Tengo 48 años y creo que encajo poco con lo que la sociedad espera que sea una señora de 48 años.

Para empezar y hacer las cosas bien: hasta donde yo sé no estoy casada ni pertenezco a mi familia paterna ni a mi pareja, así olvidémonos de títulos y llamémonos por nuestro nombre. ¿Os parece bien?

Ahora las niñas se educan en otro marco social, pero yo soy de la horneada de amitas de casa de delantal que debían tener hijos, cuidar de su marido, ser sumisas y tener su casa limpia.

Desde bien jovencita mis padres veían que yo iba a dar mucha guerra, porque siempre estuve concienciada de buscar mi propia felicidad. Y no seguir el camino que otras personas pretendían que siguiera.

Siempre tuve mucha garra para proteger mi libertad y mis propias decidiones.

Conocí a mi marido hace más de 20 años y desde entonces los dos hemos vivido nuestra relación a nuestra manera. Mientras mis amigas estaban teniendo hijos, yo y mi marido estábamos de festival en festival, haciendo rutas en moto y viajando por medio mundo.

Nunca nos cuestionamos si estábamos haciendo las cosas bien o mal porque sabíamos que aquello era lo que nos hacía felices.

Pero no puedo ni enumerar la cantidad de veces que he oído a familiares o amigos decirme cosas como: «¿No te das cuenta de que no estás haciendo las cosas bien?». Y esto es algo que llevo muy dentro, porque no os puedo contar la cantidad de veces que muchísima gente ha juzgado y cuestionado mi vida. Simplemente porque no elegí llevar el mismo estilo de vida que ellos.

Llevo años batallando con las personas que me dicen que no estoy haciendo las cosas bien porque no quiero crecer o madurar.

Es cierto, mi estilo de vida no es normativo. ¿Pero acaso eso significa que hago las cosas mal? ¿Debo renunciar a mi felicidad para hacer las cosas como el resto del universo desea que lleve mi vida? -NO-

Si, tengo 48 años, tengo una relación abierta con mi marido. Cada fin de semana nos las apañamos para irnos a un concierto en moto a cualquier rincón de españa.

Me gusta salir, beber, bailar y suelo ligar con chicos entre 27 y 35 años, me echo unas risas y me vuelvo a casa con el ego más inflado que un balón de nivea.

Y basándose en estas pocas cosas que definen una parte de mi vida, no dejo de escuchar que tengo el síndrome de Peter Pan, que soy una inmadura y una irreponsable.

Y perdonadme que os diga, pero cumplo con mi trabajo de 9 a 18h. Hace años que terminé de pagar de mi hipoteca. Cuido de mi sobrino dos días a la semana, me responsabilizo de mi casa, de mi relación y todos los aspectos de mi vida. Vaya, como cualquier otro adulto.

¿Cual es el problema? Que tengo 48 años y me las he apañado para pasar 48 años de mi vida feliz, viviendo bajo mis propias normas, siendo libre y disfrutando de mi existencia de las maneras que más felices me hacen.

¡Ese es el problema! Que no nos gustan las personas que se salen de lo normativo. Nos gusta que la gente se someta al igual que nos sometemos los demás. No soportamos ver que hay personas más valientes que nosotros para proteger su libertad y eso nos quema.

Dejemos de señalar a las personas valientes. Dejemos de juzgar la vida de los demás y sobre todo, centrémonos en nuestra propia libertad antes de poner en jaque la de los demás.

 

Anónimo

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