Han pasado exactamente 3 años de la carta “viral” a la chica del bañador verde. Esa chica que llena de inseguridades se tapaba sutilmente ante los ojos de los demás.

Esa carta hubiera sido un buen salvavidas al que agarrarme cuando tenía 16 años. Pese a compartir punto por punto lo que en ella se decía… quisiera decirle a esa chica algo más:

«Deja de preocuparte por ese pelo que acabas de descubrirte en la ingle, no es ni tan grande ni tan negro como tú lo ves.

No te preocupes, nadie va a saber que esa camiseta que llevas es en realidad la parte de arriba de un pijama. 

Réstale importancia a las mollitas que te salen debajo del brazo con ese bañador, porque ¡qué bien te queda!

Sí, a mí también se me ha salido una teta con esa ola. Tranquila, nadie se ha dado cuenta.

No necesitas taparte hasta las cejas para cambiarte un bikini… que lo que tienes ahí abajo lo tenemos todas.

Y sí, los pezones se te marcan… porque el agua está helada»

 

Con todo esto solo quiero decirte que puedes estar tranquila porque: todas hemos pasado por esta situación. Nos ofuscamos en nuestros complejos y lo que verdaderamente ocurre es que al llegar a la playa estamos tan centradas en nuestras imperfecciones que no tenemos ni tiempo de fijarnos en las de los demás.

¿Tú crees que voy a ver un pelo minúsculo en tu ingle desde mi toalla? No es que necesite una vista digna de halcón (que también) si no que probablemente estaré centrada en salir del agua con dignidad y sin parecer que llevo un Dodotis de algas en el parrús.

No voy a darme cuenta de si se te ha bajado un momentito la toalla y te he visto media cacha porque en ese momento ha venido mi hija de 3 años y se me ha colgado del bañador dejándome en pelotas delante de toda la playa (y rebozada cual croqueta). Tampoco voy a analizar si tienes celulitis o no, porque estoy más centrada en analizar  cómo carallo me he podido quemar el ombligo por dentro.

Y no es que no nos fijemos, porque en algunas cosas sí que nos fijamos. Y, digámoslo todo, nos fijamos para mal, porque parece que un poco nos gusta flagelarnos… Porque, como la chica del bañador verde, vemos a otras mujeres estupendas, conjuntadas, con un pelazo, sonrisa profident y un cuerpo que quizá tiene menos estrías que el tuyo y nos venimos un poco abajo.

Pero créeme… todas tenemos nuestros complejos porque como decían en la película “Con faldas y a lo loco”:

BUENO, NADIE ES PERFECTO.

 

Y no pasa nada. <3