohol.

Tú y esas caricias que te hacen sentir en casa.

Tú, y lo que te “molesta” cuando te digo que te quiero con emoticonos.

Tú y esa precisión milimétrica de querer tenerlo todo planeado.

Tú, esa manera de escuchar paciente y nunca desahogarte cuando lo necesitas.

Tú y ese odio por las nuevas tecnologías que hacen que me ría tanto.

Tú con esa manera de bailar, con cara de concentración.

Tú en el cine, cuando parece que te acercas pero frenas en seco.

Tú y lo que odias cumplir años.

Ese miedo horrible a sufrir, a ser políticamente correcto y seguir “lo que se ha hecho toda la vida”

Tú que susurras esto no está bien…

Tú, en muchos momentos a mi lado.

Tú, las primeras veces que te vi y no te llegaban los pies al suelo desde la moto.

Tú, vacilando hasta casi sacarme de quicio.

Tú, estando ahí con miedo a seguir adelante y que todo se vaya a la mierda.

Tú, en tu zona de confort.

Tú, que sigues volviéndome loca y que a veces te mataría por ello.

Tú, en una foto en la que te muerdo una mejilla, repetida un millón de veces a lo largo de los años.

Tú diciendo : Ojalá en 50 años sigamos así.

Yo , cada día pensando y queriendo hacerte entender aquello que decía Frida Kahlo : “Si yo pudiera darte una cosa en la vida, me gustaría darte la capacidad de verte a ti mismo a través de mis ojos. Sólo entonces te darás cuenta de lo especial que eres para mi. “

Tú y yo, y toda esa colección de momentos y puntos suspensivos …

 

Noemí Gómez