Jugando con fuego, Cap 1. (2ª parte de Jugando con la ley)

Inicio Foros Querido Diario Relatos Jugando con fuego, Cap 1. (2ª parte de Jugando con la ley)

  • Autor
    Entradas
  • Ilenia
    Invitado
    Ilenia on #267336

    Capítulo 1: No grites

    Estaba convencida de que aquella nota anónima era de Daniel. Esa frase fue pronunciada por él para mí, lo recordaba perfectamente y probablemente nunca lo olvidaría.
    Me sentía confundida, no sabía que pensar, pero que hubiese una posibilidad de que estuviese vivo era lo único que necesitaba para volver a sonreír.
    No le dije nada a nadie por miedo. Si Daniel se había comunicado conmigo de ese modo era obviamente porque no podía mostrarse libremente, cosa que me preocupaba.
    Decidí ser paciente y esperar a que él volviera a ponerse en contacto conmigo. En un principio fue fácil tomar esa decisión, pero los días pasaban y no había vuelto a recibir ningún tipo de señal. Comenzaba a desesperarme, avisar a la policía o hablar con mis padres era ideas que estaban presentes en mi cabeza las veinticuatro horas del día, pero simplemente pensar que por abrir la boca le pusiera en peligro evitaba que lo hiciera.

    Por fin acabé de colocar toda la ropa en el armario de mi habitación. Llevaba más de cuatro horas de mudanza. En dos días comenzaría el nuevo curso en la universidad. A pesar de las insistencias de mis padres porque permaneciera en mi casa me negué rotundamente. Nuestra relación había mejorado bastante, en especial con mi madre pero había conocido lo que era la verdadera independencia y no iba a renunciar a ella.
    En total tuve que hacer dos viajes a mi casa con el coche para poder llevármelo todo. El tiempo que pasaba allí recogiendo ambos aprovechaban para intentar convencerme, pero aunque no quisieran asumirlo esa era una batalla que tenían pérdida antes de comenzar a librarla. Llegó un punto en el que comencé a ponerme bastante nerviosa, pero intentaba entenderlos a pesar de que ellos no me quisieran entender a mí.
    En poco tiempo todo había dado un giro de trescientos sesenta grados, no sólo por Daniel y mis padres, Tania se marchó. Había alquilado ese piso con ella desde el primer año de universidad y me sentía triste porque eso ya no fuera así, pero a la vez comprendía sus motivos. Sus padres acabaron divorciándose por sus peleas diarias y ella decidió marcharse con su padre a Sevilla porque creía que un cambio de aires le iría muy bien, además su relación con su madre no atravesaba su mejor época pues ella tomó partido por su padre cuando estos se divorciaron.
    Tanía se había marchado, pero María se venía a vivir conmigo. A tan solo dos semanas de viajar por la beca que le habían dado, le comunicaron que debería ingresar una cantidad superior a la acordada. Con gran tristeza y enormemente enfadada tuvo que rechazarla, era demasiado dinero y aunque su padre le insistió en que lo pagaría. Ella se negó, no porque no pudiera hacerse cargo del pago sino porque odiaba no ser económicamente independiente.
    En el momento en que decidió rechazar la beca, me llamó y me lo contó todo, además aprovechó la llamada para preguntarme si se podía mudar conmigo. No quería pasar ni un minuto más en el piso que compartía con Álvaro y otra chica. Siempre la había escuchado decir que por nada del mundo se marcharía de su casa antes de que lo hiciera Álvaro, pero en mí encontró su excusa perfecta, según ella él no había conseguido ganar la guerra, se marchaba por amistad, es decir, por mí. Mentira.
    Ese par de dos eran muy raros. Habían comenzado una no relación, negaban por completo que estuvieran juntos, pero parecían un par de mandriles. No desaprovechaban ningún momento en el que pudieran tener sexo. Era por eso por lo que no comprendía que María quisiese vivir conmigo pero no puse ninguna pega.

    Me senté en el sofá del pequeño salón para descansar un poco. María no estaba por lo que no tenía con quien hablar. Encendí la televisión, pero no tardé más de tres minutos en apagarla, no había ningún programa que realmente me llamara la atención. Odiaba esos momentos en los que no tenía nada que hacer porque era cuando mi cabeza comenzaba a dar vueltas y a imaginarse todo tipo de situaciones que me producían dolor de estómago.
    Escuché la puerta principal abrirse y por un segundo pensé que mi salvadora había llegado, pero no, María ya tenía sus planes y no tenían nada que ver conmigo. Agarraba a Álvaro por el cuello como si la vida se le fuera en ello, él la sujetaba con vehemencia por la cintura atrayéndola hacía sí. Se estaban devorando a la vez que se dirigían al cuarto de mi amiga, tropezaron con un mueble, pero eso no hizo que separaran sus labios ni un segundo.
    –Hola. Yo también me alegro de veros–no obtuve respuesta alguna. Dudaba que siquiera se hubieran percatado de mi triste presencia.
    En breves momentos llegarían los suspiros y los gemidos. Debía reconocer que María era bastante más discreta que Tanía, pero aun así se escuchaba todo.
    El timbre de la puerta principal comenzó a sonar. Como persona paranoica que era, me puse nerviosa porque para entrar dentro del bloque debías tocar el telefonillo que estaba fuera. Dudaba que la puerta del portal estuviera abierta ya que al ser pocos vecinos eran muy cuidadosos con ese detalle. La gran mayoría eran personas mayores, aparte de nosotras sólo dos pisos más estaban ocupados por estudiantes.
    Fui muy sigilosamente hacía la puerta y miré por la mirilla, me relajé cuando vi que era mi madre, pero al segundo me tensé, ella nunca había estado en mi piso, de hecho la inexistente relación entre nosotras fue el detonante para que decidiera marcharme de mi casa.
    –Te he escuchado Alex, ábreme–respiré hondamente y abrí la puerta.
    No atendía a sus preguntas de por qué no le quería abrir la puerta. Yo solo podía pensar en que dos personas estaban teniendo sexo salvaje haciendo un ruido considerable que en cualquier momento llegaría a los oídos de mi madre, era una situación por la que no quería pasar.
    –Te he traído algunas comidas de cuchara.
    –No es necesario–me siguió hasta la cocina donde dejó la bolsa con comida.
    –¿No me vas a enseñar tu piso?
    –Ha sido el mismo los últimos dos años–cuando mi madre decidió volver a formar parte de mi vida la recibí con los brazos abiertos, me vi incapaz de rechazar su cariño después de la terrible noticia de que mi pareja había muerto, pero el tener esperanza de que estuviera vivo hizo que mis días dejaran de ser tan oscuros y comenzara a ver con más claridad todo lo que pasaba a mi alrededor y me di cuenta de que no la había perdonado. En muchas ocasiones tenía pensamientos negativos hacía ella que no expresaba y en muchas otras acababa lanzándole dardos envenenados que ella encajaba con tranquilidad. Ambas sabíamos que recuperar nuestra relación no sería fácil, pero no fui yo quien la destruyó y supongo que eso le daba cierto poder a mi rabia.
    –Quiero hablar contigo.
    –María está aquí–tuve la esperanza que de entendiera a que me refería sin necesidad de decir nada más pero no fue así.
    –Estupendo. Me gustaría saludarla.
    –Está ocupada.
    –Sólo será un momento–tan lista para unas cosas y tan inocente para otras.
    –Tiene compañía–hice hincapié en la palabra compañía con la esperanza de que por fin entendiera lo que quería decirle y ese momento incomodo finalizara.
    –Bueno hija solo será un segundo–¡Por el amor de Dios!
    –¡Mamá! Compañía masculina, ¿entiendes? Masculina.
    –Ah… vale… Bien. Quiero hablar contigo–se sentó en una de las sillas de la mesa y yo me senté justo enfrente de ella sabiendo que esa conversación duraría lo que tardara mi madre en escuchar los orgasmos que no sería demasiado.
    –Está bien, hablemos–la cara de mi madre era como un libro abierto. Se notaba a kilómetros que no se encontraba cómoda y yo tampoco podía disimular que estaba disfrutando.
    –Alex quiero que entiendas…–el gemido fue perfectamente audible para ambas. Se quedó callada a la vez que sus mejillas comenzaban a volverse rojas.
    –Dime mamá–la insté a que siguiera hablando, pero el ritmo de los gemidos era cada vez más regular y su cara era ya un poema.
    –Mejor hablamos otro día–se levantó de golpe a la silla y con un simple adiós se dirigió hacía la puerta. Se marchó tan rápido que apenas me había levantado de la silla cuando escuché la puerta principal cerrarse.

    Se escuchó otro gemido más, bastante placentero. Mi amiga se lo estaba pasando en grande. Envidiosa.
    La cocina era la habitación más alejada de su cuarto por lo que decidí quedarme allí comiéndome un melocotón tranquilamente hasta que terminaran. A mis oídos llegó un gemido mucho más desesperado que interpreté como el clímax. Di gracias de que por fin hubiesen terminado, tenía ganas de irme a mi cuarto y encontrarme con mi paz interior sin gemidos de por medio, pero mi paz se fue al garete cuando vi entrar a Álvaro en la cocina completamente desnudo.
    – ¡Vístete! –le grité. Él me miró sorprendido. Mis sospechas eran ciertas, ni se habían dado cuenta de mi presencia.
    –Perdón, no sabíamos que estabas aquí–se tapó la entrepierna con ambas manos. No necesita usar las dos manos. Salió de la cocina y cuando volvió vestía unos vaqueros negros.
    A los pocos minutos apareció María un poco sonrojada. No sabía si sus coloretes eran por la acción de hacía unos minutos o por vergüenza. Realmente era un poco tarde para sentir vergüenza.
    –Por mí no os cortéis, pero cuando esté mi madre os podríais relajar un poco–me apetecía ser mala.
    – ¿Tú madre ha estado aquí? –María se puso pálida. Mi madre le caía bien y estaba segura de que la próxima vez que se cruzaran le costaría mirarla a la cara.
    –En cuanto ha escuchado uno de tus gemidos ha salido disparada–comencé a reírme. A mis carcajadas se unió Álvaro, cosa que molestó bastante a María que se fue de la cocina más roja aún de lo que había llegado.
    A los pocos segundos Álvaro se fue con ella a la habitación. Aquello era raro. Normalmente después del sexo discutían y Álvaro se marchaba dando un portazo. Sin embargo, ese día fue diferente, mi amigo pasó toda la tarde con ella en la habitación y no debían estar haciéndolo, no escuché ningún ruido proveniente de ellos o de la cama. Me alegraba que por fin consiguieran charlar tranquilamente sin discutir después del sexo, era un avance en su extraña relación.
    En realidad, me habría gustado que Álvaro se hubiese marchado, así podría haber tenido a mi amiga un rato para hablar o salir a tomar algo. Me aburría muchísimo y la televisión no me llenaba. Perfectamente podría haberlos llamado y charlar con ellos dos pero, a fin de cuentas discutieran lo que discutieran y aunque lo negaran hasta la saciedad era más que evidente que ambos estaban enamorados y no me apetecía en absoluto pasar la tarde con la parejita, me hacía recordar lo sola que me sentía y lo desesperada que estaba por recibir noticias de Daniel.

    Sobre las nueve de la noche Álvaro se marchó, pero volvería, solo había ido a su piso pasa asearse y cambiarse de ropa, tenían planes para esa noche, planes en los que intentaron incluirme, pero me negué en rotundo. Supongo que al verme allí tirada en el sofá sin hacer nada y con un aspecto que dejaba bastante que desear, fue lo que los impulsó a invitarme a ir con ellos pero yo tenía claro que si no quería pasar un rato de conversación con ellos dos, mucho menos quería ir a una discoteca y verlos abrazados y besándose como un par de adolescentes con las hormonas revolucionadas. Estás amargada.
    – ¿Estás segura de que no quieres venir? –me preguntó María por enésima vez.
    –Segurísima–me miró reprobatoriamente, pero no dijo nada, se limitó a entrar a su habitación para terminar de arreglarse. Se veía realmente preciosa con su falta de tubo negra y su camisa celeste holgada.
    Álvaro que ya había vuelto a mi piso para deleitarnos con su presencia se sentó a mi lado y me miró como se suele mirar a un pobre cachorrito abandonado en la calle en un día lluvioso. Odié esa mirada y lo que venía con ella.
    –No deberías quedarte aquí metida–Que interesante, cuéntame más. Me tragué mi sarcasmo porque no quería descargar mi mal humor con él.
    –Lo sé, pero no me apetece salir.
    –Siempre has sido una mala mentirosa–eso es cierto.
    –No estoy mintiendo–intenté fingir una mueca de indignación.
    –Claro que mientes. ¿Por qué piensas que no te conozco? –María apareció en el comedor totalmente lista para salir por la puerta y romper unos cuantos cuellos.
    –A veces olvido todos los años que hace que nos conocemos, pero de verdad prefiero quedarme aquí–intenté sonar lo más sincera posible.
    –Como quieras–por fin se dio por vencida y yo lo agradecí enormemente. Había comenzado a ponerme un poco nerviosa por tenerlos a los dos presionándome y no quería acabar gritando como una energúmena que lo que realmente me molestaba era la presencia de su… lo que fuera, cada vez que me proponía hacer algo. Esa era mi primer día en el piso, de solo pensar que los próximos nueve meses cada vez que quisiera hacer algo con mi amiga, allí estaría Álvaro me daban ganas de pegarme un tiro. Era mi amigo y lo quería, pero hasta cierto punto.
    –Adiós-me despedí y los observé salir del piso cogidos de la mano, a eso sí que no estaba acostumbrada.

    Podría haberme ido a dormir y acabar con ese horrible día, pero llevaba unas cuantas semanas con el problema de no ser capaz de acostarme hasta bien pasadas las dos de la madrugada. Tumbarme en la cama y esperar a que el sueño me venciera no era una opción, solo conseguiría que el embriagador silencio hiciera que mi mente comenzara a recordar e imaginar cosas que no quería.

    Un olor muy desagradable pico mi nariz, intenté ignorarlo porque creía que venía de la calle pero no era así. Me levanté del sofá y fui siguiente ese tufo horrible hasta la cocina y comprobé que a María se le había olvidado sacar la basura. Sin poder evitarlo, vi que era lo que hacía que aquello oliera tan mal, unas lentejas. Cerré la bolsa y me encaminé hacía los contenedores que por suerte no estaban muy lejos.
    La noche estaba preciosa y no podía hacer mejor temperatura. El verano en mi tierra aún no se había marchado. Tuve deseos de dar una vuelta, pero aparte de que me había dejado el móvil y los cascos en el piso, debía reconocer que andar sola a esas horas de la noche me daba miedo.
    Al entrar al piso un escalofrió me recorrió la espalda, me sentí un poco insegura, tanto que necesité ir a la cocina a por un vaso de agua para relajarme. Bebí el agua fría de un solo trago y dejé el vaso sobre la encimera. Justo cuando me iba a dar la vuelta sentí como un brazo me rodeaba la cintura apretándome contra un cuerpo firme, mientras la otra mano me tapaba la boca.
    .
    .
    .
    ¡HE VUELTO!
    Este es el primer capítulo de «Jugando con fuego» la segunda parte de «Jugando con la ley» en adelante JCLL.
    Para los que no hayáis leído el primer libro, está subido aquí en Weloversize. Os dejo los links al final.
    Subiré un capítulo cada semana.
    Nos leemos.

    LINKS JCLL

    Prólogo https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley/
    Capitulo 1: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-2/
    Capitulo 2: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-2-una-no-oferta-y-una-fantasia/
    Capitulo 3: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-3-un-sirope-y-escalofrios/
    Capítulo 4: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-4-control-de-alcoholemia-y-el-salto-del-tigre/
    Capítulo 5: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-5-un-deseo-desvelado-y-ojos-dilatados/
    Capítulo 6: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-6-un-hombre-de-champions-league-y-ajustar-cuentas/
    Capitulo 7: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-7-una-orden-y-un-limite/
    Capítulo 8: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-8-un-trago-de-cerveza-y-una-detencion/
    Capítulo 9: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-9-una-risita-y-una-noche-divertida/
    Capítulo 10: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-10-una-pared-fria-y-sospechas-confirmadas/
    Capítulo 11: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-11-mayday-mayday-houston-tenemos-un-problema/
    Capítulo 12: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-12/
    Capítulo 13: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-13-una-camiseta-peculiar-y-una-tumbona/
    Capítulo 14: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-14-un-loro-chillon-y-veinte-segundos/
    Capítulo 15: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-capitulos-15-y-16/
    Capítulo 17 y 18: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-capitulos-17-y-18/ç
    Capítulo 19 (final) https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-capitulo-final/

    Responder
    Científica empedernida
    Invitado
    Científica empedernida on #268171

    Madre mía!! esto promete…solo un apunte: si tu vida da un giro de 360 grados te quedas en el mismo punto, jajajajja!!
    Deseosa de leer más!!!!

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 2 entradas - de la 1 a la 2 (de un total de 2)
Respuesta a: Responder #268171 en Jugando con fuego, Cap 1. (2ª parte de Jugando con la ley)
Tu información: