Françoise Sagan empezó la jornada bailándole ‘Buenos Días’ a la tristeza. Porque Sagan es frágil y contundente, y guarda ese deje absolutamente trágico y accidental en el que suele pasar la vida en los libros. Todos los grandes clásicos, de Anna Karenina a Oliver Twist, se esconden tras una niebluna grisácea e infestada de dramatismo que nos oprime el corazoncito y nos atrapa de una forma casi masoquista y sádica.

La literatura es un quejido. Un vómito. Siempre he considerado mis propias letras un sinfín de náuseas que pugnaban por salir – mejor fuera que dentro – con un aire melancólico y harapiento. Es una vía de escape, un desahogo, terapia. Sin embargo no es eso todo lo que nos habita: en las raíces de nosotros mismos también hay alegría, también hay amor por la emoción y el nervio. Seré optimista y diré que cuando la felicidad está de nuestra parte, estamos demasiado enfrascados en exprimirla como para pararnos a escribir un libro. Pero deberíamos. Deberíamos propagar todas las carcajadas que solemos llevar dentro, para contarle a la posterioridad que, a pesar de todas las dificultades, fuimos maravillosamente felices.

Y es por eso que hoy, como homenaje a la vitalidad y al arte de ser feliz, os traigo cinco pequeñas joyas que, cada una a su manera, os recordarán por qué vale la pena vivir.

  • Le Bruit des Choses Vivantes – Élise Turcotte

Tenía 14 años y era un día de bibliotequeo cuando, haciendo gala de mi absoluta torpeza, tiré sin querer un montón de libros del estante ‘T’ al suelo. Así fue como conocí a Élise Turcotte, con las mejillas sonrojadas y mis manos temblorosas intentando reordenar por orden alfabético todo ese estruendo.

Turcotte me bautizó; llamó a su protagonista Albanie y ése fue el nombre que posteriormente (y sin ninguna vacilación) escogí para mi faceta de artista sin mecenas, una especie de agradecimiento a su prosa y a su belleza y a todas las cosas buenas de la vida.

“He dicho: es el núcleo de la vida. Quería decir, el núcleo de su ser. ¿Qué hay en el interior de cada ser? Siempre puede ser alguna cosa insignificante, unos zapatos robados, o una criatura que cabalga detrás de una imagen. Un gesto, un solo gesto que no se ha llevado nunca a cabo. Una habitación de hotel con las sábanas blancas. Una frase. Un rayo de luz. Un silbido.

Este núcleo es lo que nos une a la tierra; nos mantiene derechos sobre el suelo y nos hace extender los brazos, cada uno a su modo, en dirección a otra persona. Es la respuesta más simple a todas nuestras preguntas” (Traducción propia).

Le Bruit des Choses Vivantes es la historia de una madre primeriza y recién separada que, con una de las narraciones más íntimas y reales que he leído nunca, va salpicándonos de su cotidianidad, de las pequeñas cosas, de los terribles sucesos y de la crueldad del ser humano, pero también, y con más fuerza, de las cosas extraordinariamente bellas que hay en cada una de nuestras propias vidas. Una oda a la ternura, al sol después de la tormenta, a la bondad, a la energía de la infancia y a la luz. Junto con su hija Marie, nos invita a compartir su cuaderno de sueños, que va desde un viaje al círculo polar a una lista de las cosas que siempre estarán presentes dentro uno mismo.

  • Rompepistas – Kiko Amat

“Hay algo en el día que me hace levitar el ánimo; cuando abro la ventana de mi habitación, el tiempo se parte de risa y se ha perfumado como un chulo en viernes, como sabiendo que va a triunfar, y huele a junio barato otra vez.”

Kiko Amat es imprescindible. Imprescindible para esos momentos en los que necesitas algo fresco – pero lo suficientemente bueno como para merecer la pena – con lo que reírte sarcásticamente en la terracita mientras haces el vermut. Siempre he admirado las personas con humor, y Amat es ocurrente. Es nuevo, es rompedor y consiguió enamorarme desde el momento cero.

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Sus artículos y entrevistas no tienen perdida alguna (https://kikoamat.wordpress.com/) pero Rompepistas es para mí, permitidme el atrevimiento, uno de los mejores libros que se han publicado en los últimos años.

Para todos los públicos, para todas las edades, siempre nos reencontraremos un poco, seamos quiénes seamos, en ese adolescente punk de finales de los 80 que sobrevive como puede en el extrarradio de Barcelona. ¿Lo mejor? las referencias musicales, los guinyoguinyo a la época y una comicidad que no deja de recordarnos al sabor de los peta zeta, al sidral de naranja, a los sobres de fresquitos y a los chupa-chups con chicle Kojak de Fiesta.

“Y Clareana me empujó contra la cama, y se subió encima de mí, y me inmovilizó los brazos y me miró con notable escrutamiento anatómico y me perforó, sus ojos de emoción eléctrica acupuntureándome el pecho imberbe de pollo.”

“Y luego perdí la virginidad con Clareana, sólo que a ella le dije que no la estaba perdiendo, qué hablas, chavala, y ella no se lo creyó porque lo hice de pena y me intenté poner el condón al revés y casi me rompo la historia.

No preguntéis.

Éramos felices, si ese término puede aplicarse a la adolescencia.”

Rompepistas es calle, son botas altas, crisis existenciales, hastío y transición hacía la edad adulta. Recubierto de una melancolía disimulada y una especie de nostalgia incandescente hacía esa energía rabiosa y ácida que todo teen guarda contra el mundo, nos enseña que, a pesar de aprender a domar esa irascibilidad hormonal y a aplacar la revolución, lo importante siempre queda guardado en nuestra piel, y es un lujazo poder vivir intensamente y hasta las últimas consecuencias cada una de las etapas que nos depara la vida.

Nos reímos precisamente porque no tenemos razones. Porque estamos cayendo, todos cayendo, en picado, y lo único que nos queda es esto. Esta risotada, que no nos va a poder arrancar nunca en la vida, ni con despidos, ni cruzándonos la cara un millón de veces, ni con cien mil humillaciones, ni mediante ejércitos de tutores, profesores, policías, trabajadores sociales, jueces.

No, ésta es la parte que no has entendido aún. Esta risa está aquí para quedarse.”

  • Katharine Hepburn. La Biografía – Charlotte Chandler

Sí, sé que pasar de Kiko Amat a la vida de la extraordinaria actriz Katharine Hepburn es un poco hardcore, pero una biografía es el género perfecto para insuflar vida cuando el personaje en cuestión fue un vividor nato. Y Katharine lo fue y Charlotte Chandler sabe transmitir su vitalidad a partir de grabaciones y conversaciones que Hepburn mantuvo con el aclamado director George Cukor allá por los 60.

Creo en la importancia del estado de ánimo de las personas; creo que desempeña un papel en la salud.”

Nacida en mayo de 1907 en Hartford, siempre fue toda una personalidad. Amante de Howard Hughes (el Aviador) y Spencer Tracy, se consideraba a sí misma una persona diurna y energética, capaz de todo, alguien a quien nunca se le ocurrió pensar en el fracaso. Protagonista de joyas como Historias de Filadelfia, La fiera de mi niña, La impetuosa y la grandísima (y mi favorita) La Costilla de Adán, no fue tan sólo la Reina de África sino también la Reina de la infancia del Hollywood dorado. Su vida es casi un manual de cómo pisar fuerte y dejar huella que no dejará indiferente a nadie. Caeremos en su voluntad, en su valentía y en su optimismo. Una bofetada que nos grita que debemos coger la vida por los cuernos y responsabilizarnos de todos nuestros actos; sólo siendo dueños de nuestras acciones podemos llegar a ser y vivir lo que más ansiamos.

“Soy una persona muy optimista – dijo Kate –, lo cual es un modo despreocupado de ser. Más o menos sigo adelante basándome en una intuición positiva o en no pensar en absoluto. Nunca he sido una persona que se quedase quieta creando escenarios posibles.

Jamás me ha parecido que los pesimistas tengan muchas posibilidades de tener éxito porque pisotean sus propias esperanzas y sueños. Desde luego, existen algunas precauciones modestas que cualquiera que no sea un idiota tomaría, y yo nunca me he considerado una idiota.”

  • On The Road – Jack Kerouac

Después de que Walter Salles convirtiera la biblia de la generación beat en una película juvenil con la que mis ojos sangraron y mi corazón lloró a moco tendido en honor al pobre Kerouac (quién hubiera vuelto a morir en el acto si hubiese levantado cabeza), es mi deber recordar al mundo que On The Road no tiene nada que ver con lo que la gran pantalla quiso vender a no  sé muy bien qué tipo de público.

On The Road es vida. A pesar de que los beats guarden siempre ese deje bohemio acabado y embadurnado en el deprimente olor a alcohol y autodestrucción, y  su hedonismo sea tan sólo una deformación grotesca y extrema de la irresponsabilidad y el egoísmo, se nos permite hacer la vista gorda y afirmar que se trata de VIDA, en mayúsculas, porque, sobre todo, relata lo que todos hemos pensado hacer alguna vez: robar Cadillacs, recorrer América, desinhibirse por completo y llegar a México para convertir la existencia en una orgía desvergonzada y sin consecuencias.

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“La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando.”

Detrás de los personajes de Sal Paradise  y Dean Moriarty se esconden el mismísimo Kerouac y Neal Cassady en un ambiente hípster que te engancha al ritmo de Nueva York, Chicago y San Francisco.

  • La Novia de Papá – Paloma Bravo

Los best-sellers actuales no son santo de mi devoción, y suelen, por norma general, parecerme un pasatiempo ofensivo para la literatura de verdad (aunque para gustos los colores).

No entiendo aún cómo llegué a fijarme en La Novia de Papá (de la que, por cierto, se ha realizado una adaptación al teatro que aún está en taquilla en Madrid) y seguramente lo cogí del estante decidida a poner los ojos en blanco y a constatar una vez más que la literatura también se ha convertido en un gran comercio al servicio de las masas. Sin embargo, en la sinopsis se hablaba de un padre separado con dos hijas de ocho y once años, y de su nueva novia, Sol, la cual tendrá que lidiar con éstas. Tema simplón, sí, pero como buena estudiante de Magisterio que soy, y recordando que mi vocación está en todo lo que envuelve el mundo infantil (cualquier tema en el que haya niños de por medio me interesa casi al instante), me vi tentada a leer cómo se las apañaba ese tal Pablo con novia nueva y dos niñas de tal edad saltando y haciendo volteretas por los sofás y las camas recién hechas.

“Claro que lo malo de ser guay es que hay que serlo todo el rato. ¿Se puede ser adulto y ser guay? Pregunta retórica: no”

Caí en la trampa, y me lo leí de un tirón. Y me costó reconocerlo pero fue divertido y fue ameno, y a veces las cosas divertidas y amenas también están bien por mucho que Emily Brontë, George Orwell y Gustave Flaubert me miraran despóticamente desde sus puestos.

Se le perdona la simplicidad de su narración por el tono desenfadado y cotidiano que emplea con suficiente gracia, y que nos permite, sobre todo a esos que hemos compartido nuestra infancia con hermanas o a los que ya son padres, reconocerse en cada una de las escenas. Un álbum de fotografías en el que todos nos terminamos viendo reflejados y que os dejará con un muy muy buen sabor de boca.

Autor: Albanie Casswell