Que no lo den todo por amor, que sean pragmáticos. Porque priorizarán poniendo en primer lugar a esa persona y, seguramente, dejarán de lado aspectos importantes de su vida por volcarse en él/ella que, además, probablemente, no hará lo mismo por ellos.
Que no esperen que los demás les traten igual de bien que ellos les tratan, y así se ahorrarán muchas decepciones. Que les den a cada uno en su vida, siempre, el puesto que merecen.
Que, aunque cueste, alejen de su vida a toda persona que no les haga sentir mejor que se sentían antes de haberla encontrado y no peor, porque volver a quererse uno mismo cuando llevan mucho tiempo convenciéndote de que no vales nada, cuesta más.
Que estén del humor que tengan que estar sea bueno o malo y no finjan por no incomodar a los demás. Las lágrimas siempre van a parar a algún sitio; si no salen para fuera, te encharcan por dentro.
Que griten todas las injusticias que vivan cuanto más alto mejor; porque no sólo se trata de evitar sufrirlas uno mismo, sino también de evitárselas al que viene detrás.
Que nunca se callen cuando los comportamientos de los demás les incomoden por guardar las formas, parecer maleducados, o menos aún, por miedo. El que no se alza en contra de algo, es irremediablemente cómplice.
Que nunca sientan pudor o vergüenza de lo que físicamente no estén del todo orgullosos. Que no se preocupen, en realidad nadie está tan pendiente de uno como siempre pensamos; los demás están igual de ocupados preocupándose por sus defectos.
Que no se martiricen, culpabilicen ni castiguen por los errores cometidos. Que por las noches, en vela, no se arregla nada. Pero que cada comienzo de día es otra oportunidad para intentar hacer mejor las cosas sin importar la edad, ni el momento.
Que se tomen tiempo para descansar, para sí mismos. Como las áreas de servicio del camino. Pero que vivan el ahora y no ver la vida como una meta a la hay que llegar. Sino «foto por foto» como me decía yo cuando hacía historias en los Sims y me agobiaba por las prisas.
Que no vivan con todas sus cosas en bolsas como yo.
Y, sobre todo, que nunca, nunca, les importe demasiado lo que los demás piensen o digan de ellos. Las únicas opiniones que valen la pena son la de las personas que realmente les quieren, y ésas, como yo, nunca les juzgarán.
Hagan lo que hagan, digan lo que digan, trabajen de lo que trabajen, vistan como vistan, amen a quien amen.
Hay muchísimas cosas buenas más que quisiera enseñarles, pero esas espero poder hacer algo más que escribirlas.