Hace algún tiempo empecé a notar que perdía peso. Al principio no le di la más mínima importancia, llevo siendo un yo-yo desde que tengo memoria. De hecho, para mí siempre ha sido más difícil mantenerme en el mismo peso que adelgazar.

Habrá quien piense que esto es una suerte, pero la verdad es que es bastante coñazo. Y tengo una legión de estrías por todas partes que pueden dar fe de ello.

La cosa es que seguía notando que adelgazaba a pesar de haber bajado considerablemente el nivel de actividad física y seguir comiendo igual. No ha sido nada alarmante, entendedme, pero me preocupaba que pudiera llegar a serlo; tras una revisión médica mi doctora y yo llegamos a la conclusión de que el estrés de la tesis me la está jugando. Todo bien.

Aunque lo que no ha estado tan bien ha sido lo que me he ido encontrando por el camino. He escuchado grandes burradas, comentarios que me han hecho pensar que en esta sociedad que tanto nos machaca con la salud, lo que menos importa es la salud.

No entiendo, ni creo que llegue a hacerlo nunca, que se le pueda decir a alguien que es una suerte estar adelgazando sin motivo. Que tampoco hay que ir al médico por algo que no es malo. Que ojalá ellas (las conversaciones han sido en su mayoría con chicas) adelgazaran sin hacer nada. El colmo fue cuando, quejándome porque mis vaqueros nuevos me quedaban grandes después de sólo dos semanas, me dijeron “mejor usar cinturón que flotador”.

Vamos a ver, ¿dónde se ha quedado ese discurso sobre la búsqueda de la salud por encima de todo? ¿Dónde está esa forma de insultarnos suavemente porque “no estamos sanas”? ¿Sólo vale si te sales del canon? Tenemos que dejarlo claro desde ya: NO DA IGUAL CÓMO ADELGACES. El objetivo no es perder peso, sino ganar salud. No vale todo para estar delgada, lo hemos dicho muchas veces y da rabia que no hayan sido suficientes.

Cuesta mucho concienciarse de esto. Cuesta casi más que casi cualquier otra cosa, porque detrás de este pensamiento se esconden muchos miedos, muchos complejos e inseguridades. El nivel de odio que existe detrás del comentario “mejor usar cinturón que flotador” es demasiado alto.

En momentos así no puedo contener la rabia ante la hipocresía de esta sociedad. Mientras te encuentres entre una 36 y una 40, todo vale. Da igual las barbaridades que hagas, lo mucho que te odies, el daño físico y emocional que seas capaz de inflingirte; nadie te va a decir nada.

Por suerte, aquí seguimos en la pelea, seguimos intentando que esto cambie.

Patricia Olmo.