Hace unos años, cuando tenía 18/19, entré en una espiral autodestructiva en la que la obsesión por la comida se convirtió en el centro de mi vida. Al principio consistía en alternar restricciones en la alimentación, comiendo cada vez menos (y adelgacé bastante aunque en ese entonces no lo veía, tristemente), con atracones, no ingentes pero sí en relación a la cantidad de mi dieta, y purgas posteriores, aunque sin recurrir al vómito (laxantes, diuréticos, ejercicio intenso).
Posteriormente ya comía normal, y llegaron los atracones más considerables y las mismas purgas, con la adición del ayuno. Sí he vomitado a lo largo de estos años, pero muy ocasionalmente, y seamos sinceras, es porque no he podido, es decir, muchas veces lo he intentado sin conseguirlo. Sé que esto no es normal, pero tampoco me atrevo a considerarlo bulimia por: la falta de vómito y el no haber sido a diario sino intermitentemente, a veces semanalmente, a veces mensualmente…
Y así estuve años hasta hace dos conseguí controlar esto con MUCHÍSIMA voluntad y tras recaídas, a fuerza de ensayo y error, etc. Por ello también las dudas y restarle importancia, porque veo casos de estar años de terapia en terapia y no superarlo, así que lo mío me parece nada. Sin embargo, mi relación con la comida sigue sin ser sana, me avergüenza comer en público y me da auténtico pánico pesarme.
Y resulta que, por estrés por los estudios y la pandemia, he tenido dos recaídas estos dos últimos meses respectivamente, una de ejercicio y otra de laxante. Además, con pensamientos intrusivos como que qué pena que no apreciara la delgadez que conseguí en aquella «primera fase» o «¿y si vomito?». Les resto importancia y lo justifico con que cualquier persona podría pensarlo, pero me da que no (pero al menso sé reconocer que son pensamientos nocivos y atajarlos, antes no era capaz).
Estoy un poco hecha un lío, a ver si alguien puede echarme un cable. Saludos.