La gente odia a las personas que están a dieta. Comprobado, y mucho. La cosa tocó la cumbre ayer, por tanto me fui a dormir enfadada y he despertado con dolor de cabeza, así que he dicho; esto tengo que contarlo.

Resulta que una de mis compañeras estaba de cumple, y estaba empeñada en que comiese un trozo de cupcake, sonrío; no, gracias. -¿Es que no quieres?

-En serio, me encantaría, pero como sabes, llevo a dieta dos semanas y no me la he saltado, mi lucha interna con mi fuerza de voluntad es brutal, pero voy ganando.

Claro que no le dije eso, porque esto es una historia y tengo que hacerla bonita, además escondo lo cateta que soy en una imagen culta, pero más o menos le dije algo así. Ella volvió a insistir; ¡Que no!!! contesté, luego escuché que le decía a otra compañera que las dietas te agrían el carácter (sí, con esa misma cara de boba que imaginas me quedé yo).

Al fin eran las 18,30h y me vestí para salir a correr, estaría de vuelta en la ofi para recoger mis cosas después de mi tanda de series. Volví orgullosa, sudada y asfixiada, deseando contarle a mi pareja que había aguantado 45 minutos de entreno, pero la alegría me duró poco, cuando fui a coger mi bolso y salir pitando a casa a ducharme, me dice otra de mis compañeras: ‘¿Ya has llegado?’, ‘Sí, tres cuartos de hora, ¿te parece poco?’ ‘Pues sí, poquísimo.’

¿En serio? Me lo dice una de mis compañeras con algo de sobrepeso que se asfixia en la carrera de 10 metros cuando se le escapa el autobús y me vuelvo a quedar con cara de boba. ¿Por qué el mundo está en mi contra? La cosa se puso peor.

Paso a saludar a mi tía a su empresa, tengo confianza con sus trabajadoras y las veo todas allí, están celebrando el alta de una de ellas: tarta, cava, porquerías varias…La homenajeada me dice:

Un trozo de tarta

La miro, esto no me puede estar pasando todo a mi. A ver, respiro hondo:

No, gracias. Estoy a dieta, prefiero pasar.

Por un poco no pasa nada.

Siempre dicen lo mismo, pero nunca piensan que un poco de aquí otro de allí otro de allá…Pero recuerdo a mi compañera diciéndole a la otra que mi carácter se ha vuelto agrio, así que sonrío aún más.

-No, gracias, de verdad.

-Has de tomarte un trozo a mi salud.

Me encanta esa frase, como si su salud dependiese de mi culo gordo. Pensé que ignorándola y hablando con otras personas, se le olvidaría que le deseaba lo peor no comiéndome su trozo de tarta del que dependía su salud. Apareció de nuevo a la carga, con un platillo de plástico con un trozo de tarta.

Toma, te lo he puesto mas pequeño.

Creo que el fallo ha sido mío desde el principio. Por usar esa palabra fea: dieta. Si desde un primer momento hubiese dicho: no me gusta, no hubieran insistido dos, tres veces. El plato se acercaba peligrosamente a mi cara. La verdad es que por un momento, en su primer ofrecimiento, me fastidió estar a dieta, pues tenía una pinta estupenda, pero tres intentos después me estaba dando un asco tremendo esa trozo de nata y bizcocho.

En serio, qué parte del no no entiendes, estoy a dieta.

Su ‘que te lo comas’ fue acompañado de su mano estampándome la tarta en mi cara de idiota, porque es la que se me quedó cuando en el baño me estaba quitando trozos de mis gafas. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Lo intento, soy agradable, digo que no sonriendo, rechazo con educación, ¿qué hago mal?

giphy

Definitivamente, a la gente no lo gustan las personas que están a dieta.

Estefania Doñate