Creo que cuando emprendes ese camino pedregoso que lleva hacia lo que llaman (los que creen saber lo que es, porque en realidad nadie lo sabe 100%, solo tenemos pistas y pasos) “la vida sana”, todos pasamos por una serie de cosas que yo he estado pensando hace poco que se acaban convirtiendo en “niveles”.

Como cuando en un videojuego tu personaje va subiendo de nivel y ganando habilidades.

Yo misma he pasado por unas cuantas y aún me quedaría una, a la que creo que no estoy dispuesta a evolucionar.

Antes de nada aclarar que no quiero decir que esta sea la única forma de vivir ni la mejor, estoy hablando desde mi experiencia y desde mi círculo de conocidos y según lo que he aprendido en este tiempo, siempre en clave de humor. Cada uno hace su vida como le da la gana y olé por ti, por tu coño (peludo o depilado, como quieras) y por tu sobaco si hace falta.

Pero sin más dilaciones os voy a elucubrar las que he descubierto yo, y me decís si estáis de acuerdo conmigo o me tiráis patatas, lo que queráis. Pero cuidado que las patatas son carbohidratos y con esos hay que tener cuidado (abucheadme, abucheadme).

 

NIVEL 0: Snorlax sin pokeflauta.

Aquí estamos en esa época en lo que hacemos es comer, dormir, ir al trabajo (o a clase) y volver a comer y volver a dormir. Eso de “vida sana” es un personaje mitológico que oímos mencionar entre Dorito y Dorito, y nuestra alimentación diaria se basa en snacks y en pasta con tomate y atún. Antes de salir de fiesta comemos pizza y después nos hacemos la “recena” en el McDonald’s o en el Papizza. Lo del “darse un homenaje” apenas existe porque es nuestro día a día. Desde luego no es vida sana, pero suena a vidorra (y mientras lo vives, lo es).

 

NIVEL 1: Bella durmiente abriendo un ojillo.

Aquí empezamos a ver que se nos ha ido un pelín de las manos, que eso que nos parecía una temporada se estaba volviendo una bueeeeeeena temporada (a mí me ha pasado mucho) y que eso de “esto es mientras estoy en exámenes” o “es que estoy estresada” no se ha llegado a acabar. Nos proponemos comer un poco más sano y empezamos a ir andando a los sitios. Vamos andando al trabajo, sustituimos la cocacola con un cruasán mixto por un café con leche y una tostada con tomate, y empezamos a cenar tostada integral con queso de untar y pechuguita de pavo.

NIVEL 2: La mosca detrás de la oreja, y hasta en la sopa.

Aquí empezamos a ver que joder, hemos hecho muchos cambios en nuestra vida y llevamos igual ya seis meses así, y no nos notamos mejor ni de salud ni estéticamente. Igual nos pesamos (para mí el momento de pesarme fue el determinante, porque había vivido feliz en la ignorancia todo ese tiempo) y nos damos cuenta de que algo seguimos sin hacer bien. Nos apuntamos a un gimnasio, o empezamos a intentar salir a correr (que una cuando empieza siempre se queda en “intentar” porque fácil, fácil, no es) unas cuantas veces por semana. Nos olvidamos por completo de los snacks, y empezamos a ya no recordar la última vez que nos comimos un paquete de Doritos (snif).

NIVEL 3: Cinturón amarillo de kárate

El deporte nos empieza a gustar (es verdad eso de que engancha) y empezamos a ver algunos cambios. Pero se estancan rápido y vamos por ahí convencidos defendiendo que la alimentación no es tan importante porque hacemos mucho ejercicio y tampoco estamos comiendo tan mal. Para el desayuno compramos cereales Fitness o Special K y picoteamos eso en la oficina o en clase o donde sea. Comemos mucha fruta, restringimos las tostadas con queso a dos días a la semana y el resto de días, puré y un sándwich de pavo.

NIVEL 4: La Sascha Fitness

Empiezas a seguir a un montón de gurús del fitness en Instagram. Te fijas en ropa deportiva antes que en vestidos para salir de fiesta. Dices: voy a cambiar mi alimentación, a ver si es verdad que es tan importante. Y te das cuenta de la triste realidad: lo es. El 80% del cambio que quieres depende de la alimentación, mientras que el deporte, que es lo que en realidad te gusta, cubre solo el 20%. Dejas los cereales Fitness, te haces tortitas de avena para desayunar y tu alimentación se basa en lo natural. El queso fresco te empieza a acompañar a todas partes y asumes que las 4 o 5 tostadas integrales, por muy integrales que sean, no son la mejor opción. Empiezas a ver los cambios de verdad. Bajas peso, la gente te lo empieza a decir (aunque a ti no te gusta mucho que te lo digan, porque tú no necesitas que nadie te diga cómo estás más guapa, porque eso lo decides tú).

NIVEL 5: La yoda de la vida saludable

Has llegado al punto de la adherencia. El cheat meal de los sábados te entra muy bien, pero ya no es un clavo ardiente al que agarrarse. Te llega a pasar por la cabeza que así disfrutas más de ese tipo de comidas, que antes eran lo habitual y ahora te saben a gloria. Te empiezas a informar de esos batidos de proteína tan misteriosos porque ya te has estudiado eso de los macronutrientes y te das cuenta de que no estás llegando a tu mínimo de proteína. Así que incorporas un batido de proteína en tu día, después del entrenamiento. El día que no vas al gimnasio, lo sufres y tienes síndrome de abstinencia. Estás condenada para siempre a la vida saludable.

NIVEL 6: Super saiyan

A este punto solo llegan los que verdaderamente consagran su vida al fitness. Los que no comen fiambre porque son procesados, los que cuando se van de vacaciones siguen yendo al gimnasio y saben de otros suplementos como creatina, BCAA(aunque estos no los recomiendan mucho), se hacen sus tablitas de Excel con sus progresos en el gimnasio, van modificando su dieta según los ciclos en los que están (y las chicas según el ciclo menstrual, que ese es un tema que es muy interesante, buscadlo y veréis). Corren maratones, Iron Mans, Batman si los hubiera y todo lo que se les pase por la cabeza. Esas súper personas que parecen de mentira.

 

Yo, como habréis adivinado por la forma de narrar, considero que después de año y medio he llegado al nivel 5. Tengo un poco de obsesión por el gimnasio (que me encanta), voy llegando a mi peso ideal sin prisa pero sin pausa y me noto más fuerte y más atlética que nunca. Pero sé que nunca llegaré al nivel 6 porque como me quiten también el fiambre igual me da una apoplejía y no considero tampoco que yo vaya a ser muy feliz así.

No obstante, sí que es verdad que es un proceso muy difícil y muy progresivo. Mi opinión personal es que no se puede pasar del Nivel 0 o el 1 al 5 o el 6 directamente, porque no consigues la mágica y famosa adherencia de la que todo el mundo habla, y de la que nos burlamos pero es real como la vida misma y como las señoras que se cuelan en las colas de los supermercados.

Repito que con este post no pretendo engañar a nadie, estoy haciendo una parodia de mi propia vida para ver si alguien más se siente identificado con este proceso que tantos quebraderos de cabeza me ha dado. Espero haberos sacado alguna sonrisa ?

 

Kandreonita