Me he atrevido a venir a contaros mi historia después de leer un montón de mensajes asegurando que Tinder es el demonio y que de ahí solo salen dramas y malos polvos. He sentido la necesidad de contaros mi humilde historia para aportar un poco de esperanza al asunto y que veáis que no todo es tan terrible en el mundo online.

Hablamos de hace 2 años, cuando yo ya llevaba un rodaje de un año con mi perfil de Tinder. Esto que quiere decir, que llevaba un año teniendo citas y acumulando historias (sí, es cierto que muchas de ellas eran para no dormir. De hecho llegué a escribir alguna en el foro de esta misma web). Me consideraba ya una experta en Tinder y había pasado las diferentes etapas: desde esos inicios de ansiedad de me lo follo todo, a me borro la app porque son todos idiotas y luego vuelvo porque me aburro. He dicho TODAS.

Y pasado un año, estaba en un momento tranquilo en el que me prometí a mi misma seguir en la app pero sin obsesionarme. Que si llegaba alguien bien y si no también. Y como ya os estáis oliendo… llegó él.

Le di match un poco por dar. No porque fuera feo sino todo lo contrario. Me pareció tan guapo que pensé que jamás tendría match con él, pero me equivoqué.

Reconozco que mis propios prejuicios me nublaron un poco la mente al principio de nuestras conversaciones. Y es que además de guapísimo resultó ser un chico encantador, culto y divertido. Por lo que yo empecé a rayarme pensando que podía estar timándome con las fotos de otro y casi lo tiro todo por la borda.

Él tuvo mucha paciencia conmigo, me ofreció hacer skype pero fue a mi a la que le dio vergüenza llegado el momento. Y fue él el que insistió en quedar para que yo me quitase todas las tonterías de la cabeza.

Y os tengo que decir la verdad: me costó una barbaridad quedar con él. Y me costó por la misma razón que muchas contáis por aquí, y es que pensé que donde iba un chico tan guapo y maravilloso como él con una gorda como yo. Que sí, soy mona y en conjunto no estoy mal, pero mi talla 48 no me la quita nadie y ya sabéis que tienden a hacernos creer que el número que pone en el pantalón indica lo que valemos, y yo me lo creí.

Finalmente conseguí meter todos mis miedos en una mochila e irme con ella a nuestra primera cita. Cuando le vi y me miró os juro que algo me atravesó. No quiero ser moñas pero de verdad sentí algo muy especial, y me pasé toda la cita rezando para que él estuviera sintiendo lo mismo también.

Después de todas esas citas fallidas, del ghosting, de los de ‘estás demasiado gorda para ser mi novia’ y demás historias feas, me tocó el Euromillón con mi chico. Porque sí, él sintió lo mismo por mi en esa primera cita, y aquí seguimos dos años después, conviviendo y con planes de adoptar dos gatitos cuando acabemos con todos los trámites de la boda. ¡Porque también nos vamos a casar!

Sé que no es fácil y entiendo que muchas desistáis por el camino porque yo también estuve a punto de hacerlo. Pero quería dejar por aquí esta pequeña historia feliz. Porque estas también son reales, también pueden pasarte a ti. 

 

Ainhoa Lasarte