En los últimos años, la búsqueda de un estilo de vida sano ha crecido de una manera brutal y cuando digo brutal, es BRUTAL. Y está genial que de una vez, la sociedad tomase conciencia de lo importante que es cuidarse, pero en muchos casos, hemos llegado a tales extremos, que hemos dejado que muchas empresas quieran forrarse a costa de nuestra buena voluntad a base de lavarnos el cerebro y nos hemos vuelto un poco locos. Revistas, marcas de comida, profesores de yoga locos con aspiraciones pseudonutricionales, muchos han visto un filón en esto del healthy living y han creado monstruos chungos y un montón de falsas creencias y mitos, que lo que hacen aparte de sacarte el dinero, obtengas más perjuicios que beneficios.

Hay un millones de cosas que hacemos pensando que son lo más sano del mundo y en realidad no lo son, en muchos de ellos he llegado a caer o he estado tentada de hacerlo y gracias a un buen asesoramiento por parte de gente competente que sabía lo que se hacía, he podido ir aprendiendo y conseguir llevar una vida todo lo sana que puedo, sin caer en errores como estos.

Obsesionarte con el gluten sin tener ningún tipo de intolerancia.

¿Jelou? Me encantaría saber el por qué de esa manía por complicarse la vida sin motivo.  Y es que a ver, si no eres intolerante/sensible al gluten ¿por qué te lo quitas? Desde muy pequeña, he visto como mis amigas celiacas y con sensibilidad al gluten lloraban a moco tendido por ser “la rara que no toma nada” en los cumpleaños o vérselas para poder comer algo decente en un restaurante al uso. Los productos sin gluten no son sólo mucho más caros y difíciles de encontrar en establecimientos convencionales, sino que entrando en temas de salud, a menos que utilices productos que por naturaleza no llevan gluten (fruta, verdura, legumbre o patata), la mayoría de los productos etiquetados como gluten free (salsas, pastas o embutidos), son mucho peores nutricionalmente que sus homólogos. Y con esto me refiero a que vale, no llevan gluten, pero su composición (en la gran mayoría de los casos) es una verdadera porquería.

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Sólo consumir productos “light”

Partiendo de la base de que light no significa sano, que ese producto esté catalogado así, sólo quiere decir que tiene un 30% menos de uno o más nutrientes que el “normal”. Así que si eres de las que “por ser light” lo consumes como si eso tuviera las calorías de un espárrago, te aconsejo que dejes de engañarte a ti misma. Y SINO MIRA LA COMPOSICIÓN DE LOS CEREALES «LIGHT». Ya verás que susto.

Eliminar la lactosa porque sí

Otro al que junto al gluten, las nuevas moda alimenticias le tienen declarada la guerra. En este caso, no sólo es complicarse igualmente la vida y gastarse más dinero, sino que al suprimirla sin motivo (en el caso de que tu cuerpo sintetice perfectamente la lactasa) en el momento que vuelvas a tomarla, te va a sentar mal y te habrás creado una intolerancia que antes no tenías. Es decir, cuando alguien no es intolerante a  la lactosa, deja de consumir lácteos por un tiempo prolongado y los vuelve a incorporar a su dieta, ya no va a poder digerir el azúcar de la leche, ya que su cuerpo habrá dejado de sintetizar la lactasa, la enzima que hace que se digiera la lactosa.

Pesarte todos los días (y sólo fiarte del peso)

Que lleves un control de tu peso está bien, pero hacerlo más de una vez a la semana (y a veces eso ya es too much) es un completo sinsentido. Aparte de que obtendrás resultados menos fiables que una escopeta de feria, te vas a crear unas frustraciones muy serias. Debes saber que el cuerpo está en constante cambio y tu peso también, por lo que cosas como los cambios hormonales, retención de líquido o que no hayas ido al baño, pueden alterar las cifras mucho más de lo que podemos llegar a creer. Y ya si encima haces deporte de manera habitual, apaga y vámonos. Así que te recomiendo por propia experiencia, hacer una cosa que casi nunca falla: medirte.

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Sólo hacer cardio

Hay vida más allá del cardio y es mucho más eficaz de lo que crees. El cardio está genial si lo que quieres es adelgazar, pero en la mayoría de los casos, si no lo hacemos bien (entraría en un discurso eterno de pulsaciones, alimentación y duración, pero sería un coñazo, y no), lo que estamos quemando es músculo y no grasa, ya que en ejercicios cardiovasculares de alta intensidad, el cuerpo tiende a obtener la energía de la masa muscular. Por lo que lo ideal es combinar sesiones de ejercicios aeróbicos como el spinning, cardio combat o el running, con sesiones de musculación y tonificación. ¿La razón? Pues porque a cuanto más músculo tengas, más rápido será tu metabolismoy más calorías va a quemar tu cuerpo de forma natural.

Contar sólo las calorías

Una regla básica que a mi me ha costado mucho aprender, es que no se cuentan calorías, se cuentan también nutrientes. Vivimos en una sociedad que sólo se fija en la energía que aporta un alimento y no nos damos cuenta de que lo importante de ver cuales son los ingredientes que lo componen (muchas veces disfrazados), el tipo de grasas principales o la cantidad de hidratos de carbono simples que lleva.

Declararle la guerra a los carbohidratos

Teniendo en cuenta que para cubrir las necesidades básicas de nuestro cuerpo, necesitamos más o menos un 55% de hidratos de carbono al día y que están considerados un macronutriente esencial, debería ser razón de más para tomarlos cada día. No hay que quitarlos, hay que saber cuales hay que tomar y cuales evitar.

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Suplementarte sin sentido

A menos que seas vegano, te dediques SERIAMENTE al fitness o tengas algún problema de salud, no necesitas suplementarte. Por una clase de zumba y otra de pilates, tu cuerpo no necesita que vayas corriendo shaker en mano, a tomarte proteinas, bbc´s y demás historias, como si te fuese la vida en ello. Si llevas una alimentación equilibrada, tienes aportes de sobra que van a reparar la musculatura y a reponer sales y reservas de glucógeno. Y voy a hacer una mención especial a las bebidas isotónicas: POR FAVOR, BASTA. Bebe agua y deja de ingerir porquería con kilos de azúcar que no necesitas. Y no sólo me refiero a suplementación enfocada al deporte, sino también a todas esas pastillas que nos venden en herbolarios y parafarmacias y que a veces no sólo gastan y no hacen, sino que perjudican. Y sino, hablemos de lo que pasa cuando sufres  hipervitaminosis, y no, no mola nada.

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