Sí, no estoy tan loca como parece, ni se trata de un error de redacción. Y es que a veces cuesta comprenderlo, pero no hay nada como la propia comida para combatir los diferentes problemas alimenticios.

Me explico, vivimos obsesionados la mayor parte del tiempo con la acción de comer, con el qué y el cómo hacerlo, y con el temor o la satisfacción que esto pueda suponer para la persona que se enfrente a ello. Hay quien disfruta comiendo y hay que lo hace como mero acto de supervivencia, pero todo gira entorno a lo mismo.

Y es entonces cuando debemos preguntarnos qué significa para nosotros la comida, qué importancia tiene en nuestro día a día y cómo es nuestra relación con esta.

Para ello no tengo que hablar de terceras personas, no tengo que buscar ejemplos hipotéticos sino que puedo hablar desde un punto de vista personal, y es que hasta que no aprendí a “normalizar”  mi relación con la comida, no fui capaz de disfrutarla de verdad. Porque más gorda o más delgada, me sigue gustando comer, y no voy a renunciar a ello.

Pero sí es cierto que he aprendido, o mejor dicho, estoy aprendiendo a decidir mejor.  Es largo y nada fácil, pero hay que intentarlo, y es que he dejado de comer por no quererme, por no aceptarme para pasar a comer porque me valoro, quiero mi cuerpo y quiero cuidarlo. Como aguacates al igual que como brownies y como pizzas al igual que me apetece una ensalada de quinoa, y no me culpo. Creo que a veces necesitamos bajar a la realidad, pensar que somos personas y no robots y que la comida es algo vital, algo que prolonga nuestra vida y no debemos usarla como escudo para evitar hacer frente a la realidad, para evitar vivir de verdad.

No solo de avena vive el hombre. Helado enrollado para este día tan irish????????????

Una foto publicada por MARÍA ALCALDE (@maalcaldec_vidasana) el

 

Porque yo sé lo que es no sentirse viva por culpa de la comida, y ahora puedo decir que ha sido mi salvación.

 

Autora:María Alcalde