La teoría me la sabía de memoria: usar la copa menstrual no solamente es mejor para mí sino también para el planeta Tierra. Que si los tampones y compresas son caros y en casi veinte años que llevo mentruando vete tú a saber todo lo que he podido gastarme. Que si todos los residuos que generan el uso de compresas y tampones. Que si los tampones y las compresas pueden alterar tu flora vaginal y causarte infecciones. Que si te irritan el chichi. Que si la copa mensutral es mucho más cómoda e higiénica…

Pero no era capaz de pasarme a la práctica. Hace un par de años mi madre me regaló una copa menstrual, la probé, yo me sentía muy incómoda y muy preocupada porque la copa se cayera, o no me la pudiera sacar o vete tú a saber, y me dije «mira tía, yo paso». Sin embargo, aquí he vuelto, dispuesta a darle una segunda oportunidad a un producto lleno de beneficios.

Recibí esta copa mensutral de ENNA y me prometí a mí misma que aguantaría con ella durante todos mis días de mensutración. Si no me volvía a gustar la experiencia, pues mira, yo he puesto lo mejor de mí misma, quizás este producto no sea para todo el mundo; y si me gustaba, pues me pasaba a la copa definitivamente.

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Y la primera sorpresa que me llevo es que esta copa es mucho más pequeña que la que me regaló mi madre hace dos años. Es que, según pone en la caja ¡es una talla S! ¡Hacía años que no entraba yo en una talla S y ahora una talla S iba a entrar en mí! Y encima viene con un aplicador por si eres un poquito básica como yo. Así que la primera impresión fue buena. Aunque en el papelito que acompaña esta copa te dice que te la puedes poner antes de que te venga porque así ya cae todo aquello donde tiene que caer, yo me esperé a ver las primeras gotas de sangre en mis bragas… por la costumbre.

Me la puse y prácticamente no noté nada. Es que no os podéis imaginar hasta qué punto esta es más pequeña. La que yo tenía era como el doble, sin exagerar, normal que la notase todo el rato. Como mi cabeza sabía que yo tenía algo nuevo metido en el chichi, la primera hora fue un poco rara, rollo procuraba no abrirme mucho de piernas o bobadas así, porque aunque realmente no la notase, yo sabía que había algo ahí y eso me hacía sentir extraña. Pero luego se me olvidó enseguida y empecé a hacer vida de lo más normal, como si no llevase nada. 

Poca ingeniería se requiere
Poca ingeniería se requiere

El segundo momento tenso fue el de sacar la copa. Creía que iba a ser aquello como La matanza de Texas pero nada que ver. Salió tan fácilmente como entró y no preparé ninguna escabechina. Y así repetí unas cuantas veces hasta que mi menstruación (que es muy cortita, no me dura más de tres días) me dijo «hasta luego mari carmen».

Así que debo concluir que la experiencia fue mucho mejor de lo que yo creía, que aguanté hasta el final como una persona mayor y que he podido comprobar en mis propias carnes que esta copa no tiene nada de incómodo, por lo tanto, el mes que viene nos volveremos a ver. ¡Adiós tampones, adiós compresas! ¡Hola copa menstrual!

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Respondiendo a vuestras dudas existenciales:

-No interfiere con el pH vaginal. No está asociada al SST (Síndrome del Shock Tóxico), lo cual es consecuencia a que haya menos infecciones –> gracias a la silicona de grado médico, es inerte, los gérmenes no se acumulan en ella.
– Sin necesidad  de cambios constantes, puedes llevarla hasta 12 h.
-Olvidate de comprar cada mes ya que es reutilizable.
– A diferencia de las compresas y tampones es ecológica y biodegradable.

Puedes comprarla AQUÍ.