La píldora. La pastilla anticonceptiva. La diminuta píldora que has de tomar a la misma hora y sin falta cada uno de los días de tu vida fértil. O al menos durante un periodo mucho más largo que el de cualquier otra toma de medicamentos.

La píldora. «Te la estás tomando, ¿no?» preguntan ellos…

La píldora o cómo el 70% de las alemanas entre 15 y 35 años no saben lo que es tener la regla. Digo alemanas porque es donde estoy viviendo desde hace seis años y donde he sabido y experimentado las delicias de la pastillita. Y quizás quede, con suerte, algo alejada de la costumbre española, donde no se receta por sistema, pero, por si esa idea está anidando en la cabeza de alguno de vuestros ginecólogos, por favor, seamos críticas e inteligentes antes de embarcarnos en tamaño «fregao».

Busqué a una buena ginecóloga, fui para hacerme la revisión y me preguntó si mantenía relaciones. En esa época estaba soltera y, estando en Alemania, país de gente abierta de corazón, sociales e integradores, todos lo sabemos, mis posibilidades de mantener relaciones estaban en números rojos. Volví un año después, otra revisión rutinaria, ya con pareja (milagro), así que a mi respuesta afirmativa, vino la pregunta de que qué métodos usábamos. El preservativo, observarlo bien que no se haya roto y ya. Me recomendó otros métodos, esos  en los que el hombre sigue su vida normal mientras tú te metes instrumentos de la Inquisición ahí o te machacas el estado de ánimo con hormonas. Drogas duras amiguitas. Yo dije que de momento estábamos bien.

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Un año después, la relación era seria, yo seguía con mis granos a los 27, mi cara grasa una vez al mes, mi síndrome premenstrual exagerado y mis reglas de siete días, anémica perdida. Volví y esta vez me dejé recetar una minipíldora, de esas tan modernas que combinan dos tipos de hormonas, que prometen un cutis perfecto un pecho más llenito y un humor estable. De esas cuyo prospecto es un libro muy adaptable a película de terror. Fue el noviembre más triste de mi vida, recuerdo episodios de llorar y no poder parar, ningún ataque de risa, todo tristeza. Mirar el blíster, donde vienen los días de las tres semanas de toma, con la esperanza de que, pasado el tiempo, la cosa se estabilizase y dejase de sentirme tan triste, tan llorona, tan malhumorada, tan fatal.

Y efectivamente se pasó. Llegaron meses de calma y tetas grandes, cero granos y reglas de ese rojo oscuro poco vistoso. Llegó el verano y las vacaciones y esa amiga que te dice que desde hace diez años no tiene la regla (nótese el hecho: diez años tomando todos los días la pastilla) y que no pasa nada porque las semanas de pausa son perfectamente saltables. Así que entre piscina, vacaciones, excursiones, calor y tal, empecé a saltarme la semana de pausa. Dejé de usar tampones, compresas, nada. Ni mirar el calendario. Ni planear respecto a una posible regla.

Pero no me sentía muy a gusto con el tema, así que, como buena cientifiquilla que soy, empecé a indagar, cómo era eso de que te podías olvidar de la regla (esa regla artificial tan poco lograda que se tiene en la semana de pausa), ¿estaba mi amiga loca, con sus diez años sin regla?

No. O sea, sí, pero no.

Mi sorpresa fue la cantidad de alemanas jóvenes que tomaban la píldora o llevaban un anillo vaginal. Y se saltaban las pausas. Con o SIN pareja. Folladoras de manual o asexuales, da igual. ¿Que estás en la edad fértil? Pues, como consecuencia inmediata, se prescribe un método anticonceptivo tan agresivo como es la píldora.

Consecuencias:

– En la mayoría de los casos se salta esa semana de pausa y no se menstrua en años.

– Se toma durante decenios, independientemente de las relaciones íntimas –> se deja de menstruar durante etapas importantes en la vida de una mujer (adolescencia, juventud, madurez)

– Se controlan las hormonas artificialmente, desaparecen los cambios de humor, sí, pero, ¿de quién fue la idea de que desapareciesen los cambios de humor? Se vive más «plánamente» que no más feliz, ya que un efecto secundario muy común es cierta sensación de depresión – constantemente, no sólo en la prerregla-

–  EFECTOS SECUNDARIOS: Los evidentes, celulitis, retención de líquidos, trombosis, varices, problemas circulatorios (y un largo etc de los efectos secundarios graves) … y DEPENDENCIA.

Sí. Dependencia emocional.

Me costó tanto adaptarme a ella, ese noviembre depresivo, que el choque hormonal al dejar de tomarla se anunciaba catastrófico. Temía seriamente ese momento.

Pero habiéndolo dejado con mi pareja y sin ser una fenomenal folladora, veía un tanto tonto seguir gastándome 40 euracos cada tres meses y, visto las varices incipientes, la celulitis asentada y el no sentirme nada mujer con mis no-reglas, era el momento de dejarla. Año y medio juntas. Año y medio de prueba y ya.

Pero, ¿cuándo dejarla? Miraba mi agenda y no veía nada más que eventos en los que cambios de humor bruscos o reglas macro abundantes podrían tener consecuencias horribles. Así que posponía el momento.

Hasta que cumplí los 29 y dije, hasta aquí, año nuevo, vida nueva. Y la dejé. Asustada, preparada para atracones de comida, náuseas, lloreras sin motivo, películas mentales sobre nimiedades, cambios serios de humor… Y ¿sabéis qué?

NO PASÓ NADA. Bueno, sí pasó: ME SENTÍ LIBERADA. Y MUJER, muy mujer, con mi granito de prerregla, con mi líbido a veces disparada a veces no, con mis lágrimas y mis risas, con mis reglas rojo vivo, porque estoy viva y no me estoy robotizando, con mi naturaleza, la que dice que cada mes hay un posible óvulo maduro, y me lo muestra. Y el síndrome premenstrual lo tengo igual que hace años, pero oye, lo vivo mejor. Estoy viva y soy dueña de mi cuerpo. Soy igual de feliz (o en realidad mucho más) que cuando no tenía la regla. Y lo más importante, no me juego la vida con cada pastillita.

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Así que chicas, pensaoslo muy bien antes de empezar a tomarla, haced las semanas de pausa, incluso periodos largos, años, sin ella. Un grano de más hoy puede ser una trombosis de menos mañana. Un cambio de humor hoy puede ser un estado depresivo permanente de menos mañana.

Una píldora minúscula no maneja mi vida, soy yo la que tengo las riendas de mi humor. Y, cuando una vez al mes sangro, me siento sana, porque es natural, y luego el día 14, estoy guapísima, porque estoy ovulando, y cada mes así. Y si lloro, pues lloro, para disgusto de quién no lo entiende, es algo natural. Y no te aburres. Viva la no monotonía de ser mujer.

Fdo: Esther.