Soy gorda y de bañador. Todavía no tengo muy claro de si es por querer esconder mi cuerpo lo máximo posible o por pura comodidad (sentirme recogidita es casi liberador para mi). Hace un par de años que decidí salir de mi zona de confort en esto de la ropa de baño y he conseguido alternar bikini y bañador casi indistintamente (aunque, como os decía, sigo prefiriendo el segundo).

El primer paso era algo tan sencillo como comprarme un bikini; encontré uno fascinante y bastante barato en Asos (a día de hoy sigue siendo mi favorito) y me lancé a lo loco. Cuando llegó a casa me lo probé y me sentí una sirena de esas de la ilustraciones cuquísimas que se ven por Instagram, pero ahora venía lo más complicado: atreverme a ponérmelo fuera de casa y derribar todos mis estereotipos mentales. Me costó. Un ejemplo «tonto»: al principio solo me lo ponía para ir a la playa con mi chico, si íbamos en pandilla ni loca (¡je!).

Me consta que no estoy sola en esto, así que he decidido hacer el trabajo de sincerarme con esta lista de todo lo que se me pasó por la cabeza (diálogos internos incluidos) en esos momentos y con lo que a lo mejor alguna de vosotras se siente identificada…

 

Me queda mucho mejor de lo que yo pensaba.

Nah, la realidad es que voy a ser la reina de los mares… ahá okey yeah!

Real que tengo la barriga color teta de monja… ¡qué vergüenza!

Mire usted, señora mía, vergüenza es que no haya dado este paso antes, ahora lo único que tiene que hacer es comprarse una crema de factor 50 y poner el bandullo al sol.

 

Uy, pero se me ven mucho las tetas, ¿no?

Bueno hija, son las que tienes… no te vas a pasar la vida entera escondiéndolas.

Ya, pero es que estoy convencida de que en cuanto salga del agua me voy a quedar con las tetas al aire.

Uy amiga, unas tetazas desnudas, un drama, claro que sí.

 

Playa petada en pleno mes de julio, es evidente que NADIE se está fijando en mi, pero… ¿Me están mirando a mi? ¿Se están riendo de mi? Claro, es que soy imbécil y estoy ridícula.

No estás ridícula, eres un poco ridícula por dejar que te invadan estos pensamientos tan tóxicos… pero no te preocupes que de todo se sale, vamos a seguir trabajando en ello.

Este invento del demoño es un poquito incómodo… ¿es posible levantarse de la toalla sin que se me vea un pezón? ¿esta braga se va a quedar quieta en algún momento? ¿va a dejar de clavárseme en los hombros la tira que se ata detrás del cuello queestopedemonaperounatorturachina?

Pero vamos a ver alma de cántaro, ¿te estás dando cuenta de lo que estás haciendo? Esto es un autoboicot con todas las letras. Roma no se construyó en dos días; date tiempo, no te agobies, acostúmbrate al nuevo elemento y ya está. 

Vale, pero la puñetera braga se me mete por el culo todo el rato…

Pues la próxima que te compres que sea tanga y asunto resuelto (y culazo moreno).

 

Bueno, bueno, bueno, qué maravilla hacer ir al baño en bikini. Ahora entiendo muchas cosas.

¿Ves como no era todo tan malo, melona?

 

¿Al final sabéis qué os digo? Pues lo de siempre, que nuestros miedos y nuestros complejos no deben limitar nuestro verano y que si queremos ponernos un bikini pues nos lo ponemos. Y si no nos sentimos preparadas, pues tampoco pasa nada (que hay bañadores preciosos para lucir bien estilosas). Pero está muy bien probar, porque igual probando nos damos cuenta de que no era para tanto.