Hoy son 13 kilos. Han sido más. Y menos. Pero hoy son 13.
Estoy a 13 kilos de distancia de la ¿salud? A 13 kilos de la ¿belleza? De la ¿pertenencia? De la ¿seguridad? De la perfección, dela aceptación. De la felicidad.
¡Pero si son sólo 13 kilos! Pero es que “sólo” no es la palabra correcta. No es cuestión de que estos 13 estén bien o mal repartidos. Es que mirarme al espejo me cuesta, y cuando lo hago mi dialogo interno no es el más recomendable.
No tengo consciencia de haber pedido una sola vez en mi vida deseos y que estar flaca no haya estado primero en la lista. NI UNA. Por encima de cualquier cosa. Estamos hablando de muchos cumpleaños, muchas estrellas fugaces, muchos números capicúas, muchos dientes de león, muchos etcéteras.
Y si, la sociedad en la que crecí es responsable, al menos en parte. Las pautas de ingreso y popularidad que me creí e interioricé. Hasta tal punto que hoy, adulta, y habiéndolas desmontado cada una, aún las tengo tan integradas que me definen. SIGO SIENDO GORDA.
Ser gorda me ha definido, me ha ubicado socialmente, me ha condicionado, me ha inhibido, me ha limitado, y también me ha servido de excusa. Cuando uno es gordo es más fácil pensar que el problema es externo. Si no nos aceptan, no nos quieren, no nos eligen, son LOS DEMÁS los intolerantes, los prejuiciosos, los cortos de mira.
Lo cierto es que ser GORDA para mí siempre ha sido una tapadera. Si algo no sale como deseo, o necesito, o espero, la culpa ya no es mía. Así, es más fácil pensar que el problema son los kilos, y no algo mucho más interno. El problema son los rollitos, y no YO.
Por eso, esos 13 kilos son mi escudo, y los odio tanto como los necesito. Son los 13 kilos, los que me aíslan del vacío, del precipicio, del dolor y del sufrimiento de aceptar que no soy perfecta, que tengo oscuridades que me da miedo enfrentar.
Esto va de aceptación. ACEPTACIÓN. Yo amo a la gente con sus imperfecciones. Quizá entonces, yo también sea digna de amor. Con 13 kilos de más. Imperfecta. Y con oscuridades.
La próxima vez que pida un deseo será: ACEPTAR. Igual sacarme estos 13 kilos tampoco me iría mal ;)
13 kilos
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Lu1975InvitadoResponderanaGRInvitadoPandaInvitadoResponder
En el mío 45 kilos entre la persona que siempre fui y la que soy ahora.
Después de un abuso, inconscientemente empecé a engordar, me daba atracones y tenía un problema. Yo no me gustaba, ya me veía gorda con 60kg, ya le veía asquerosa en ese tiempo, fue lo que me hicieron sentir. Engordar fue un duro golpe, ahora no solo no me quería yo, ya no me iba a querer nadie. Precisamente era lo que deseaba, una armadura que impidiera que nadie se acercara. Ser gorda me ayudó a superar un problema que se había convertido en el centro del universo, me ayudó a ver las cosas de forma distinta. Ahora estoy comenzando el camino a mi peso original, a lo que siempre fui, pero esta vez aceptada desde todas las perspectivas. Fuerte. Decisiva. Segura.
Mi inmensa pancita me dió todo eso, y por eso en cierto modo hay días que me miro y me veo estupenda, pero me canso, no puedo hacer muchas cosas que antes si, no puedo disfrutar de cosas que antes si.
Ser gordo no es un trauma para toda la gente, es una armadura que muchos nos ponemos para superar adversidades, y está bien.
Pero tal como dices, debe venir de la mano de aceptación, para así, encontrar un equilibrio que nos haga felices a nosotros mismosLuInvitado -
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