Marcos y Lucía: capítulo 15

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    Moetsi on #214933

    Dos semanas después de que Marcos desapareciese, Rocío estaba esperándome en la puerta de la tienda una tarde al salir de trabajar.

    -Supongo que te imaginas por qué estoy aquí.
    -¿Te lo ha pedido él?
    -No, no sabe que he venido a hablar contigo. ¿Me acompañas al bar? Puedes ir tranquila, Marcos no está.

    Nos sentamos en una mesa al fondo, Vicente estaba en la barra y no había ni rastro de él.
    Rocío me contó que el último domingo que estuvimos juntos, Marcos llegó a casa muy mal.
    No quiso contarles nada, se encerró en la habitación y no salió de allí hasta el día siguiente.
    Cuando Rocío subió a verle al mediodía, estaba recogiendo el ordenador, los apuntes de la academia y algo de ropa, le dijo que se marchaba a la parcela unos días porque necesitaba estar solo.
    No supieron nada más hasta el domingo siguiente, estuvo hablando con sus padres y se disculpó con ellos y también habló con Alberto, le pidió que no fuese a verle y que no le llamase, no quería ver a nadie.

    -Está bien, parece más tranquilo. Nos ha dicho que se quedará allí un tiempo, esta semana ha vuelto a la academia, y las tardes que tiene clase se queda a comer en mi casa. Ayer preguntó por ti, pero me pidió que no te contase que lo había hecho, quería saber cómo estabas y si seguías viniendo al bar.
    -¿Y entonces por qué me lo cuentas?
    -Porque conozco a mi hermano, por alguna razón Marcos se siente culpable, y sea lo que sea que haya hecho, está intentando arreglarlo, creo que está haciendo esto por ti.
    -La noche que discutimos, le dije que no parecía el mismo y que tenía que recuperar su vida. Supongo que eso es lo que intenta, pero no creo que lo haga por mí, a mí me está excluyendo. Esa noche me dijo cosas muy feas, y si te ha pedido que no me digas nada, es porque yo soy parte del problema.
    -No Lucía, yo sé que Marcos te quiere, al igual que quiere a mis padres, aunque se haya portado mal con ellos. Es solo que ha empezado por lo que le resultaba más fácil. Puede que se esté equivocando, pero él cree que necesita hacer esto solo, y debemos dejar que lo intente, no te des por vencida con él, aún no.

    Las palabras de Marcos me habían dolido, pero eso no hacía que dejara de quererle y de preocuparme por él, me alegró saber que estaba bien y que intentaba arreglar las cosas, aunque no entendía por qué lo hacía apartándome de esa manera.
    Si Rocío tenía razón y lo hacía por mí, entonces ¿por qué se alejaba?
    No era la primera vez que discutíamos, aunque sí había sido la más fuerte, pero siempre pudimos hablar.
    Esta vez era diferente, esta vez Marcos no me quería cerca, como tantas veces me había dicho.
    Desde aquel domingo en que discutimos, había pasado por muchos estados anímicos y había sentido muchas cosas.
    Dolor, rabia, enfado, decepción, tristeza, soledad, pena, preocupación… pero con el paso de los días, y después de hablar con Rocío, lo que más sentía era culpa.
    Marcos necesitaba ayuda mucho antes de lo que yo intenté ofrecérsela, pero no la tuvo, vi lo que estaba haciendo, sabía que estaba mal y no hice nada por él.
    De todas las cosas que podían estar mal en su vida, yo era la que más daño le estaba causando.
    Era yo quien debía alejarse de Marcos.
    Pensé de nuevo en ese hilo rojo que nos unía, la leyenda decía a pesar del tiempo, del lugar y de las circunstancias.
    A Marcos y a mi parecía no quedarnos nada en ese momento, quizás el hilo se había roto, y si no era así, tenía tantos nudos y tantos enredos, que ya resultaba casi imposible deshacerlos todos.
    A principios de mayo, una mañana mi jefe vino a vernos, y con gesto muy serio nos explicó que estaba teniendo problemas económicos graves, había realizado algunas inversiones que no supo gestionar bien y tenía muchas deudas.
    La noticia nos cayó a Estela y a mí como un jarro de agua fría, a finales de mes tendría que despedir casi a la mitad del personal y cerrar algunas de las tiendas que menos ingresos le aportaban para poder seguir manteniendo la empresa.
    Nuestra tienda funcionaba bastante bien, y supe que yo sería una de las afectadas por el despido en el momento en que nos explicó que tendría en cuenta la situación familiar de cada empleado antes de tomar una decisión.
    Estela era madre soltera, tenía a su cargo a una niña pequeña y yo, al fin y al cabo, no tenía a nadie que dependiese de mí.
    Mi vida se estaba desmoronando.
    Todo lo que tenía y todo lo que quería, estaba desapareciendo sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.
    Un par de años antes, no habría podido soportarlo, pero esa era la diferencia entre la Lucía de entonces y la que era ahora.
    No siempre lo conseguía y menos si se trataba de Marcos, pero en todo lo demás, intentaba ver el lado bueno de las cosas, ahora me sentía un poco más fuerte, si mi vida estaba cambiando, tenía que aceptarlo y avanzar, no podía seguir dejando que la inseguridad y el miedo me dominaran.
    Intenté tomarme con calma las semanas que me quedaban en el trabajo, después, ya pensaría qué hacer.
    Y en cuanto a Marcos, bueno, de momento me bastaba con saber que estaba bien.
    Algún día tendríamos que hablar, pero si no estaba preparado, si había decidido que era así como quería hacerlo, tenía que respetarlo, aunque me doliese.
    Solo deseaba que, de alguna manera, él supiera que le seguía queriendo.
    No todo eran malas noticias, Eva se había trasladado con Álvaro a vivir a otra ciudad hacía un par de meses, a él le ofrecieron un puesto fijo como director comercial y como el trabajo de Eva era de contrato temporal, en cuanto lo terminó se marcharon.
    Una noche me llamó para decirme que estaba embarazada, y no podía estar más feliz, todo le iba bien, estaba formando una familia y me alegré mucho por ella, por fin tenía la vida con la que siempre había soñado.
    Rocío siguió visitándome algunas tardes, me hablaba de Marcos y de cómo le iba, seguía en la parcela y con su rutina diaria de clases y estudio, me contó que Alberto había vuelto con Belén, los dos parecían estar más centrados.
    También se interesaba por saber de mí, en poco tiempo habíamos conseguido tener una relación muy cercana, me acostumbré a esas visitas semanales y me gustaba pasar un ratito charlando con ella, era como tener a Marcos un poquito más cerca.
    Sabía que a él también le hablaba de mí, Rocío le contaba todas nuestras conversaciones, decía que así se aseguraba de que él supiera que todas las personas que le querían seguían a su lado.
    Un lunes por la mañana, al llegar a la tienda vi que el bar estaba cerrado, me extrañó mucho porque entre semana Vicente siempre abría muy pronto para atender a los trabajadores de la sucursal bancaria, que todas las mañanas tenían la costumbre de desayunar allí.
    Llamé a Rocío al mediodía, pero no contestaba al teléfono.
    Empezaba a preocuparme y decidí que, al salir por la tarde, si seguía sin tener noticias, llamaría a Marcos.
    Pero a media tarde fue él mismo quien me envió un mensaje.

    “Hola Lucía, siento molestarte, pero pensé que te gustaría saberlo. Ayer Rocío tuvo un accidente con el coche y está en el hospital. No te preocupes, no es grave, se ha roto una pierna y tienen que operarla, pero está bien.”

    Respondí de inmediato:

    “¿Puede recibir visitas? Me gustaría verla. Gracias por avisarme.”

    “Segunda planta, habitación 209”

    Sabía que podía encontrarme con él y no estaba muy segura de cómo iba a reaccionar, pero aun así, quise ir al hospital esa misma tarde.
    Nada más salir del ascensor comenzaron a temblarme las piernas, noté cómo se me aceleraba el pulso y cómo el calor me recorría el cuerpo entero hasta instalarse en mis mejillas.
    Hacía mucho tiempo que no me sentía así, pero reconocí los síntomas de inmediato, sucedía cada vez que veía a Marcos.
    Estaba en la sala de espera que había junto a la habitación de Rocío, él no podía verme porque estaba de espaldas, pero Alberto, que estaba allí acompañándole, si lo hizo.
    Caminé con prisa directamente a la habitación, Rocío estaba con su marido que aprovechó mi llegada para salir a cenar algo y Vicente y Loli se habían marchado ya, estaban cansados después de haber pasado toda la noche allí.

    -¿Cómo has sabido que estaba en el hospital?- preguntó Rocío.
    -Tu hermano me escribió para contármelo.
    -Vaya, he tenido que romperme una pierna para que por fin se decida a hablarte. ¿Sabes que está aquí?
    -Si, le he visto fuera con Alberto, pero he venido a verte a ti, cuéntame cómo estás.

    Roció me explicó cómo había sido el accidente y me contó que la tendrían que operar a la mañana siguiente para reparar la fractura.

    -Esta semana aún trabajo y no puedo hacer mucho, pero después estaré libre, si necesitas que me quede con Dani algún día o cualquier otra cosa, llámame ¿vale?
    -No te preocupes, mi madre se encarga de él, pero gracias por ofrecerte.
    -La madre de mi amiga Elena trabaja aquí en el hospital, le pediré que baje a verte mañana y después me cuente cómo ha salido la operación.
    -Lo haré yo, si quieres puedo llamarte cuando salga del quirófano.

    Escuché la voz de Marcos detrás de mí y un escalofrío me recorrió la espalda.

    -Un mensaje será suficiente-respondí con tono seco- Por la tarde vendré a ver cómo estás ¿vale?- esta vez me dirigí a Rocío- ahora me voy, ya es tarde y tú necesitas descansar. Espero que todo salga bien, te veo mañana.
    -Puedo acercarte a casa, Alberto y yo nos vamos también- dijo Marcos.
    -No, no hace falta, puedo ir sola.

    “¿Por qué le hablas así Lucía? Solo está siendo amable.” pensé.

    -Gracias- añadí.

    Seguía molesta con él, aún me dolía pensar en las cosas que dijo, aunque mi enfado había disminuido mucho en las últimas semanas.
    A pesar de saber que no quería verme, a través de todas las cosas que Rocío me contaba, creí llegar a entender por qué lo hacía y de alguna manera, había empezado a perdonarle, al menos una parte de mí lo intentaba.
    Ni siquiera me había dado la vuelta, pero tenía que hacerlo si quería salir de allí.
    Él seguía apoyado en la puerta, me giré y cruzamos la mirada durante apenas tres segundos, que fue lo que tardé en salir de la habitación y dirigirme al ascensor con paso ligero.

    -Lucía…- dijo.

    Quise darme la vuelta, acercarme a él y decirle que le odiaba por haberme hablado así y después apartarme de esa manera, pero también quise abrazarle y pedirle perdón por los errores que yo había podido cometer, quise decirle que le quería y que le extrañaba, que mi vida sin él era mucho peor y que de todas las cosas que estaba perdiendo, él era lo único que realmente me importaba.
    Pero no lo hice.
    Porque lo único que sentía en aquel momento era miedo.
    Me daba miedo que me rechazara, así que simplemente me detuve en mitad del pasillo y esperé.

    -Me alegro de verte.
    -Yo también- respondí mientras emprendía mi camino de nuevo, intentando no derrumbarme y echarme a llorar, que era lo que más me apetecía en ese instante.

    Pude ver sus ojos esa noche, y aunque solo fueron unos segundos, supe que aquel ya no era el Marcos enfadado, hiriente y frívolo que había sido en los últimos meses, estaba cambiando, pero tampoco era el Marcos alegre y confiado del principio.
    El tono de su voz y su mirada eran diferentes, parecía triste e inseguro, era como verme a mí misma antes de conocerle.
    Me escribió a la mañana siguiente para contarme que la operación había salido bien y Rocío ya estaba en la habitación descansando.

    “¿Vendrás a verla esta tarde?” Añadió al final.

    “Si, dile que después me paso. Gracias por informarme, me alegro de que todo haya salido bien”

    Al llegar al hospital me encontré a Marcos esperando en el pasillo.

    -¿Está todo bien?- pregunté extrañada al verle allí fuera.
    -Si, pero la han cambiado de habitación, está en la quinta planta. He bajado por si llegabas y veías que no estaba.

    Marcos comenzó a caminar en dirección al ascensor, sin levantar la mirada del suelo.

    -No tenías que molestarte, con un mensaje…
    -Era suficiente, lo sé – dijo interrumpiéndome- pero Rocío tiene visita, han llegado sus suegros y unos vecinos, la habitación estaba llena y he salido un rato para dejarles espacio, no me costaba nada bajar.

    Esperamos en silencio al ascensor, que estaba prácticamente lleno cuando abrió las puertas y tuvimos que apretarnos un poco para poder entrar.
    Marcos se colocó detrás de mí, se le notaba nervioso y suspiraba continuamente, mi espalda rozaba ligeramente su pecho y me estremecí al sentir su aliento tan cerca, encogí los hombros intentando deshacerme de aquella sensación y cerré los ojos, deseando que el ascensor subiera más rápido, pero iba parando en todas las plantas y me pareció que el tiempo que tardaba en cerrar las puertas y elevarse de nuevo, era eterno.
    Cuando llegamos a la quinta planta salí de allí sintiendo que necesitaba coger aire, había estado conteniendo la respiración tanto tiempo que incluso me sentí un poco mareada.
    No sé muy bien por qué, pero sonreí al pensar en lo ridículo de la situación.
    Marcos provocaba tantas cosas en mí solo con tenerle cerca… y sin embargo no éramos capaces ni de mirarnos a los ojos.
    Parecíamos dos adolescentes, pero ninguno de los dos podía obviar las razones por las que nos comportábamos así.

    -Rocío me contó lo del despido. ¿Cómo lo llevas?- preguntó.
    -Bueno, mejor de lo que creía. Ya encontraré algo.
    -Lo siento- dijo.

    Y sus palabras sonaron tan firmes que pareció que aquel lo siento abarcaba mucho más que un simple lamento por la pérdida de un trabajo.
    Los vecinos de Rocío ya se habían marchado cuando llegamos a la habitación, pero no quise entretenerme demasiado, estaba cansada y dolorida por la operación, así que solo la saludé unos minutos y quedé en pasar a verla el fin de semana, cuando estuviese un poco más recuperada.
    Marcos se había quedado fuera en el pasillo, Rocío me había dicho que esa noche se quedaría con ella.
    Cuando salí de la habitación estuve tentada a irme sin decirle nada, pero en el último momento decidí despedirme de él.
    Estaba distraído mirando por una de las ventanas y me coloqué a su lado.

    -Marcos ¿puedes hacerme un favor?
    -Si, dime.
    -No vendré en unos días ¿me avisarás si algo cambia con Rocío?
    -Claro, no te preocupes.
    -Gracias…bueno, me voy ya, buenas noches.
    -Buenas noches Lucía- respondió con una leve sonrisa.

    ¡Cuánto extrañaba sus despedidas y sus besos de buenas noches!
    Le miré una última vez antes de entrar al ascensor, seguía apoyado en la ventana, con las manos cubriendo su rostro, en un gesto que no supe interpretar.
    ¿Era alivio porque me marchaba? ¿O dolor por verme allí? ¿Tanto daño le hacía tenerme cerca?
    No podía soportar verle así, me destrozaba la idea de pensar que yo era quien le estaba provocando esa angustia.
    Marcos necesitaba a alguien a su lado que le ayudase a superar el proceso por el que estaba pasando, lo sabía porque yo había pasado por lo mismo, había sentido las cosas que él estaba sintiendo ahora, aunque por razones diferentes, y fue Marcos quien me ayudó.
    Pero esta vez no podía ser yo quien lo hiciera, la culpa seguía acompañándome, yo también estaba triste, y así no era buena para él.
    Tenía que hablar con Alberto, y con Rocío cuando saliera del hospital.
    Si había alguna manera de ayudarle, eso sería lo que haría por él, aunque no pudiese estar a su lado, tenía que asegurarme de que otros lo hicieran.
    Llamé a Alberto esa misma noche, le dije que quería hablarle de Marcos y quedamos en vernos un par de días después, el jueves por la tarde.

    -Antes de que digas nada, tengo que pedirte disculpas- dijo Alberto- sé que Marcos no está bien y sé que he tenido mucho que ver con eso y con todo lo que ha pasado entre vosotros.
    -Eso ya no importa, pero si quieres hacer algo bueno por él, no dejes que se sienta solo. Marcos necesita que alguien esté a su lado.
    -Marcos te necesita a ti, Lucía.
    -No, te equivocas, yo sé que le he hecho daño y me siento culpable. Tengo que asumir que él no quiere tenerme cerca, por eso te he llamado, porque yo no puedo ayudarle, pero tu sí. Marcos estuvo ahí para ti, ahora te toca hacer lo mismo por él. Solo te pido que esta vez lo hagas bien, no dejes que vuelva a perderse.
    -No lo haré, te lo prometo.

    Esa noche lloré una vez más, acompañando mis lágrimas con música de Zahara.
    Hacía ya un tiempo que las canciones habían desaparecido de mi cabeza, pero supongo que volver a ver a Marcos también me hizo recuperar eso.

    Recuerdo que al llegar ni me miraste, fui solo una más de cientos
    Y, sin embargo, fueron tuyos los primeros voleteos
    Cómo no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos,
    que hay pecados compartidos y que tú estabas tan cerca.
    Me disfrazo de ti, te disfrazas de mí
    y jugamos a ser humanos en esta habitación gris
    Se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recodos
    Tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado
    Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos
    Y las palabras se me apartan, me vacían las entrañas
    Finjo que no sé, y que no has sabido, finjo que no me gusta estar contigo
    Y al perderme entre mis dedos te recuerdo sin esfuerzo
    Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos

    El viernes era mi último día de trabajo, a última hora mi jefe llegó para firmar los papeles y aunque había tenido tiempo para asimilarlo, fue triste despedirme del lugar que tantas veces había sido mi refugio en los últimos seis años, y más triste aún despedirme de Estela, sabía que seguiríamos siendo amigas pero extrañaría mucho escuchar su risa todos los días, nuestras peleas estúpidas porque a mí no me gustaba contestar al teléfono y ella siempre olvidaba cerrar la puerta del almacén, o descalzarnos y escuchar todas las tardes la misma canción a todo volumen mientras hacíamos caja antes de cerrar la tienda.
    Esa tarde lo hicimos por última vez, abracé a Estela entre lágrimas y cuando estaba a punto de marcharme, vi a Marcos cruzar la calle corriendo en dirección a la tienda, y no tenía buena cara.

    -¿Le ha pasado algo a tu hermana?- pregunté un poco asustada.
    -No, Rocío está bien, no estoy aquí por ella, estoy aquí por ti, por nosotros.
    -Marcos no es un buen momento- dije secándome las lágrimas.
    -Lo sé, y lo siento de verdad. Pero necesito decirte algo importante, solo te pido cinco minutos y después me iré.
    -Está bien…

    Había elegido el peor día para hablar conmigo, pero pensé que quizás era mejor así, arrancarse la tirita cuando antes y pasar por todo lo malo a la vez.

    -¿Podemos ir a un sitio un poco más tranquilo?

    Asentí y comencé a caminar a su lado, mientras nos dirigíamos a la plaza en la que estuvimos hablando la noche de reyes.
    Me senté en uno de los bancos y Marcos se sentó frente a mí.
    Estaba nervioso, no paraba de tocarse el pelo y seguía evitando mirarme.

    -No es necesario que hagamos esto ahora si no quieres- dije- creo que ya está todo claro.
    -No lo está Lucía, por eso estoy aquí. He hablado con Alberto y me ha contado todo lo que le dijiste ayer y no sé en qué momento has podido confundir tanto las cosas, supongo que también soy responsable de eso. Me va a costar y no sé ni por dónde empezar, pero necesito que me escuches.

    Permanecí en silencio, mientras Marcos exhaló un suspiro profundo intentando tranquilizarse y comenzó a hablar.

    -La noche que discutimos dije cosas que no quería decir y me sentí como una mierda, y cuando llegué a mi casa y leí lo que habías escrito en esa libreta, me odié a mí mismo por la forma en que me había comportado contigo en los últimos meses.
    Me avergoncé Lucía, no tenía valor para mirarte a los ojos y sabía que volver al día siguiente, pedirte perdón y decirte que lo siento ya no era suficiente, tenía que enmendar mis errores y volver a ser la persona que era, la que tu veías en mí.
    Si estoy aquí hoy es solo porque tenía que decirte esto, porque no puedo permitir que te sientas culpable, tu no hiciste nada mal, la culpa ha sido toda mía por no estar a la altura.
    Tenías razón, tenía que cambiar todas las cosas que no estaban bien en mi vida, y me propuse hacerlo, pero nunca quise alejarte de mí, lo que hice fue alejarme yo de ti, porque era lo mejor, porque sabía que te estaba haciendo daño.
    No pretendo volver ahora como si nada hubiera pasado, aún sigo intentando poner mi vida en orden y me está costado mucho más de lo que creía.

    Se detuvo un momento para coger aire, y dirigió la vista hacia el cielo, como si intentara ordenar sus pensamientos mientras cogía impulso de nuevo para seguir hablando.

    -Yo siempre he tenido las cosas claras, siempre he sabido lo que quería y me he esforzado por conseguirlo, tenía una vida tranquila y estable, y cambié todo eso por el sueño de ser policía, y no me arrepiento, sigo queriéndolo, pero empezar de cero me estaba costando más de lo que estaba dispuesto a admitir, me exigía demasiado y me presionaba a mí mismo, empezaba a superarme la situación y no supe cómo afrontarla.
    Cuando Belén dejó a Alberto intenté ayudarle de la manera equivocada, le dejé creer que salir, divertirse y apartar los problemas era la solución, cuando lo que tenía que hacer era ayudarle a enfrentarse a ellos y terminé haciendo lo mismo que él, me dejé llevar por esa sensación de libertad, de no tener presiones, de estar relajado y no preocuparme por nada, pero la consecuencia fue suspender el primer examen y a partir de ahí todo fue a peor, porque me volví inseguro, porque creí que no sería capaz de hacerlo. Sabía que me había equivocado, pero no sabía cómo ponerle remedio, y en vez de hablarlo y pedir ayuda, seguí evitando el problema. Me sentía furioso y decepcionado y terminé pagándolo contigo y con mis padres.
    Sigo queriéndote, sigo queriendo que estés en mi vida y quiero tenerte siempre cerca, eso nunca ha cambiado. Tú eres mi prioridad, pero no quiero hacerte sufrir, no te mereces a alguien que no es capaz de quererte bien. No podía cargarte con mis problemas, no era justo Lucía, por eso me alejé de ti.
    -Pero no tenías que hacer esto solo. No tenías que alejarte de mí. Me alegro de que intentes recuperar tu vida, pero estoy triste porque no me has incluido en ella, podría haberte ayudado Marcos, tú lo hiciste conmigo. Cuando te conocí yo era un desastre y aunque me costó, te dejé entrar en mi vida y tú me ayudaste a cambiar y a sentirme mejor, no siempre lo consigo, pero no dejo de intentarlo, y gracias a eso soy más fuerte. Se supone que yo ahora debería haber hecho lo mismo por ti, podríamos habernos enfrentado a esto juntos, pero no sabía por lo que estabas pasando, dejé que pasaran muchas cosas sin hacer nada pensando que era lo que necesitabas, y me equivoqué.
    -No, me equivoqué yo, en todo, y con todo el mundo. Tú me abriste los ojos y yo te lo agradezco haciéndote más daño, dejando que creas que eres responsable de mis errores.
    Debí hablar contigo antes, pero no podía volver a ti sin tener nada bueno que ofrecerte. No es eso lo que te prometí, te dije que nunca te haría daño y falté a mi palabra.
    -Fuiste cruel conmigo y me dolió, pero eso es lo de menos, porque sabía que ese no eras tú, lo peor ha sido ver cómo me apartabas, y el daño que te hacía tenerme cerca.
    -No, Lucía, no es así. Lo que me hace daño es no ser capaz de quererte como te mereces. Ayer cuando te marchaste del hospital, quise correr detrás de ti, abrazarte y decirte que te quería, y me mata no poder hacerlo, no soporto ver que estás mal por mi culpa y no saber cómo arreglar esto, sigo sin saberlo, y mientras no sea capaz de averiguarlo, sé que estarás mejor sin mí.

    De nada servía decirle que se equivocaba, que yo no estaba mejor sin él, pero no sabía qué otra cosa podía hacer, era injusto forzarle a permanecer a mi lado solo porque yo lo deseara.
    Marcos ya había tomado una decisión, insistía en que era lo mejor para mí, y no era cierto, pero puede que fuera lo mejor para él.
    Entendí por fin que lo que necesitaba era tiempo para recuperarse, para dejar de sentirse culpable por las cosas que había hecho mal, y tenerme cerca se las recordaba continuamente.
    Tenía que deshacerse de todo eso y para poder hacerlo yo tenía que apartarme.
    Y le quería tanto que estaba dispuesta a hacerlo si eso era lo que necesitaba para estar bien.

    -Puede que tengas razón- dije- puede que esto sea lo mejor.

    Mentí, pero mentí por él, porque no quería verle sufrir más.

    -Si te sirve de algo Marcos, si te ayuda saberlo, te quiero, nunca he dejado de hacerlo. No olvides eso.

    Me incliné acercándome a él, y sujetando su cara entre mis manos le besé en los labios una última vez.
    Marcos colocó sus manos sobre las mías, sujetándolas con fuerza, me miraba con los ojos llenos de lágrimas, y vi tristeza y culpa en su mirada.
    Me marché de allí con el corazón hecho pedacitos por tener que separarme de él, y con la sensación de que mi vida tal y como la conocía, había terminado.
    Solo me quedaba confiar en que renunciar a él, al menos podría servirle para algo bueno.
    Había hecho lo correcto dejándole marchar, aunque eso a mí me provocara un gran dolor.
    Ahora tenía que aprender a vivir con ello, y sabía que me iba a costar mucho.
    Esa misma noche hablé con Eva y su llamada fue como una señal, estaba llevando mal el embarazo, y aunque Álvaro hacía lo que podía, tenía que trabajar y Eva a veces se sentía un poco sola, así que decidí marcharme con ella.
    Organicé una cena con las chicas para contarles todo, arreglé los papeles del despido y en menos de una semana me trasladé.
    No volví al hospital, no quería arriesgarme a otro encuentro con Marcos, así que escribí a Rocío y le deseé que se recuperase pronto. Le conté que me iría unos días con Eva y acordamos llamarnos de vez en cuando para saber una de la otra.
    No pretendía huir, pero si me quedaba en casa, terminaría aislándome de todo el mundo, estar con Eva nos haría bien a las dos, así ninguna se sentiría sola.
    Necesitaba pensar qué iba a hacer con mi vida ahora que no me quedaba nada.

    Playlist Spotify Marcos y Lucía

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Lila
    Invitado
    Lila on #214939

    Buuuaaaahhhhh ésto es muy tristeeee!!!! ???
    Pero está siendo una historia preciosa ainsssssss

    Responder
    Pepita
    Invitado
    Pepita on #214940

    Qué cortos se me hacen los capítulos! Qué bonito el de hoy. Muchas gracias por colgarlo hoy!

    Responder
    LaChilena
    Invitado
    LaChilena on #214941

    Puta Oh Marcos! ?

    Responder
    Marsoñadora
    Invitado
    Marsoñadora on #215353

    El capítulo está cargado de sentimientos. Lo he leído con el corazón encogido y parecía que la que aguantaba la respiración era yo en vez de Lucía.

    Está muy bien escrito y perfectamente detalladas las situaciones. Moetsi estoy deseando que te descubra una editorial!

    Responder
    Helen
    Invitado
    Helen on #216385

    Dios mio estoy enganchadisima a la historia, ojalá llegue a mas personas es maravillosa!!! Por favor la forma en la que te expresas y como me haces sentir que estoy dentro de la historia es alucinante, estoy deseando leer el proximo capitulo. Gracias por compartirlo con nosotras♥️

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #217505

    Gracias chicas!!! <3
    Esta noche el capítulo 16!

    Responder
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